domingo, 31 de enero de 2010

ELEMENTOS SOKALY: PREMIO AIRE

Sí, SokAly regresó con sus premios y que mejor manera que hacerlo con los elementos clásicos: Aire, Tierra, Fuego y Agua.

De acuerdo a Platón, el Aire es considerado un elemento caliente y húmedo, y no sé vosotras, pero viendo esa imagen le damos completamente la razón.




Reglas:

1º-Agradecer al blog que te lo dio.

2º-Pregunta comprometida: ¿Alguna vez han logrado elevaros con sus caricias hasta lograr rozar el cielo?

3º-Dárselo a 5 blogs que te hagan flotar con lo que suben:

En nuestro caso serán para:


http://mardetintayletras.blogspot.com

http://bittersimphony.blogspot.com

http://dreams-at-dawn.blogspot.com

http://losangelesdeloslibros.blogspot.com

http://enamoradadelasletras.blogspot.com

También será para nuestras fieles seguidoras y comentaristas: Ithaisa, Johan, Ana, Sandra, Andy Y Kathy

viernes, 29 de enero de 2010

AHORA Y SIEMPRE (CAPÍTULO 2)



La reparación de la cabaña iba a resultar más laboriosa de lo que pensó en un principio, el estado ruinoso del tejado le indicó que si hubiese llovido se hubiese ahogado allí dentro, varias tablas del suelo estaban levantadas y los cristales de las ventanas estaban rotos. Arreglar el piso no era muy difícil, debido al abandono, algunas de las maderas se habían desclavado, pero no estaban podridas, así que en un par de días estaría listo, la techumbre le costaría algo más y los vidrios eran asunto aparte, tendría que bajar al pueblo y encargarlos, y de paso comprar algunas cosas que necesitaba, se pasó la toalla húmeda por el torso, cogió su camisa de encima de una de las pocas sillas que quedaban útiles, mientras se la ponía, echó un vistazo, ese era otro dilema, apenas tenía muebles, ni ninguna otra cosa, tomó las llaves de la moto y decidió ir a Rothstone. Dilató la visita un par de días, pero alguna vez tendría que darse a conocer y ese era un buen día, tan bueno como cualquier otro, sobretodo si quería convertir aquella cabaña en habitable y comer algo decente, ya estaba harto de comer basura.

A Rothstone le venía de perlas el apelativo de pueblo, pensó Colt cuando llegó hasta él, no más de unas doscientas casas, sin contar el puñado de ranchos de las afueras, casi todas de dos plantas, ocupaban las pocas calles paralelas que lo formaban, la calle principal o Manor Street, era el centro neurálgico, allí estaba la iglesia con su torre blanca, el motel -un edificio amarillo chillón con la palabra Motel pintada de mala manera en negro- le extrañó que aquel pueblo diminuto tuviera uno, el bar de Lloyd’s, una tienducha en la que en los escaparates se podían ver dulces y edredones, con un cartel que indicaba “Centro de reuniones”, sonrió al imaginarse los encuentros que se producirían allí, damas con sus agujas de hacer punto conversando sobre chismes mientras tomaban el te. Algunos de los vecinos se iban volviendo al oír el rugir de su moto, y sus miradas se clavaban en él, sin disimulo alguno. Justo al final de la calle divisó la “Tienda de Rob”, una construcción de ladrillo rojo, con una gran cristalera dondé exponía toda clase de productos, desde latas de sopas hasta sombreros Stetson que costaban varios cientos de dólares, sí sin duda acababa de llegar al lugar adecuado, aparcó su Harley en la misma puerta.

Colt con paso decidido entró al establecimiento, durante un instante permaneció en el umbral, hasta que sus ojos se adaptaron a la poca luz del local, las estanterías ocupaban cada una de las paredes hasta el techo lleno de un sinfín de artículos variados y que no tenían mucho que ver unos con otros, un pequeño mostrador de formica con vetas verdes y negras y una enorme caja registradora ocupaba el fondo del colmado, la cortina de tiras de plástico que había tras él se movió, un hombre de unos 50 años, con paso cansado, algo falto de pelo y sobrado de kilos se acercó hasta él. Rob, leyó en la plaquita blanca que lucia prendida en la sucia camisa azul cielo, el tipo lo miró con desprecio, clavando sus pequeños ojos azules en él.

-¿Puedo ayudarle en algo?
-Busco a Rob, el dueño ¿es usted?
-El mismo –contestó rascándose la barbilla -¿puedo ayudarle?
-Sí - sacó la lista con lo que necesitaba del bolsillo de sus vaqueros y se la tendió.
-¿Para qué necesita todo esto? -preguntó el hombre leyendo el papel que sujetaba en sus manos-, parece que fuera a hacer reparaciones.
-En efecto -estuvo a punto de decirle que no le incumbía lo que iba o no iba a hacer, pero se mordió los labios, era mejor no buscarse enemigos el primer día.
-Ya tenemos un manitas en el pueblo -contestó el tendero, devolviéndole la lista-, no creo que pueda encontrar trabajo en este lugar.
-No estoy buscando trabajo -dijo Colt-, voy a vivir aquí.
-Tampoco hay casas en venta -replicó cruzando los brazos. –lo mejor es que se vaya por donde ha venido.

Iba a replicar, cuando el sonido de la campanilla de la puerta al abrirse los hizo que ambos se fijaran en la recién llegada, una joven de unos 25 años acababa de entrar, era alta, de piernas largas, el cabello rubio dorado le caía hasta los hombros, sus ojos de un verde intenso brillaban como los de un gato, el vestido rojo que llevaba ceñido a sus curvas dejaba entrever un cuerpo sacado de una revista de modas, Colt se quedó mirándola unos segundos con bastante interés, ella lo miró de arriba abajo y sus repintados labios se curvaron en una sonrisa coqueta.

-Hola señor Rob -saludó la chica acercándose hasta ellos balanceando las caderas-, mi padre me mandó avisarle que ya ha llegado su pedido.
-Gracias Nicky, dile que pasaré hoy mismo -contestó el aludido frunciendo el ceño-. ¿Necesitas algo más?
-No, nada más -fue hasta la puerta, antes de salir, se volvió y por encima del hombro dedicó a Colt otra de aquellas felinas miradas, él entrecerró los ojos, e inclinó la cabeza-. Adiós.

Rob observó con disgusto toda la escena, ya estaba suficientemente enfadado con aquel forastero, pero que tratara de flirtear con una de las mujeres de aquel pueblo y encima en sus narices hizo que la sangre le bullera de rabia.

-Será mejor que se vaya -gruñó-, en mi negocio no hay nada que pueda servirle, aquí no es bien recibido.
-¿Cómo dice? -preguntó Colt atónito.
-No nos gustan los extraños -añadió Rob-, y mucho menos los de tu calaña.
-¿Los de mí calaña?
- Seré claro, no me gustan los indios -lo miró desafiante-, este es un pueblo tranquilo, no nos gustan los problemas, aquí no hay lugar para vagos y maleantes, así que tome sus cosas y lárguese a otro sitio.
-Mire señor Rob o como se llame –Colt tragándose las ganas de darle un puñetazo a aquel cabrón, cogió la lista y se la metió al bolsillo-, he tratado de ser amable, puedo gastar mi dinero donde me plazca, como habrá visto en esa lista hay artículos por varios miles de dólares, pero si usted tiene escrúpulos en venderme lo que necesito por que mi piel no es blanca, no hay ningún problema, puedo comprarlo en otra parte.
-Nadie le venderá nada en este pueblo -dijo Rob consciente de que lo que había dicho aquel hombre era cierto, ganaría con él lo que ganaba en todo un año.
-Hay más pueblos en la zona –se dio la vuelta para marcharse –seguro que en ellos los comerciantes no pondrán tantas pegas, cuando pague al contado, puede que mi piel no sea clara como la suya, pero mi dinero es tan bueno como el de cualquiera.
-Está bien –dijo Rob, al ver que se marchaba e imaginando los billetes llenando su caja –déme esa nota, haré una excepción.
-De acuerdo -contestó devolviéndole la lista, no le hacía gracia el modo que lo trataba aquel maldito estúpido, pero el siguiente pueblo más cercano estaba demasiado lejos y su estomago pedía a gritos que lo llenara-, necesitaré también algunas latas de comida, café, un par de paquetes de cerveza y las herramientas que van marcadas con una X.

Justo cuando Colt salía de la tienda con varias bolsas, se fijó en la chica sentada en los escalones de la casa de enfrente, era la tal Nicky, ella alzó la vista y lo miró fijamente, Colt no apartó la mirada, aquella mujer era una preciosidad, inclinó la cabeza en forma de saludo y fue hasta su moto, acomodó las bolsas delante de él, arrancó y salió a toda velocidad del pueblo.

Megan tardó dos días en regresar al río, adoraba aquel lugar, pero saber que ese hombre estaría a pocos pasos la detuvo, tras dar vueltas y más vueltas a su cabeza y convencerse que no era peligroso, se armó de valor, tomó sus cosas y pedaleó hasta aquel lugar que ella consideraba su paraíso particular. En cuanto llegó presa de la curiosidad, se encaramó y vio la moto aparcada, por unos momentos deseó volver a lastimarse y que él acudiera a su ayuda, sonrojándose ante sus propios pensamientos se volvió a la orilla, estiró su toalla, se quitó el vestido y se zambulló, después de tomar un relajante baño en las frías aguas se tumbó dejando que el sol calentara su cuerpo, un par de veces estuvo tentada de ir a la cabaña con cualquier pretexto para ver a su inquilino, pero tras pensarlo detenidamente no encontró ninguno plausible, así que abrió su libro y se puso a leer, más bien a pasear los ojos por el mismo renglón una y otra vez, por que era incapaz de dejar de pensar en otra cosa que no fuera el hombre que estaba allá arriba y en lo que sintió cuando sus manos la tocaron.

