miércoles, 8 de diciembre de 2010

CONQUISTADO POR UN SUEÑO CAPÍTULO 36 (1ª PARTE)



Un intenso palpitar en su cabeza la hizo resollar, pero el quejido quedó atrapado en su garganta debido a la mordaza que cubría su boca, abrió los ojos asustada y se removió inquieta percatándose que estaba tirada sobre el duro suelo, con las manos y pies atados con una gruesa cuerda, volvió a ponerse de costado cuando las piedras lastimaron su espalda y las ligaduras que la sujetaban se clavaron un poco más en las muñecas. En aquella incómoda posición trató de vislumbrar si se encontraba en algún lugar que le resultara conocido. Grandes helechos crecían a su alrededor, algún que otro acebo y enormes árboles por doquier, el relincho de un caballo la instó a girarse sobre si misma y yacer del otro lado, el estómago se le encogió al descubrir que se trataba del semental de Donald, que ajeno a ella pastaba un poco más allá con las riendas enrolladas a una de las ramas de una milenaria conífera. Un bulto moviéndose unos metros más lejos llamaron su atención aterrorizándola, quizá se trataba de un animal salvaje, tiró de sus ataduras en un vano intento por deshacerse de ellas logrando que la maroma se apretara un poco más. De repente el fardo se retorció y unos inmensos orbes azules se clavaron en los suyos.

Liana estudió a la muchacha que la miraba casi con el mismo miedo que la subyugaba a ella, también estaba maniatada y un sucio trozo de tela le tapaba la boca, el cabello rojizo estaba lleno de hojarasca y en el rostro lleno de polvo y mugre se podían apreciar los surcos producidos por el llanto, deslizó la vista por el menudo cuerpo que en una extraña posición descansaba sobre la tierra, las ropas —propias de una campesina— estaban raídas y llenas de remiendos y el plaid que atravesaba su camisola tenía unos colores que no le eran familiares. Volvió a observar la cara de la asustada prisionera. No debía de tener más de nuevo o diez años, una niña, una inocente niña. Apartó la mirada abatida clavándola en la leve porción de cielo que se filtraba por entre las copas de los altísimos árboles que se erguían solemnes a su alrededor. ¿Qué hacia allí? ¿Qué estaba pasando?

Una nueva punzada de dolor en su testa le trajo devuelta el encuentro con Donald, la rabia de sus palabras, el ataque…, buscó entre la espesa maleza algún rastro de su presencia. ¿Dónde estaría? ¿Por qué un hombre que le había salvado la vida era capaz de agredirla de ese modo tan brutal? Se acordó del medallón que él hizo oscilar ante ella. Estaba claro que tenía algo que ver, pero ¿el qué? Se obligó a pensar en la historia de la joya, la leyenda que escondía en su interior y que Aldair le contara tiempo atrás, pero se vio incapaz de recordarla entera, sólo venían a su memoria escuetos fragmentos que de poco le servían. Maldijo el desastre que hacían los nervios con su cerebro, deseando tener la templaza que caracterizaba a su escocés. Aldair. Dos lágrimas descendieron por sus pómulos. ¿Sé habría dado cuenta de su desaparición?


El grupo de guerreros con su Laird al frente y guiados por los jóvenes que encontraron el rastro llegaron al lugar indicado, Aldair desmontó de un salto y con impaciencia indicó a los muchachos que le señalaran el punto justo donde vieron la sangre. Diligentes ante la orden de su señor lo llevaron hacia el tupido manto de tréboles que cubría la ladera del río.

—Aquí mi señor —dijo uno.

Aldair se acuclilló y observó las manchas rojizas que teñían el suelo, pasó las yemas por la hierba hasta posarlas en lo que sin duda era el profundo surco dejado por el filo de una espada, execró en alto al verificar que no habían errado en su aseveración, con rabia arrancó las briznas y las encerró en su puño. Sin incorporarse miró a su alrededor, Niall junto a otros barrían la zona, Kai y unos cuantos se adentraban entre los árboles cercanos buscándola. Mervin seguía las pequeñas hileras de las sanguinolentas gotas que se espaciaban por el terreno. Él batía el contorno con los ojos esperando ver aparecer a su mujer sonriendo entre las rocas. Se puso en pie y se acercó a la ribera, dejando que los gritos de los hombres que la llamaban se desvanecieran, clavó las pupilas en las plateadas aguas que discurrían ante él. Liana.