Colt llegó cansado y enfadado, no le gustó como lo trató aquel hombre, pero por otra parte no era nada nuevo. Un indio, eso es lo que era, y estaba claro que a pesar de todos los años transcurridos, a pesar de que fueron aquellos blancos los que llegaron a su país con sus carretas y sus sueños de tener una vida mejor los que los habían masacrado, robado sus tierras, llevándolos a la miseria, arrinconándolos con mentiras en las hacinadas reservas y postrándolos de rodillas, seguían estando mal vistos, daba igual lo que trabajaran, lo que consiguieran en la vida, jamás se quitarían el estigma que los condenaba, la sola presencia de uno de ellos suponía una amenaza para aquellos blancos prepotentes, maldita fuera, ellos eran los usurpadores, los asesinos y los ladrones. Tiró las cosas sobre la encimera de la pequeña y destartalada cocina, estaba furioso con el mundo, se quitó la camisa y sacó una cafetera de una de las bolsas, se tomaría un buen café antes de empezar con las malditas reparaciones. En su mente se dibujó la imagen de la chica de ojos verdes y gruñó frustrado, justo lo que le faltaba, comenzar a excitarse, necesitaba una mujer, llevaba semanas si estar con una, primero por su accidente, luego por su viaje, hasta las narices de aliviarse solo, quería, necesitaba perderse en unos brazos femeninos, enterrarse en la calidez de un cuerpo de mujer, y recordar a esa tal Nicky con su perfecta figura, no estaba siendo de gran ayuda.

Un suave olor a café arrastrado por la brisa le llenó las fosas nasales, Megan se incorporó y aspiró, una sonrisa curvó sus labios, sin pensarlo mucho se puso el vestido, recogió la toalla y la cesta, miró la bici apoyada sobre un tronco, se encogió de hombros, luego volvería a por ella, se encaminó por la ligera pendiente hacia la cabaña. Se moría por un café, o tal vez no tanto, pero era la excusa perfecta volver a ver a Colt Elliot. Se dio cuenta que el porche estaba limpio de ramas y matas, se detuvo en el umbral de la puerta abierta iba a entrar sin llamar, pero golpeó con los nudillos la madera del marco, oyó un gruñido, dio un paso atrás para de darse la vuelta y salir de allí cuando él apareció ante sus ojos. Parpadeó veces al verlo con una taza en la mano y sin camisa, pero fueron sus anchos hombros, sus brazos fuertes con los bíceps bien desarrollados, los músculos definidos en su vientre plano, la suave capa de vello negro que cubría su torso perfecto, descendiendo en una fina línea hasta perderse tras los botones desabrochados de sus vaqueros y bajo la goma de sus slips blancos, lo que la dejó sin aliento; tragó saliva y sintió como le sudaban las manos por el deseo de extenderlas y acariciar aquella piel bronceada.

-Hola –saludó con una voz que parecía un graznido.
-Hola - contestó él abotonándose el pantalón.
-Estaba abajo en el …-trató de sonreír, pero estaba tan concentrada en no comérselo con los ojos, que no estaba muy segura de si lo logró-, yo…olí tú café.
-Pasa, siéntate donde puedas, te serviré una taza.

Megan se sentó en la única silla que vio, echó un vistazo en derredor, hacía mucho que no entraba, pero tenía que reconocer que estaba mucho peor desde la última vez, el suelo medio levantado, los pocos muebles llenos de polvo, observó las cajas de clavos y el martillo encima de la mesa, y supuso que él estaría trabajando, alzó la vista cuando entró con dos tazas en la mano le tendió una y se sentó frente a ella en el suelo con la espalda pegada a la pared y las piernas estiradas.

-Lo siento –se disculpó contrita sin poder apartar de su tórax-, no quise interrumpirte con tu trabajo, me iré ahora mismo.
-No te preocupes, tómalo tranquila. –susurró clavando sus negros ojos en ella, sonrió al verla sonrojarse –de todos modos, aún no me puse a hacer nada.
-Dios, está buenísimo –exclamó tras tomar un sorbo y se sonrojó aun más al expresar en alto sus pensamientos –el café.

Colt recorrió con la mirada a Megan Tilman, llevaba el mismo vestido de flores del otro día, y que le sentaba como un tiro en plena frente, el pelo mojado y pegado a las mejillas sonrosadas, sus ojos marrones brillaban con inocencia, y su boca mostraba la sonrisa más sincera que jamás había visto. Colt sonrió, era una pueblerina amable y confiada, casi transparente incapaz de ocultar sus pensamientos, él no era tonto y conocía a las mujeres, apostaba lo que fuera a que aquella muchacha estaba teniendo pensamientos no precisamente puros sobre él, pero también apostaba a que era una buena chica. Se fijó en su boca y en su garganta que se movió al tragar, quiso alzar una mano y acariciar lentamente aquellos labios, se tensó de nuevo al verla sacar la lengua y pasarla por ellos, apartó la vista rápidamente.

-¿Qué tal esos arañazos?-preguntó poniéndose en pie.
-Ya casi han desaparecido –contestó avergonzada.
-Me alegro, ya te dije que no era nada importante, ni siquiera te quedaran marcas.
-Es bonita, la cabaña -dijo Megan cambiando de tema, lo ultimo que necesitaba recordar era sus manos en su piel, ya lo estaba pasando bastante mal al verlo medio desnudo-, quedará muy bien cuando esté arreglada.
-Bueno, la verdad es que pensé que estaría en mejores condiciones -contestó dando un trago a su café.
-Necesitarás muebles y cortinas –se puso en pie y se acercó a él.
-Hoy estuve en el pueblo, en la tienda de Rob, le dejé una lista con todo lo que iba a necesitar, supongo que en unas semanas tendré todo aquí –bajó la vista hasta el hombro que había quedado desnudo al caer el tirante, alargó la mano y se lo colocó en su sitio.
-Sí, supongo –se estremeció cuando sus dedos hicieron contacto con su piel.

Debía alejarse de ella y alejarla de allí, Megan no era el tipo de mujer que necesitaba ni allí ni ahora, si hubiese sido la tal Nicky la cosa sería diferente, pero aquella jovencita que lo miraba con los ojos llenos de deseo mal disimulado no parecía la típica que iba buscando un revolcón, joder estaba seguro que si supiera lo que pasaba por su cabeza en aquellos momentos, o si tuviera un espejo cerca y pudiera ver la expresión de su cara saldría corriendo despavorida, por mucho que continuara comiéndoselo vivo con la mirada. Se giró y le dio la espalada, tomó la camisa de la silla y se la puso.

-Por cierto, cuando estaba allí llegó una chica, una tal Nick o Nicky, ¿la conoces?- preguntó como sin darle importancia.
-Oh, si claro, todos conocemos a Nicky Preston -contestó ella, por un momento se quedó sin palabras, y dio gracias de que él estuviera de espaldas y no pudiera ver la desilusión en su rostro –es la hija de Jack, el propietario del almacén.
-Ah -Colt se giró mientras se abotonaba –una chica muy guapa, preciosa, ¿está casada?
-¿Quién Nicky? –fijó la vista en el suelo totalmente decepcionada –no, no está casada, ni tiene novio que yo sepa, aunque tal vez ahora salga con alguien, la verdad es que no somos muy amigas.
-Entiendo -contestó él-. ¿Quieres más café?
-No, -tomó su cesta deseosa por salir de allí, tenía unas enormes ganas de llorar-, tengo que irme, gracias por el café y siento haberte molestado.
-Ven cuando quieras -dijo él enseñándole el martillo que acababa de coger-, y si te animas puedes echarme una mano.
-Claro, otro día ¿si? –echó a correr sin esperar su respuesta, antes de que el sol rozara su cara, las lágrimas corrían por sus mejillas.


Continuará...

martes, 26 de enero de 2010

AHORA Y SIEMPRE. CAPÍTULO 1

Detuvo su Harley en el arcén, apoyó los pies en el suelo y recorrió con la mirada los altos abetos que crecían a ambos lados de la carretera, las montañas aún conservaban sus cumbres nevadas a pesar de ser principios de Julio y por las laderas, formando pequeñas cataratas, caía el agua del perenne deshielo. Colt respiró hondo llenando sus pulmones con el aire fresco y puro que rodeaba aquel paraje. Todavía faltaban unas cuantas millas para llegar a su destino, después de años de hoteles y apartamentos de alquiler, por fin disfrutaría de su primera casa propia. Sacó el mapa, lo desdobló sobre el depósito de gasolina y trazó con el dedo la ruta marcada con rotulador rojo, si todo iba bien, en dos horas estaría acomodándose en su pequeña cabaña de madera.Plegó el plano y lo guardó en el bolsillo, levantó la vista hasta el cielo azul salpicado de pequeñas nubes blancas, un águila volaba en círculos sobre su cabeza extendiendo sus inmensas alas. Sí, sin duda aquel iba a ser un lugar estupendo para vivir.

Cerró los ojos un instante, su vida, tal y como la conocía, acabó 6 meses atrás, él fue si no el mejor, uno de los mejores domadores de todo el país, viajaba de un estado a otro, de rodeo en rodeo. Aunque comenzó limpiando establos y arreos, cuando uno de los chicos del espectáculo lo vio sobre un caballo, lo animó a participar y así con poco más de 16 años obtuvo su primera victoria, y con ella una nueva etapa de su vida en la que volcó sus ansias de demostrar su valía, su ganas de ser alguien y se vio recompensado con fama, respeto, premios, mujeres y mucho dinero, la mitad de su vida la vivió al límite, codeándose con el peligro día tras día, montando potros y toros salvajes, le enardecía oír a la gente gritar su nombre, alabarlo y vitorearlo, sí, disfrutaba de aquello. Adoraba sentir la adrenalina bombear en sus venas, los nervios en el estómago, acariciar el riesgo como si fuera una mujer. Pero eso se terminó para siempre.

Durante un momento recordó a aquel potrillo roano que lo consiguió tirar, no era el más fuerte, ni el más bravo y él había sufrido caídas mucho peores, las cicatrices de su cuerpo lo atestiguaban, pero aquel maldito potranco logró lo que otros no consiguieron, fracturarle la pierna y mantenerlo atado más de un mes en el hospital, 43 días exactamente, en los que tuvo tiempo para pensar sobre su futuro. Ya no era el muchacho con ganas de comerse el mundo, a sus 34 años podía permitirse disfrutar de una vida tranquila y disipada casi sin preocupaciones, y continuar con los rodeos podría causarle una lesión fatal, no era tonto, ni siquiera un loco como él que no tenía nada que perder apostaría tanto por un trabajo por mucho que le gustara, y el sueño de poseer un rancho propio donde criar buenos sementales seguía enraizado profundamente en él. En cuanto le dieron el alta, buscó un lugar tranquilo donde mudarse, lejos de todo lo que tuviera que ver con su actual modo de vida, en menos de una semana encontró el sitio ideal, una pequeña cabaña deshabitada en el corazón de la montaña, rodeada de un espeso bosque y con un pequeño río a sus pies, con el pueblo de Rothstone lo suficientemente cerca como para cubrir sus necesidades. Arrancó la moto y continuó su camino hacia su nuevo hogar.

Megan Tilman amaba aquella parte de la montaña, donde el río salvaje antes y después, parecía tomarse un descanso formando una pequeña poza en la que podía bañarse en sus frías aguas sin que nadie la molestara, le gustaba oír el canto de los pájaros, el sonido del agua en su lento avance y el viento soplar tímidamente entre los árboles, era agradable sentir la naturaleza pura a su alrededor. Así que allí estaba una vez más, tirada en la orilla de su playa particular, mirando pasar las nubes imaginando que eran por sus formas, apenas cubierta por su bikini azul eléctrico, con su cesto de picnic al lado, su vestido de flores en el suelo y su bici apoyada en el tronco de un centenario abeto. El ruido de un motor acercándose la sacó de sus ensoñaciones, se incorporó, se vistió y trepó por la ladera sigilosamente para ver que ocurría. Nunca iba nadie a ese lugar, por su mente pasaron algunos oscuros pensamientos, se asustó y se detuvo, tal vez alguien utilizaba la abandonada y destartalada cabaña para algún fin ilícito, quizá debería dar la vuelta y marcharse, pero la curiosidad le pudo, con paso titubeante ascendió un poco más y se tumbó a espiar.

Observó con atención la Harley que se detenía en la puerta de la desvencijada casita y al tipo que iba sobre ella. Lo vio bajar de la moto y erguirse, era un hombre alto, con unas piernas larguísimas embutidas en unos pantalones vaqueros gastados, llevaba una chaqueta de cuero negro con un puma gris dibujado en la espalda, Megan arrugó la nariz, hacía calor para llevar una prenda como esa, el desconocido llevó las manos al casco y se lo quitó, una melena negra y lacia cayó hasta media espalda, el cabello, a pesar de ser tan largo, tenía brillo y estaba bien cuidado. Megan abrió los ojos cuando él se sacó una bolsa de viaje del hombro y la lanzó al suelo, lo mejor sería que cogiera sus cosas y se alejara antes de que aquel extraño se diera cuenta de su presencia, con mucho cuidado y tratando de no hacer ruido comenzó a dejarse caer, sujetándose a un arbusto que cedió ante su presión, trató de asirse a la hierba, pero su cuerpo se deslizó por la tierra haciéndola gritar y arañándole las piernas.

Colt estaba muy cansado, llevaba horas conduciendo, deteniéndose mínimamente para comer algo y hacer sus necesidades, apagó el motor y miró con detenimiento la cabaña, no se parecía en nada a la del folleto, que lucía magnifica, nueva y brillante rodeada de abetos, jodido photoshop pensó; aunque no podía negar que los árboles estaban donde debían estar, la construcción necesitaba bastantes arreglos, pero no iba a desmoronarse frente a él, en un lamentable estado, estaba su casa, su hogar. Se apeó y se quitó el casco, soltó la bolsa con sus cosas de mala manera sobre el porche cubierto de hierbajos, cuando el grito de una mujer lo hizo girarse. En dos zancadas estuvo junto al lugar de donde provenía el chillido, vio plantas arrancadas y marcas en la tierra, con mucho cuidado apoyó los pies y fue bajando hasta que estuvo frente a una especie de laguna, miró a un lado y otro, pero no vio nada extraño, un leve movimiento entre los arbustos le llamó la atención, quizá algún animal escondido, un animal que montaba en bicicleta para ser exactos, pensó al ver una apoyada contra un tronco, con toda la calma y todo el disimulo del mundo se acercó y entonces la vio.

Megan estaba aterrorizada, sin duda ese hombre la habría oído y no tenía tiempo para huir, tomó la cesta y se metió tras unos grandes matorrales, olvidó la bicicleta, esperaba que si él se acercaba no se percatara de ella. Entre la maleza, observó como el desconocido descendía apoyándose en los árboles, escudriñando a izquierda y derecha, como un animal salvaje oliendo el miedo de su presa, lo vio acercarse. Santo Dios, si era un maleante o un asesino iba a morir, esos tipos mataban a la gente para no dejar testigos de sus fechorías, comenzó a temblar, un gemido pugnó por salir de su garganta, se llevó las manos a la boca para no delatarse, debía calmarse tal vez él pasara de largo si se mantenía lo suficientemente quieta, tomó aire y aguantó la respiración. Colt miró a la mujer encogida detrás de las plantas, estuvo a punto de soltar una carcajada pero se retuvo, apretaba tan fuerte los ojos que dudaba que los pudiera abrir después.

-¿Está bien? -preguntó.

Megan se sobresaltó al oír la voz grave por encima de su cabeza, dio un respingo y cayó sobre su trasero, levantó la vista y se quedó sin aliento, aquel hombre poseía los hombros más anchos que hubiera visto en su vida, un rostro alargado con la barba oscura de un par de días, unos labios carnosos, los pómulos marcados, la nariz aguileña y los ojos tan negros que no distinguía la pupila del iris, en la frente llevaba un pañuelo oscuro, la piel de su cara estaba bronceada y el pelo, tan negro como la misma noche, cayó sobre su antebrazo cuando se inclinó y tendió una mano grande, enorme para ser exactos, hacia ella.

-Por favor no me haga daño -musitó con voz temblorosa.
-No es mi intención señorita –contestó sonriendo y moviendo la mano para que la tomara-, trato de ayudarla a levantarse.

Ella se mantuvo inmóvil, la miraba fijamente, después de unos segundos alargó la mano y la apoyó sobre la suya, él dio un leve tirón y la puso en pie.

-Gracias -murmuró sacudiéndose el vestido y mirándose los arañazos de las piernas-, me caí.
-Déjeme echar un vistazo –volvió a tomar su mano y la obligó a sentarse en una roca cerca del agua-, tal vez tenga algo roto.
-Es muy amable, pero no hace falta -dijo deseando salir de allí-, no son más que un par de raspaduras, estoy bien.

Colt no le hizo el más mínimo caso, se agacho y sujetó uno de sus pies, le acarició el empeine suavemente, fue subiendo por el tobillo y lo movió para cerciorarse que no estaba fracturado, la pantorrilla y la rodilla, con movimientos lentos, deslizó las manos por su muslo, ascendiendo sin dejar de mirar las pequeñas heridas, Megan estuvo a punto de soltar un jadeo al sentir sus dedos largos por la piel, pero le golpeó la mano para que dejara de tocarla. Colt soltó una sonora carcajada cuando alzó la vista y la vio completamente sonrojada.