—Aquí —el chillido grave lo hizo reaccionar, en dos zancadas estuvo junto al joven que señalaba algo con el dedo.
—¿Qué habéis encontrado?
—¿Recordáis que os dijimos que había huellas de otro animal? —continuó al verle asentir—, pues de lo que no nos dimos cuenta, debido a los nervios, es que este cargaba con más peso que cuando llegó.
—¿Estáis seguro?
—Sí, mi señor —asintió ante la expectativa de los que se fueron acercando—, fijaos bien en estas marcas por su posición indican el arribo, ahora si reparáis en estas otras —, Aldair escudriñó la maraña de dibujos que se formaban en el suelo—, apuntan la marcha y como podéis percibir los cascos del equino se hunden más profundamente, señal que soportaba una carga mayor.

Aldair se incorporó y oteó las inmediaciones preguntándose donde podría estar y quien había sido el despreciable ser que osó apartarla de su lado. Deslizó la vista por el valle que, ajeno a la tormenta de impotencia que estallaba en su interior, seguía envuelto en la monótona placidez de cualquier otro día. Se habían llevado a su mujer y nada en aquel verde entorno parecía haber cambiado. Le habían robado su más preciado tesoro, pero ¿por qué? ¿A quién le interesaría secuestrar a su futura esposa? Descartó a los miembros de otros clanes, era tiempo de paz.
Un súbito pensamiento cruzó su cerebro, el asesino de Cromwell aún andaba suelto, probablemente estaba pagando el precio a su desidia al no intentar capturarlo como era su obligación, quizá por su falta de honor ahora Liana estaba..., negó afianzando la vista en el lindero del bosque que se extendía mucho más allá, se tragó la bilis que le subía por la garganta y se concentró en los hombres que esperaban en silencio a su lado.

—¿Podríais seguir esas huellas y llevarnos hasta nuestra señora? — demandó con voz áspera.
—Pues... —el mancebo se rascó la barbilla y tras unos instantes de dilucidación asintió—, depende del camino que hayan tomado, si continúan por los pastos será fácil localizarlos, la tierra está húmeda y las marcas visibles, sí, podría intentarlo.
—En marcha pues —indicó a los reunidos dirigiéndose hacia Dúshlán—, Mervin avisad a los demás.

Una vez estuvieron reunidos, caballeros y caballos se pusieron en movimiento, Angus —el joven que iba señalando el camino— iba andando, tirando de las riendas de su animal, de vez en cuando se agachaba y estudiaba el suelo antes de continuar. Algunas veces dirigía la miraba a su Laird con gesto contrito mientras deambulaba de izquierda a derecha, volvía sobre sus pasos e iniciaba la búsqueda para exasperación de Aldair que se removía inquieto sobre la grupa.

—Maldita sea —exclamó irritado apretando las cintas de cuero entre sus dedos y alzando la vista al cielo—, daos prisa de una vez, en pocas horas habrá oscurecido.
—Es difícil señor, las zancadas son largas lo que indican que han ido al galope y la trayectoria varía —se disculpó.
—Aldair —la voz de Niall resonó en uno de sus costados mientras una enorme mano descansaba sobre su hombro—, Angus no tiene la culpa.
—Lo sé —ni siquiera se molestó en mirar a su amigo—, es que los minutos pasan y la incertidumbre me corroe. Si algo le hubiera sucedido...
—No penséis así —terció el señor de los McInroy dándole una ligera palmada—, Liana es fuerte y capaz, Colin os lo puede confirmar—, añadió intentando destensar el momento—. La encontraremos sana y salva.

Aldair se volteó hacia Niall y contempló sus ahora constantes ojos violáceos, las palabras sonaban seguras y llenas de convencimiento, pero en la profundidad de sus retinas pudo ver la misma duda que lo reconcomía a él, ¿y si ya era demasiado tarde? Aunque las evidencias que hallaron sobre su agresión demostraron que la herida no era muy grave, sabía que había miles de maneras de acabar con la vida de una persona, ya sólo un hábil movimiento serviría para partir un frágil cuello. Apretó los párpados y descartando el funesto pensamiento asintió antes de proseguir.