-En efecto no hay huesos rotos –se puso en pie-, y los rasguños son superficiales, en un par de días habrán desaparecido.
-Tengo que irme, gracias por todo señor...
-Elliot, Colt Elliot.
-Megan Tilman.
-Bien, señorita Tilman, es un placer conocerla -contestó metiéndose las manos en los bolsillos traseros de sus vaqueros-. Cuando necesite ayuda ya sabe donde encontrarme.
-¿Cómo dice? -abrió los ojos como platos-. ¿Quiere decir que usted...?
-Compré la cabaña -le sonrió y no pudo dejar de fijarse en aquellos labios-, y las tierras de los alrededores.
-¿También la parte del río? -preguntó apenada, si era así, aquella tierra libre ahora sería propiedad privada y no podría regresar.
-Sí –se desconcertó al ver la tristeza de sus ojos-. ¿Por qué?
-Oh, no importa, me gusta venir a nadar aquí –le dio la espalda y se encaminó a los matorrales para coger su cesta-, pero no le molestaré.
-Puede venir cuando quiera –sus labios se curvaron al verla tironear-, siempre que usted y sus amigos no monten mucha bulla, soy un hombre tranquilo.
-¿Lo dice en serio? –lo miró por encima del hombro.
-Completamente –respondió con una sonrisa.
-No se preocupe, siempre vengo sola –se giró y caminó hacia él-, no lo incordiaré en absoluto.
-¿No le asusta andar sin compañía por estos parajes? –alzó la mano y le quitó una brizna de hierba que se le enredaba en el cabello-. Puede resultar peligroso, podría romperse un hueso, ser atacada por algún animal y nadie la socorrería.
-No, no me da miedo –se apartó de él y fue hasta su bici-, gracias por todo señor Elliot.
-Colt –contestó sonriendo- y no tiene por que darlas.
-Gracias Colt -le devolvió la sonrisa sin darse cuenta-, ahora de verdad tengo que irme.

Colt permaneció un rato con la vista fija en ella, mientras la veía agarrar su bici y alejarse, era una chica bastante común, el pelo castaño claro le caía por los hombros formando ondas en las que todavía permanecían atrapadas algunas ramitas, el rostro ovalado, los labios rosados, la nariz pequeña y los ojos marrones claros, sus cejas formaban un arco perfecto y en su mejilla derecha se formaba un hoyuelo cuando sonreía, el vestido de escandalosas y enormes flores de todos los colores, que parecía una oda a la primavera, era demasiado ancho como para saber si poseía las curvas propias de una mujer, o si por el contrario andaba escasas de ellas, pero sus piernas eran muy bonitas y su piel la más satinada que hubiese tocado nunca. Volvió a sonreír cuando desapareció tras los árboles empujando la bicicleta, se giró y subió la pequeña pendiente. Tenía muchas cosas por hacer y pocas horas de luz antes de ver en que estado estaba realmente su casa, como para perder el tiempo pensando en una mujer blanca.

Megan pedaleó todo lo rápida que fue capaz, aún tenía los nervios de punta, ese hombre podría haberla matado y enterrar su cadáver y sin embargo le acarició las piernas de una forma…, movió la cabeza tratando de no pensar tonterías, estaba siendo cortés, pero su piel se calentó bajo sus dedos, tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para apartarle las manos, y el chico era guapísimo, simpático y amable…, y tenía un fascinante brillo perverso en sus ojos negros, un brillo atrayente, hipnotizador…, así pasó el trayecto de vuelta, fantaseando con aquel desconocido llamado Colt Elliot. En cuanto llegó a su casa fue directa al baño, se quitó el vestido y el bikini y se metió bajo el chorro de agua fría tratando de apagar el fuego que la quemaba imaginando que aquellas enormes manos seguían ascendiendo por sus piernas hasta llegar al centro mismo de su cuerpo.

sábado, 23 de enero de 2010

PROXIMAMENTE LA NUEVA HISTORIA DE SOKALY


Megan una joven lugareña, tímida y solitaria acude como cada día a relajarse a la orilla del río, hasta que un día su paz se verá perturbada por la llegada de un desconocido que desde que posa sus ojos en ella despierta sensaciones que creía olvidadas.

Colt es un hombre que debe renunciar a su vida tal y como ha sido hasta ese momento. Decidido a empezar de nuevo, compra una cabaña en el corazón de la montaña, lejos del mundanal ruido, pero con un pequeño pueblo lo suficientemente cerca como para cubrir sus necesidades. Aunque su primera idea no es precisamente hacer vida social, no puede evitar conocer a una de sus vecinas el mismo día de su llegada.

Un encuentro fortuito que cambiará la vida de ambos para siempre.

A partir de la próxima semana cada Martes y Viernes en SokAly.

martes, 19 de enero de 2010

OLAS SALVAJES

Aquí tenéis el siguiente relato,
que junto con el de Mariola,
ganó el 2º premio, algo de lo
que estamos muy orgullosas.

Espero que disfrutéis con su lectura.







No recuerdo un momento de mi vida, en el que cada vez que mirase al mar desde las alturas de ese acantilado, no sintiese la necesidad irrefrenable de saltar y hundirme en las profundidades de sus hermosas y coléricas aguas. No es que quisiera suicidarme, ni mucho menos, pero había algo que me atraía profundamente y durantes varios minutos, me quedaba observando, sin apenas pestañear, como las olas chocaban contra las numerosas y afiladas rocas. Siempre hacía eso, mirar, pero ese día sin embargo, mientras el viento jugaba con mi largo pelo negro, no pude evitar dar un paso hacia adelante, mi pie derecho quedó suspendido en el aire, debajo de él no había nada donde apoyarlo, impulsé mi cuerpo hacia delante, pero algo me sujetó con fuerza y me echó para atrás. Debido a la impresión, me quedé sin aire durante un breve espacio de tiempo, ¡por los sagrados dioses!, un poco más y hubiese caído, ¿es que me había vuelto loca? Comencé a respirar de nuevo, bajé la vista al notar que algo me sujetaba fuertemente de la cintura, quedé sorprendida al ver que estaba siendo abrazada por unos vigorosos brazos, percibí que mi espalda reposaba sobre un duro pecho y que los fuertes latidos de él rebotaban contra mí, produciéndome un cosquilleo a lo largo de la columna, que se intensificaron cuando le oí hablar.

-¿Estás bien? –preguntó con una voz ronca y sensual.

Yo sólo pude asentir con la cabeza, me había quedado sin voz.

-Bien, ahora ¿me puedes decir que tonterías estabas a punto de hacer?, ¿no te das cuenta que hubieses muerto?
-¿Cómo te atreves?

El cambio de un tono de voz a otro, me hizo reaccionar, ¿quién se había creído para echarme a mí la bronca? Desprendí, no sin gran esfuerzo, sus brazos de mi cintura y me di la vuelta dispuesta a ponerle en su sitio, pero, ¡maldita sea!, volví a quedarme sin voz. Era el hombre más hermoso que había visto en mi vida, y mira que eso era difícil, porque si de algo se caracteriza mi raza es por su belleza, pero ahí estaba ese hombre perfecto, tenía le pelo largo y liso, pero tan rubio que parecía blanco, los ojos -tan azules y claros como su cabello-, parecía que podían llegar a leerme el alma, poseía una nariz recta, una mandíbula poderosa y unos labios jugosos, que provocaban ser besados. Esos mismos labios se curvaron hacia arriba en una sonrisa burlona, alcé la vista, para comprobar que la sonrisa también había llegado hasta sus ojos. Mi corazón empezó a palpitar con fuerza. Y seguí sin poder hablar.

Llevaba años viéndola asomarse al acantilado, la había visto crecer y transformarse en la belleza que era ahora, pero siempre la había observado de lejos, nunca me había atrevido acercarme a ella y no por falta de ganas, porque mi cuerpo y mi corazón se morían por la necesidad de tocarla, pero temía hacerlo. Hoy había sido distinto a los otros días, su pensamiento vino a mí con una fuerza desgarradora, salí del agua transformándome en humano -dotándome de piernas-, y rogué por llegar a tiempo. Cuando la pude sujetar y apartarla de ahí, fue cuando pude comenzar a respirar con normalidad. La abracé fuertemente contra mi cuerpo y no pude evitar gritarle cuando me confirmó que estaba bien, en mi vida me había asustado tanto, y es que si la hubiese llegado a perder, sé que mi vida hubiese carecido de importancia. Cuando se dio la vuelta, me quedé paralizado, si de lejos era hermosa, de cerca no había palabras para describirla, su rostro era la perfección absoluta y sus bellos ojos grises se quedaron clavados en mi corazón para siempre. Sonreí al darme cuenta que yo también le había impresionado. Un dulce aroma flotó ante mí, introduciéndose a través de mis fosas nasales y haciéndome enloquecer de deseo, tenía que ser mía, pero para siempre, ahora que me había acercado a ella, nadie podría jamás separarme de su lado.

-¿Quién eres?, ¿cómo te llamas? –necesitaba saberlo todo de ella.
-Yo… -carraspeó para lograr hacer salir su voz-, me llamo Adayantzi y soy… -dudó en decírselo, porque quizá eso haría que él huyese, pero entre ellos no podía existir la mentira-, soy la hija del Archiduque de Nestor.
-Siempre supe que hacía bien en llamarte mi princesa –vio como ella frunció el ceño-. Yo siempre he estado allí abajo, viéndote asomarte por el acantilado y deseando acercarme a ti-, la miró seriamente-, pero no de la manera que tenías pensado hacer.
-No sé que me pasó, quizá lo hice porque sabía que estabas ahí y quería unirme a ti –confesó ruborizándose y apartando la mirada.

Me acerqué a ella,y mientras con un brazo la acercaba a mi cuerpo, con la otra mano acaricié su mejilla, obligándola a mirarme.

-Quizás no, estoy seguro de eso, ambos nos pertenecemos –acerqué mis labios a los de ella-, somos compañeros-, la besé suavemente-, para siempre.

Mi lengua la probó en lentos lametones, mordisqueé su labio inferior, haciendo que ella abriese los labios, la besé apasionadamente, llenándola con mi lengua y aspirando el gemido de placer que salió de ella. Tenía que seguir saboreándola e impregnarme del olor tan delicioso que emanaba su cuerpo. Mi mano rozó uno de sus pechos y cuando ella gimió, solté a regañadientes su embriagadora boca y la miré, las llamas de pasión que vi reflejado en sus grisáceos ojos me lo confirmaron, pero necesitaba oírselo decir.

-Eres mía, Adayantzi, dilo.
-Soy tuya, igual que tú eres mío, para siempre.

Volví a capturar su boca. Podía oír como las olas golpeaban salvajemente las rocas, igual que su corazón lo hacía contra mi pecho. Por fin sabía lo que era estar en el paraíso, y lo mejor es que siempre estaría en él, con Adayantzi, mi compañera del alma, mi amada.

domingo, 17 de enero de 2010

LA TENTACIÓN


Hace unos meses, una querida y admirada amiga Yrex, desde su estupendo blog, el cual recomendamos a todo el mundo, http://dreams-at-dawn.blogspot.com, organizó un concurso literario. Las bases eran escribir una historia de no más de 2 folios, donde alguno de los personajes de sus increíbles y fantásticas historias fuera el protagonista. Bueno pues allá que nosotras aceptamos el desafío y decidimos presentar nuestras pequeñas ideas, más por participar que por otra cosa eso sí, somos conscientes de las buenas escritoras que andan por la red, pero nos resultó una idea divertida, nueva y sobretodo un reto, y no veáis como nos gustan los retos. Lo cierto es que un día nos llevamos la grata sorpresa que Sokaly tenía premio, el 2º para ser exacto, ambas historias compartían el honor de haber sido elegidas en ese lugar, cosa que como os imaginareis no esperábamos, pero desde luego nos hizo dar botes de alegría durante un buen rato, en realidad durante más de un rato.

Ahora queremos compartir con vosotras esas historias, aquí os dejamos la primera y en unos días tendréis la segunda, esperamos que os gusten y que las disfrutéis.






Acabo de abandonar a mi dulce Irnel en nuestra cama, estaba tan hermosa allí dormida, ojala yo pudiera conciliar el sueño también, pero siento algo extraño que tira de mi, como hace tres noches, algo que me llama encaminando mis pasos hasta el desierto jardín, aquí estoy sólo, sintiendo como la brisa acaricia mi rostro, soy un estúpido perdiendo el tiempo de esta manera cuando podría estar rodeado de los suaves brazos de mi amada, todavía puedo sentir sus temblorosas manos sobre mi cuerpo, aún sigo impregnado por el dulce y sensual olor de mi compañera, sin embargo a pesar que lo que más me apetece es volver a su lado, permanezco aquí entre las sombras.

-Dante, ven.- la voz de mujer de las otras noches vuelve clara hasta mí.

Me llama, pronuncia mi nombre con una dulzura que jamás había oído antes, por los dioses, esa voz me atrae sin remedio, me estoy volviendo loco escudriñando la oscuridad sin conseguir encontrarla, mi cuerpo se ha tensado, se ha endurecido lleno de deseo al oír ese canto de sirena, la necesidad por tenerla cerca es superior a mi.

-Dante, acércate.

Algo se ha movido más allá, estoy seguro, sí allí está, ya puedo verla correr entre los árboles, ahora oigo su risa cantarina que llega a mis oídos y llena mi cerebro. Siento el corazón latir desbocado en mi pecho, se acerca lentamente hasta mi, puedo ver sus andares femeninos, sus caderas oscilando sensualmente con cada paso que da mientras su pelo se ondula al viento movido por la brisa, puedo ver su curvilínea silueta trasparentándose bajo la suave tunica de gasa blanca, puedo ver el brillo de sus ojos cargados de deseo y sus labios entre abiertos pidiéndome que la bese.

-Te esperaba.

-Yo te conozco- sé quien es, sé que aunque tengo derecho sobre esa Erox no debo poseerla, pero no puedo apartar mis ojos de ella.- eres Alexei.

-Tómame Dante.

La tunica ha caído a sus pies, mostrando el cuerpo más sensual que jamás pudiera imaginar un hombre, sus piernas largas y torneadas, su vientre plano, sus senos perfectos coronados por dos erguidos pezones dulces como las fresas, sus hombros delicados, siento que me falta el aire, estoy tan excitado, mi miembro presiona palpitante contra mis pantalones, pidiendo, exigiendo alivio, mi corazón me aconseja que de media vuelta y me aleje de ella, Alexei no siente especial simpatía por Irnel, pero mi cuerpo, por la Diosa Dalen, mi cuerpo arde impaciente por fundirse con el de esa mujer instruida para darme todo el placer del mundo. Y soy un hombre, un hombre débil que no sabe hacer otra cosa que alargar los brazos y estrecharla contra mí.

Mis manos recorren esa piel caliente, que se estremece bajo mis caricias, oigo sus gemidos mientras va desabotonando lentamente mi camisa, siento sus uñas arañar débilmente mi torso desnudo mientras acarició con mi pulgar su pezón erecto, ahora estamos los dos de rodillas, en el suelo, buscándonos, mis labios disfrutan del sabor fresco de su piel, mientras mis colmillos se van alargando por la excitación, ella sigue tocándome, sus manos se deslizan hasta la cremallera de mis vaqueros, sus dedos suaves rodean mi miembro que tiembla agradecido por sus atenciones. No puedo hacer otra cosa que abandonarme al placer, sentir el sabor de mis propias lágrimas y abandonarme en sus manos. ¿Qué estoy haciendo?

-¡Apártate!- grito empujándola con furia.

-Dante me deseas- su sonrisa y su voz vuelven a embriagarme- no puedes negarlo.

-Aléjate de mi, no vuelvas a tocarme nunca más- sé que mi voz no suena lo firme que debería- mañana mismo te iras de aquí.

-¿Por qué?- sus ojos reflejaban odio y fuego, maldad y deseo a la misma vez- ambas podemos ser tuyas.

- ¡No!- tengo que alejarme de aquella tentación llena de curvas- no traicionaré a la mujer que amo con alguien como tú.

Estaba asqueado conmigo mismo por lo que había estado a punto de hacer, lo que ella dijo era cierto, podía tener a ambas, pero no me jugaría el amor de Irnel por nada del mundo, la Diosa Vakeb nos unió y el Dios Amius nos había bendecido, no iba a perder todo aquello por una noche de sexo con una Erox que la utilizaría para dañar a Sabryn.

Irnel sigue dormida, ajena a la traición que yo, su propio compañero he estado a punto de cometer contra ella, aquí estoy de nuevo tumbado a su lado del que no debí separarme nunca, sé que debo decírselo, tiene derecho a saberlo, pero…,

-Dante, ¿te encuentras bien?- pregunta mientras apoya la cabeza sobre mi pecho.

-Irnel…- no le iba a mentir, no se lo merecía- esta noche yo he estado a punto de…

-Lo sé, os vi- el corazón de Dante dejó de latir bajo su oreja- y también sé que no ha pasado nada, no te preocupes más.

-Sabryn…- estoy tan avergonzado que no puedo ni mirarla a la cara, he estado a punto de acostarme con otra mujer bajo sus ojos y allí está ella toda dulzura consolándome, cuando debería insultarme y echarme de su lado.- Yo...

-Bésame- murmura mientras comienza a quitarme la ropa- ámame.

-Siempre - veo en sus ojos violetas el brillo del amor y estoy seguro que para mí no habrá más tentación que aquellos labios que besan mi piel, aquellas manos que se enredan en mi cabello o aquel cuerpo que ahora me acoge en su interior, con voz ronca apenas soy capaz de murmurar –: te pertenezco Irnel, soy sólo tuyo Sabryn.

FIN





miércoles, 13 de enero de 2010

COMO CAMBIÓ EL CUENTO

¿Quién no ha visto alguna de las películas de Disney? Aunque haya sido a regañadientes, por llevar al primo, al sobrino… o simplemente por que te gustan.
Lo cierto es que se sale del cine con una sonrisa en los labios de ver como esas muchachitas tímidas (Blancanieves), osadas (Bella), desafiantes (Mulan)…, luchan hasta conseguir a su príncipe azul.

Pero, no os habéis preguntado nunca ¿Por qué teniendo a los suyos cerca, el afán que tienen en conseguir cosas increíbles? ¿Por qué sus ojos grandes y tristes, se abren como platos y brillan como estrellas cuando aparece el hombre de sus sueños?



Desde aquí os desvelamos algunos secretos, ved por que Blancanieves insistía en no despertar a pesar de los intentos de los entrañables enanitos, por que Jasmine prefirió al humilde ladrón, las ganas de Jane de no abandonar la selva, las dudas de Pocahontas, la inteligencia de Bella al darse cuenta que la belleza está en el “interior”…







Y sí a estas muchachitas se les puede acusar de ser sosas, tiernas o incluso empalagosas, pero creemos que jamás se las podrá tildar de tontas ¿verdad?

Nota: Gracias T. por las imágenes de estos y otros príncipes que no están en esta entrada, pero que no tienen desperdicio.

lunes, 11 de enero de 2010

VIRTUDES DE SOKALY: "LA PACIENCIA"

Aquí llega la última de las virtudes, y vaya virtud no tiene desperdicio o ¿le ponen algún pero?







Reglas:



1º- Agradecer al blog que os la entregó.