A pesar que la inquietud la mantenía en alerta, cerró los ojos compelida por el intenso dolor que sentía, después de todo y por mucho que se esmeraba no era capaz de ver nada más allá de sus propias narices, y mantener los párpados apretados parecía aliviarla de algún modo. Un ligero crujido a su espalda la obligó salir del letargo y ladear la testa, con una triunfal sonrisa Donald la contemplaba con los brazos cruzados sobre el ancho pecho. Quiso gritarle, pero la mordaza le impedía escupirle los insultos que se atascaban en la punta de la lengua, deseó alzarse y golpearlo, mas las ataduras de sus pies le hacían imposible incorporarse, aun a sabiendas del fracaso se removió y balbuceó incoherencias consiguiendo que aquel desalmado soltara una carcajada que le heló la sangre.

Donald observó a la mujer que yacía frente a él, incluso desaliñada y maniatada estaba hermosa, con la determinación y el orgullo marcando el rostro que un día le hizo fantasear. Se acercó haciendo un mohín de disgusto al tiempo que deseaba patearla para desdibujar el destello de soberbia que brillaba en los negros orbes.

—¿Queréis decirme algo? —un extraño sonido escapó tras el sucio trapo que se le insertaba en la boca.

Un escalofrío la recorrió cuando el highlander se agachó y metiendo los dedos entre su mejilla y la ennegrecida tela la apartó, tomó una bocanada de aire fresco que le quemó los pulmones.

—Eres un cabrón, maldito hijo de pu...
—¡Callaos!
—¡Suéltame! —gritó antes de que un sonoro bofetón hiciese que su mejilla ardiera y unas delatoras lágrimas se derramaran por sus pómulos.
—Os dije que guardarais silencio —masculló tomándola por los hombros y sentándola—, no estáis en posición de darme órdenes—, deslizó la vista por ella y sonrió con sorna—, en realidad no estáis en posición de nada.

Liana estudió detenidamente al que creía su amigo, un hombre en el que había confiado y que parecía buena gente, sin embargo ahora era su prisionera y sufría su maltrato, pero ¿por qué?
Vislumbró un atisbo de locura en las azuladas retinas. Tembló de terror al ver la mirada mitad de odio y mitad deseo que él le dedicaba.

—Donald —masculló con trémula voz—, escúchame...
—No —apresó un tierno brazo y la agitó con violencia—, yo no quise haceros daño Liana, pero me obligasteis a ello—, cerró el puño y la vio encogerse esperando el golpe, sin embargo con toda la ternura que aún poseía acarició la mejilla que comenzaba a enrojecer con los nudillos—, quise compartir todo con vos, pero me traicionasteis.
—Yo no te... —contuvo un estremecimiento cuando las callosas yemas descendieron por su cuello.
—Os amaba —susurró deleitándose con la aterciopelada piel—, erais todo lo que siempre soñé—, cerró la palma alrededor de la garganta y apretó con encono—, pero no sois más que una zorra—, aligeró la presión y la empujó hacia atrás haciéndola caer—, no valéis nada.

Liana tosió cuando él la liberó del brutal agarre, boqueando tratando de respirar con normalidad. No deseaba mirar al monstruo que tenía delante, sin embargo no era capaz de apartar la vista del que sin duda sería su asesino. Se encogió sobre si misma cuando Donald volvió a alargar el brazo hacia ella y sin ningún miramiento la sujetó por la barbilla clavándole las falanges en la mandíbula para buscar sus ojos.

—Hacéis bien en temerme ahora Liana —sentenció al ver el horror en la bella tez—, soñé con compartir todo con vos, con poner el mundo a vuestras plantas...—, la luz de sus añiles esferas se fue apagando mientras continuaba su diatriba—, me habéis defraudado tanto, no sabéis como ha sufrido mi corazón con vuestro desdén, no imagináis el desgarro que traspasó mi alma cuando os vi allí en el río retozando como una ramera con ese hijo del Diablo—, el rastro de desconcierto que se dibujó en las pupilas femeninas le enardecieron—, sí, para mi desdicha os vi, os oí gemir como una furcia. Dios, yo os amaba—, susurró con tristeza—, no tenéis idea de cuanto os amo.
—Donald.
—¡No sois más que una maldita meretriz! Y a pesar de ello me volvéis loco —exclamó estampado su boca contra la de ella.