2º- Confesad: ¿Cuándo un chico os hace daño, sois de las que a rey muerto, rey puesto o esperáis pacientemente hasta hacer realidad vuestra pequeña venganza?



3º- Darlo a 8 blogs que pacientemente os acompañen en vuestras aventuras.



Nuestras elegidas son:



http://dreams-at-dawn.blogspot.com/

http://bittersimphony.blogspot.com/

http://laradark.blogspot.com/

http://mardetintayletras.blogspot.com/

http://lyrromanticosyeroticos.blogspot.com/

http://mivozdelcorazonenpalabras.blogspot.com/

http://losangelesdeloslibros.blogspot.com/

http://princessdarkcoffin.blogspot.com/

Esta vez como algo especial también se quedará en SokAly, porque nos encanta a una más que a otra jajaja, así que el bebé se queda con sus mamas.

Y por supuesto no nos olvidamos de nuestras queridas seguidoras sin blog: Ithaisa, Mara, Johan, Ana, Andy, Sandra, Sonia, Kathy y Judith. Disfruten.

jueves, 7 de enero de 2010

¡HEMOS SUPERADO LAS 10.000 VISITAS!







CONQUISTADO POR LA PASIÓN (EPÍLOGO)

Niall paseaba en soledad por el gran salón, con las manos entrelazadas tras la espalda, rememorando los meses pasados. La muerte de Muriel y la huida de Liam afectaron a Brianna, la primera porque nadie esperaba el trágico desenlace y él no pudo evitar que su terca esposa viera el cuerpo destrozado de su cruel amante, en su anhelo de prestar una banal ayuda; la segunda, porque durante un tiempo, las pesadillas la atormentaron, despertándola a medianoche temerosa de que hubiese regresado para hacerles daño, pero nadie volvió a ver a aquel cobarde bastardo por sus tierras. Aldair abandonó Dà Teintean a los pocos días del juicio, con los gélidos vientos otoñales azotando en exceso, le esperaba un largo y duro trecho hasta su hogar. Antes de su partida, junto a él y varios de sus hombres, escudriñaron el pedregoso fondo del río en una infructuosa búsqueda por recuperar el medallón. Confiaba que los hados lo hubieran protegido en su retorno por aquellas inhóspitas tierras, ojalá hubiese podido acompañarlo a explicar a los suyos la pérdida de la joya, pero debía permanecer junto a su esposa, aunque sin duda entendieron la comprometida situación en la que se vio sumergido su más leal amigo, los McRea eran gente noble y buena. Nunca dejaría de sorprenderle cuanta depravación encerraban aquellos dos negros corazones, una ya ardía en el infierno, y el otro, esperaba que lo hiciese pronto.


El crudo invierno hacia semanas que dio paso a una brillante primavera, la vida volvía a florecer en las Highlands, el verde ocupó el lugar de las nieves y los brezos salpicaban las colinas con su color, a pesar de esa hermosa estampa, añoraba las noches frías en las que se perdía en el cuerpo de su esposa, tumbándose frente a la candente chimenea y haciendo el amor hasta el amanecer, nunca se saciaba de ella, era tan preciosa y su belleza se incrementó aún más con el paso de los meses, dándole luz y felicidad a su rostro. Le gustaba observarla tranquila y relajada, adoraba posar las manos en su abultado vientre y percibir los movimientos de su hijo en las palmas, todavía recordaba la emoción contenida que lo embargó la primera vez que lo sintió. Daba gracias al cielo por vivir en aquella época de paz, en la que no tuvo que alejarse de Brianna. Su embarazo fue tranquilo, continuó haciendo sus remedios y atendiendo a su gente día tras día, sin mostrar signos de fatiga ni cansancio cuando la necesitaban, a pesar de su cada vez más avanzado estado. Su pueblo aprendió a aceptar a aquella forastera que se convirtió en su señora y a la que ahora veneraban llamándola el ángel llameante, por su rojo cabello, algo que sonrojaba a su modesta esposa. Sí, Brianna era un ángel, uno enviado desde los cielos directo a su corazón, para apartar de él a todos sus demonios.


Se acercó a la mesa, tomó con una temblorosa mano la jarra de cerveza, pero tuvo que sujetarla con las dos, evitando así derramar sobre él su dorado líquido, miró hacia la puerta, al fondo una mujer subía las escaleras a toda prisa con un balde de humeante agua, se giróy dio un largo trago para aplacar los nervios y remojar su garganta seca por la tensión, el sonido de pisadas lo hizo darse la vuelta para encontrarse con los miembros de su clan, que entraban en la sala silenciosos, con la vista clavada en él.


-¿Sucede algo? -preguntó recorriendo con la mirada a cada hombre, mujer y niño presente.
-Hemos venido a esperar con vos -respondió un abochornado Jamie retorciéndose las manos.
-Agradezco vuestra intención, el gesto os honra, pero no debéis descuidar vuestras tareas -contestó complacido por el amor que aquella gente demostraba por su esposa-, en cuanto haya alguna noticia seréis informados.
-Los campos y el ganado seguirán en el mismo sitio mañana, señor -exclamó una voz de mujer que provenía del fondo-, no abandonaremos a nuestra señora, aunque sea con una pobre oración estaremos a su lado.
-Vuestras oraciones serán de gran ayuda -musitó emocionado-, tomad asiento, que alguien vaya a las cocinas a por algo de comer y beber.
-Señor -su lugarteniente apoyó una mano en su hombro-, ¿cómo es que no estáis arriba?
-Es lo que más deseo -contestó mirando a su hombre de confianza-, pero mi esposa amenazó con arrebatarme mi hombría y esas condenadas mujeres que la atienden secundaron su bravata, así que salí del cuarto de inmediato. Dijeron que me avisarían tan pronto como ocurriera el alumbramiento, y de eso hace horas-, replicó exasperado, presionando el borde de la mesa con los dedos.
-Tranquilizaos, señor -lo animó Douglas con una sonrisa-, a pesar de su delicada figura, la señora es una mujer fuerte, todo saldrá bien.
-Con la ayuda del Señor -replicó atusándose el pelo.


La paciencia de Niall llegaba a su fin, los nervios ahora eran como una tenaza que le mordía por dentro, pellizcándole salvajemente el estómago. ¿Por qué tardaba tanto? El temor lo asaltó recorriendo su columna, respiró profundamente intentando inhalar algo de aire en sus oprimidos pulmones, ¿sería Dios tan injusto, permitiéndole amar a una de sus más bellas criaturas, para luego arrebatársela de su lado?, no era la primera vez, ni sería la última, que una mujer moría dando a luz, y Brianna además, no era una mujer robusta. Cerró los ojos mareado, "no me hagáis eso, no me arranquéis el corazón, llevadme a mí si alguien tiene que morir". Aflojó la presión con que sostenía la jarra que se estrelló contra el suelo y preso del miedo, abandonó a toda prisa el salón ante la mirada atónita de los presentes. Subió los escalones de tres en tres, corría por el largo pasillo cuando el llanto de un bebé hizo que sus pies se clavaran en la piedra, se obligó a arrastrar un pie y después el otro para seguir su camino. La puerta de la alcoba se abrió, una sudorosa Margaret salió secándose las manos en el mandil, se inclinó ante él en cuanto lo vio.

-Mi señor -una resplandeciente sonrisa iluminaba el rostro de la mujer-, felicidades mi señor, habéis sido padre de un sano y hermoso varón.
-Y ¿mi esposa? -murmuró con un nudo en la garganta-. ¿Cómo está Brianna?
-La señora está perfectamente -contestó la mujer-, aunque cansada, me envió a buscaros para que compartáis su dicha.

Niall aupó a una sorprendida Margaret, que lanzó un chillido al verse girar en el aire en brazos de su serio Laird, la depositó en el suelo y besó su mejilla, luego fue al encuentro de su esposa, dejando a la sonrojada sirvienta boquiabierta.

Abrió la puerta y se fijó en la iluminada estancia, las mujeres recogían presurosas los enseres utilizados durante el parto, Brianna yacía con los ojos cerrados en el centro del amplio lecho, con el rostro aún ruborizado por el esfuerzo y con el cabello desparramado por la almohada como una cascada de fuego, era la imagen más bella que jamás contempló, se acercó lentamente sentándose en el borde de la cama, ella abrió los ojos y le sonrió.

-Niall -estiró un brazo hacia él.
-Brianna -enlazó los dedos con los suyos-. ¿Cómo os encontráis, mi amor?
-Exhausta, pero muy feliz -dijo con voz pausada-, os di un varón.
-Me honrasteis con ello -acarició su mejilla con los nudillos-, mas estaría igual de satisfecho si me hubieseis dado una hembra, porque sería vuestra y eso es lo único importante.
-¿Os he dicho alguna que os amo?
-Nunca.
-Mentiroso -le dio una pequeña palmada en la pierna-. Estoy completamente enamorada de vos.
-Me alegra ver que no habéis perdido esa docilidad que os caracteriza -pegó su frente a la de ella-. He estado preocupado por vos, temí tanto perderos.
-Un día os prometí que siempre estaría con vos y pienso cumplirlo -rozó su nuca apreciando la tibieza de su piel-. ¿Habéis visto a vuestro hijo?
-Lo veré ahora -depositó un tierno beso sobre sus labios-, antes quería saber de vos.
-Es hermoso, como su padre.
-Si es hermoso -tomó uno de sus mechones y lo enrolló en el dedo-, se parecerá a su madre.

Una mujer con el bebé en brazos se acercó hasta ellos, y con un gesto de complicidad, depositó al niño arropado en una fina capa, sobre el pecho de Brianna, ella se lo entregó a Niall que lo tomó con manos temblorosas, le destapó con cuidado, era un niño sano y fuerte con todos los dedos, tragó saliva para mantener las lágrimas a raya al ver a aquella criatura perfecta. Niall acarició con suavidad la carita de su hijo, el bebé se removió inquieto y abrió la boca cuando le rozó los labios.

-Creo que será un glotón -murmuró abrumado por la emoción, depositándolo en brazos de Brianna-. Este mozalbete necesita un nombre, ¿cómo os gustaría llamarlo?
-Aidan -respondió llevándose a su hijo al pecho, que comenzó a succionar tan pronto encontró el objeto de su deseo-, si a vos no os importa.
-Que así sea, si ese es vuestro deseo -susurró conmovido por el nuevo regalo que acababa de hacerle su esposa.

Los vítores llenaron la sala, hombres y mujeres celebraron con alegría el nacimiento del primogénito de su Laird, El Lobo tenía su cachorro y una hembra resistente y generosa que los honraba con su coraje y su dulzura. Muchos quisieron subir a ver al recién nacido, pero Margaret y Douglas, les aseguraron que más tarde conocerían al pequeño Lobezno, ahora era tiempo de celebrar la buena nueva, tal como el señor y la señora deseaban, los toneles de cerveza y las piezas de carne comenzaron a cubrir las mesas y todos accedieron a ver más tarde a la criatura.

Niall tomó entre sus musculosos brazos el diminuto cuerpo de su hijito, el agotamiento venció a Brianna que se quedó dormida tan pronto amamantó a su bebé. Ordenó a la última de las criadas que salieran del cuarto, se tumbó junto a su esposa y colocó a Aidan sobre su amplio tórax, miró a uno y a otra, su esposa, su hijo, su familia, cerró los ojos y juró defenderlos con su propia vida, con la última gota de su sangre, de cualquiera que quisiera hacerles daño. Ojalá la convulsa y vieja Alba(*) siguiera viviendo tiempos de paz, para ver crecer a este y a los otros hijos que llegarían. Observó cautivado a su mujer y juró hacerla feliz todos y cada uno de los días de su existencia. Brianna sonrió y pronunció su nombre en sueños, Niall supo en ese instante, que una vida no abarcaría para amar a aquella beldad que le conquistó con su pasión, su dulzura y su amor.

FIN

(*) Escocia en gaélico.

Una vez más y por última vez, por lo menos con esta historia, queríamos agradeceros vuestro constante apoyo y vuestras palabras de ánimo. Os lo hemos dicho muchas veces, pero no os podéis hacer una idea de lo mucho que eso supuso para nosotras, porque escribir una novela no es nada fácil y cuando nos recompensais con vuestros comentarios, es cuando sabemos que valió la pena.
Gracias de todo corazón.
Mariola y Adela.

martes, 5 de enero de 2010

CONQUISTADO POR LA PASIÓN (CAPÍTULO31)




El salón estaba atestado, las personas se pegaban unos a otros, revolviéndose incómodos por la estrechez y el calor, pero nadie quería perder su lugar para ver el desarrollo del juicio.
Niall ocupaba su lugar en la mesa principal, con Brianna a su derecha y Aldair a su izquierda, en el centro de la sala, escoltados por varios de sus hombres, se encontraban Muriel y Liam, la primera con la vista bajada y el segundo mirando al frente, con la barbilla alzada y la mirada desafiante.
Niall se puso en pie y los presentes comenzaron a acallar sus voces a la espera de las palabras de su señor.


-Ya todos conocéis el motivo de esta sesión, los nefastos crímenes de qué se les acusa a Muriel y a Liam, -tragó saliva intentando bajar el nudo que se formaba en la garganta-, de asesinar al antiguo Laird del clan, de intentar acabar con la vida de mi esposa-, los dedos de Brianna entrelazaron los suyos tras la mesa -, así como de levantar calumnias para acusarla de brujería, las cuales muchos de vosotros creísteis, haciéndome sentir vergüenza de mi pueblo por la actitud desagradecida hacia una mujer que os prestó su ayuda desinteresada..

Fueron muchos los que bajaron la cabeza ocultando su turbación, pero pronto la gente comenzó a gritar lanzando insultos e improperios contra los acusados.
Niall elevó su mano libre y todos callaron de inmediato.

-Son acusaciones muy severas, confirmadas además por ellos mismos, pero soy un hombre que defiende la justicia, así que antes de dictar mi sentencia os concederé la oportunidad de defenderos.
-Jamás afirmé haber intervenido en la muerte de vuestro hermano, ni en el envenenamiento de vuestra esposa -espetó Liam.
-Cierto, más vuestra huida os declaró culpable.
-Me asusté cuando ella me acusó, todos sabemos la influencia que Muriel ejerce sobre vos. ¡Pero yo soy inocente!
-Desgraciadamente así fue en una época, más afortunadamente para mí se hizo la luz y pude ver su maldad.
-Vos lo habéis dicho, ella es pura maldad –exclamó Liam señalándola.
-¿Cómo os atrevéis? -chilló Muriel, su gélida mirada desprendía veneno, se abalanzó sobre él pero unas fuertes manos la sujetaron impidiéndoselo, se revolvió furiosa para enfrentarlo-. Siempre fuisteis mí aliado, ¿quién vertió la amanita que le produjo las extrañas visiones a Aidan haciéndole caer del caballo? Vos, ¿quien vertió la belladona en la cerveza que iba destinada a Brianna, y que por desgracia, tomó Niall en su lugar? De nuevo vos, negadlo si podéis-, desvió despacio la vista hacia él-. Creedme Niall, jamás hubiese podido hacerlo sin su cooperación.
-¿Por qué? ¿Acaso mi hermano no os dio vuestro lugar? -preguntó asqueado – explicadme el motivo por el que necesitabais su colaboración.
- Por que os amo, desde el primer día en que os vi quise que fuerais mío -sollozó- Liam me deseaba y aproveché la oportunidad que ese deseo me brindó para convencerlo que me ayudara.
-Suficiente Muriel.
-No, no lo es -dijo alzando la voz-. ¿Tenéis idea de lo que es tener un marido al que odias mientras amas a su hermano? Sí, detestaba a Aidan por estar de acuerdo al suscribir aquella alianza que me unía a él desde que era casi una niña, el bastardo de mi padre me obligó a yacer con él para consumar ese maldito acuerdo. Sí, deseaba la muerte de vuestro hermano cada vez que sus manos tocaban mi cuerpo, sólo mi cobardía y pensar que erais vos quien me hacia el amor, me ayudaron a soportarlo.
-¿Acaso pretendéis insinuar que Aidan os violó?
-No, pero no supo negarse, nunca tuvo vuestra fortaleza ni vuestro valor.
-Y por eso decidisteis que era mejor uniros a esa rata de Liam- bramó enfurecido.
-Os aseguro que mi unión con él no fue placentera, no podéis imaginar el asco que sentí cuando me poseyó- lloró mirando a Liam de soslayo- pero no me arrepiento de ello, pasaría de nuevo por todo con tal de reteneros a mi lado.

El corazón de Niall palpitaba a toda velocidad, su visión se tiñó del color de la sangre y a pesar que los ensordecedores latidos retumbaban en sus oídos, las crueles palabras de Muriel se filtraban hasta su cerebro llenándolo de ira, tan sólo al sentir la calida mano de Brianna apretando la suya, pudo controlar su odio y no lanzarse a por aquella arpía y estrangularla.

-¡Basta! No sois más que una vulgar ramera disfrazada de dama, cualquiera de las fulanas de las tabernas es más digna que vos. No quiero oír más aberraciones que salga de vuestra viperina boca -cerró los ojos con fuerza intentando aplacar la furia y el instinto asesino que lo recorría, no creía lograrlo, pero sus nervios se apaciguaron al notar el torso de Brianna adhiriéndose a su cuerpo sin llegar a soltar su mano.. Abrió los ojos y la miró.
-Tened valor mi amor, estoy con vos -musitó al ver la agitación que lo recorría -sé que sois justo y noble, y vuestra decisión debe estar marcada por eso, no os dejéis cegar por la vileza.

Niall asintió, agradeciéndoselo con una sonrisa, antes de dirigir la vista al frente.

-Agradeced a mi esposa que perdone vuestra vida, por que os aseguro que mis manos tiemblan por querer cerrarse sobre vuestro cuello y apretar hasta arrancaros el último aliento vuestra miserable vida, pero eso me colocaría al mismo nivel que vos, mi sed de venganza no manchara mis manos con vuestra asquerosa sangre, viviréis para pagar cada una de vuestras maldades –deshizo despacio el enlace con Brianna para apoyar ambas manos sobre la mesa antes de sentarse-. He escuchado atentamente cada una de vuestras palabras y he tomado una decisión, una que debí tomar tan pronto mi hermano recibió sepultura, si vuestra hermosura no me hubiese obnubilado. Mañana, al despuntar el alba, seréis conducida de vuelta a vuestro padre, Duncan McDonell sabrá que hacer con vos.
-¡No! Os lo pido por Dios, -suplicó cayendo de rodillas – no me devolváis a él.
-Mi veredicto es inamovible. ¡Alzaos! vuestras lágrimas ya no me conmueven.
-Tened piedad de mí -sollozó Muriel.
-¿Piedad? -Golpeó con los puños sobre la mesa-, ¿acaso vos la tuvisteis con mi hermano? O ¿acaso fuisteis clemente con mi esposa?
-Sois conocedor de la crueldad de mi padre, me azotará, me torturará –chilló horrorizada-, no dudará en matarme.
Entonces guardad vuestro llanto y vuestras peticiones de benevolencia para cuando estéis ante él -elevó la voz entre sus gritos histéricos para dirigirse a dos de sus hombres-, apartadla de mi presencia, llevadla a sus aposentos y mantenedla vigilada.