 Continuará...


8 comentarios:

J.P. Alexander dijo...

Uy como lo dejan asi y pobre Liana me dio ñañaras ojala ya llegue Aldair a salvarla . Un beso mis niñas y se me cuidan

Irene Comendador dijo...

Pero vamos a ver, yo deje ayer un comentario, donde leches se ha metido
Bueno, lo dejo de nuevo, pues vaya entre la falta de tiempo y las jugarretas del señor bloger del los c...

Que capitulo mas bueno, pero me da miedo lo que el loco este la pueda hacer, espero no se le ocurra nada mas lejos de ese beso, porque me lo cargo, y que esas huellas de verdad sirvan para algo y el pobre Aldair la encuentre pronto, que mis nervios estan destrozaditos
un beso mis almejillas, que ya sabeis que os adoro
Siempre aqui (y al parecer dos veces)
irene

AKASHA BOWMAN. dijo...

Uau uau uau cada vez me encuentro más intrigada y cada vez me torturáis más con el CONTINUARÁ.

Magnífica descripción de la posición de Liana en compañía de la muchachita pelirroja. La hojarasca en su pelo, el rostro lleno de mugre en el que destacaban los surcos de las lágrimas y las miradas atemorizadas de ambas, apoyándose mutuamente, me ha encantado. Sublimes, como siempre.

También habéis sabido mantener la tensión mientras Donald la libraba de la molestia que cubría su boca, se acercaba a ella, la aferraba por el cuello, la arrojaba al suelo con desprecio... DIosssss ¿es posible sentirse como viendo una película de suspense? Yo respondo que sí, pues siempre visualizo todo perfectamente en mi cabecita, cada rostro, cada expresión, cada escenario...

Fascinante, ya estoy deseando que Angus dé con el escondrijo del highlander, que al fin y al cabo se guarece al aire libre.

Besitos y seguid escribiendo, aunque subáis más tarde, aunque nos hagáis esperar... no importa, aquí estaremos per sécula seculorum.

MUacckkkkssss

SANDRA dijo...

Hola chicas, aquí ando de nuevo. Ese hombre anda trastornado, miedo me da cuando le pesque Aldair, se lo va a comer vivo. Como siempre me dejáis con ganas de más. Un besote

KaRoL ScAnDiu dijo...

¡¡¡¿¿Pero quéeeeeee??!!!

Y tan a gusto os quedáis dejandome así... nooo... por Dios, que no la haga... que o la haga daño. Si que eso no podía estar mejor, más emocionante, más apasionante.. que me mareo y todo, jajaj;D

Adoré el capótulo misqueridas. Me encanta ver como Niall apoya a su amigo, y mi pobre Aldair... como sufre...
Este Donald está más loco que una regadera... está perdido en la mierda que flota en su cerebro...
Y esa niña... ¿que pretende hacerle a la pobre niña?

No tardéis mis chicas, porque ahora sí que me dá un infarto...

Os kiero, con locura:D

PD. vuestros marcapáginas están listos, en su sobre, y prestes a entrar en correos mañana... uiiii:D

Anónimo dijo...

Aldair tiene que encontrarla y pronto por que ese hombre esta loco, loco, loco.
¿Que hace esa niña ahi? ¿Que tiene pensado hacerle? ¿Ya no hay mas capitulos para leer? Que pena.
Gracias por este capitulo, sois muy buenas escribiendo.

Silvia dijo...

La del comentario anterior era yo, Silvia, con los nervios no me di cuenta que no habia puesto mi nombre.

INFECTADA X dijo...

Estaba leyendo la escena de la batida y por un momento me creí (lo juro) de que eran los propios hombres de Aldair los que hablaban y no mis almejas las que escribían. Son buenísimos los comentarios, almejas.
Ese Donald está de atar y espero que no acabe violando a Lianna. Aldair tiene que llegar ya y darle la del pulpo.
Beeeeeeeeeeesos de la chirli,forever

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