La izaron sujetándola de las axilas y la sacaron casi a rastras, mientras vociferaba rogando compasión, revolviéndose sin cesar, la gente se apartó para dejarles pasar, muchos mostraron su repulsión escupiendo a su paso.

-Tened paciencia -informó a Liam que seguía custodiado-, ahora me ocuparé de vos.

Apenas abandonaron el salón, Muriel recobró la compostura deteniéndose en seco, obligando a los hombres a parar también. Tras alisarse las faldas de su vestido, se irguió mirando al frente.

-Soltadme, malditos gusanos –exigió sacudiéndose-, puedo caminar sola.

Se miraron indecisos, mas la liberaron de su agarre encogiéndose de hombros. Comenzaron a subir a su zaga, al llegar casi al final de las escaleras que accedían a los dormitorios, se apartaron para dejar paso a una de las criadas que bajaba cargada de ropa, Muriel no dejó escapar la oportunidad que apareció ante ella, tomando a la desprevenida muchacha del brazo, la lanzó con fuerza contra sus guardianes que se apostaban contra la pared. Aprovechando el pequeño tumulto, Muriel continuó ascendiendo, corriendo como nunca antes. Llegó sin resuello a las almenas, los improperios de sus vigilantes acercándose raudos, la impulsó a sus trémulas piernas a aproximarse al muro y encaramarse, no sin esfuerzo, a él.

-Deteneos señora -gritó uno de ellos.
-No regresaré junto a mi padre, prefiero morir aquí, que entre sus despiadadas manos.
-Avisad al Laird, trataré de evitar que condene más su alma –susurró a su compañero, que tras asentir partió a toda velocidad.


Brianna observó como Niall intentaba reponerse de lo sucedido instantes antes, había aprendido a conocerlo durante los meses de convivencia, por fuera continuaba siendo El Lobo, fuerte, orgulloso, invencible, mas por dentro sus heridas sangraban y tardarían mucho en cicatrizar. Se acercó más a él, acariciando su brazo lentamente. La entrada de un hombre corriendo al salón parándose delante de ellos, impidió que las palabras de ánimo fluyeran de su boca.

-¿Qué ocurre Cian?
-La señora escapó y está en las almenas dispuesta a saltar al vacío –contestó sin apenas respiración.

Los murmullos se elevaron hasta alcanzar la algarabía.

-Debéis hacer algo, mi señor –instigó Brianna .
-Vuestra esposa tiene razón, amigo -confirmó Aldair.
-Sí –aseveró poniéndose en pie-, subiré arriba.
-Voy con vos -dijo ella.
-No, quiero que me esperéis en vuestros aposentos.
-No pienso dejaros solo en este momento.
-Aldair me acompañará.
-Y yo también lo haré –recalcando cada palabra con un golpe seco de su dedo en su abultado bíceps, tras lo cual, comenzó a caminar hacía la salida, dejando a ambos atónitos, se detuvo unos instantes y los miró por encima del hombro. -¿Pensáis venir o vais a quedaros ahí como dos pasmarotes?
-Vaya una mujercita cabezota os habéis conseguido –rió dándole una palmada en la espalda.
-Sí -sonrió con orgullo-, he tenido suerte ¿verdad?
-La mejor del mundo, amigo.

Echaron a andar tras ella y cuando ambos llegaron a su altura, Niall enlazó su cintura y la atrajo hacia él, depositó un beso en su frente cuando le miró sonriendo.


Liam paseó la vista por la desértica sala, debido a la acción de Muriel la horda de curiosos salió en tromba, sólo los dos hombres que se encargaban de su custodia permanecían cerca de él, ambos charlaban relajados sin prestarle apenas atención, casi grita de alegría al ver que la suerte volvía a ser su aliada y no pensaba dejar escapar la oportunidad. Sólo tuvo que esperar hasta que uno de ellos le dio la espalda para arrebatarle la espada, moviéndose velozmente la tomó y enterró el frío acero entre sus costillas, el otro hombre no corrió mejor fortuna, aunque pudo hacerle frente, fue incapaz de superar a Liam en destreza y acabó uniéndose a su compañero en el suelo, bajo un charco de sangre.
Abandonó con rapidez el salón, escondiéndose entre las sombras para evitar ser visto, se asomó con cautela al exterior, y tuvo que morderse el labio para no soltar una carcajada, la ramera había tenido el detalle de querer suicidarse a espaldas de la entrada al castillo, sin saber que con ello abría el camino de su libertad. Corrió adentrándose en los solitarios establos, montó en su caballo y partió al galope como alma que lleva el diablo.

Cuando llegaron arriba, encontraron a Muriel subida en el muro contemplando el vacío, su vestido se arremolinaba a su alrededor agitado por el viento. Niall dejó a una angustiada Brianna a cargo de Aldair y se acercó a ella.

-Bajad de ahí, Muriel. –musitó pausadamente.
-Niall -giró el torso para mirarle con los ojos colmados de terror-, no regresaré bajo el yugo de mi tirano padre.
-Bajad y hablaremos de ello -trató de tranquilizarla.
-¡Mentís! –Gritó deslizando un pie hasta el borde-, me llevareis con él.
-Os juro por mi vida que discutiremos el asunto –tendió una mano para que ella la tomase-, creedme.
-Nunca me amasteis, ¿verdad? -murmuró tristemente-. Os he amado intensamente Niall y siempre lo haré.
-Escuchadme, por favor -adelantó un paso.

Antes de que pudiera acercarse lo suficiente como para agarrarla, le dedicó una melancólica sonrisa y saltó. Niall se precipitó hasta el borde tratando de asirla, pero sólo alcanzó a ver su cuerpo rebotó contra la muralla antes de estrellarse contra el suelo.

Oyó el grito ahogado que Brianna dejó escapar cuando Muriel se arrojó al vacío, vio a su gente correr hacia el cadáver de la infortunada, cerró los ojos murmurando una leve plegaria por el alma de aquella mujer que enferma de amor, sembró tanta maldad. Parpadeó para evitar que las lágrimas fluyeran, a pesar de todo sentía una profunda pena por la pérdida de aquella joven vida. Lentamente se volvió hacia su esposa que seguía junto a Aldair, estiró los brazos y sin dudarlo ella corrió a refugiarse en ellos, la estrechó contra él y la abrazó con todas sus fuerzas, sintiendo su calidez, mientras en su pecho su corazón latía desbocado.

-¿Os encontráis bien? -preguntó él junto a su oído.
-Sí, ¿y vos?
-Ahora que estáis conmigo, sí. Nunca me dejéis Brianna.
-Estaré con vos siempre mi amor, incluso cuando nuestros cuerpos alimenten la tierra, seguiré con vos en la eternidad.

Brianna sintió como sus pies se despegaban del suelo cuando la alzó por la cintura para ponerla a su altura, entrelazó los brazos en su cuello, sus labios se buscaron fundiéndose en un ardiente beso que caldeó cada centímetro de su piel.



CONTINUARÁ...

lunes, 4 de enero de 2010

VIRTUDES DE SOKALY: LA CARIDAD

Chico caritativo donde los haya, ya que en solidaridad con nosotras, que pasamos algo de frío en España, decidió pasarlo él también, ¿no es un encanto?




Reglas:

1º-Agradecer al blog que te lo dio.

2º- Confesad: ¿Por caridad alguna vez decidiste regalar tus besos a ese chico que te miraba con ojos tristes?

3º- Esta vez se lo daremos a 7 blogs que se apiadan de todas nosotras subiendo cosas muy interesantes.

Y he aquí nuestras elegidas:


http://dreams-at-dawn.blogspot.com

http://ladysandal.blogspot.com

http://bittersimphony.blogspot.com

http://laradark.blogspot.com

http://mardetintayletras.blogspot.com

http://elrinconromanticayerotica.blogspot.com

http://inmycityofglass.blogspot.com



Y como no, también va para mara, Ithaisa, Johan, Ana, Andy, Judith, Sandra y Kathy, porque sin sus comentarios no sé que haríamos, se os quiere.

sábado, 2 de enero de 2010

CONQUISTADO POR LA PASIÓN (CAPÍTULO30)

La sangre de Niall se caldeó al recorrer lentamente con la mirada el exquisito cuerpo de Brianna. Un cuerpo que se encargaría de adorar hasta su último aliento. Alzó los ojos para encontrarse con los de ella cargados de deseo, cuando una delicada mano se deslizó por su marcada mejilla.

-Brianna, no podéis imaginar lo profundo de mis sentimientos hacia vos.
-Sí puedo, amor mío -deslizó un dedo por su labio inferior, fascinada por su suavidad, Niall abrió la boca y lo atrapó, curvando su lengua alrededor de él-, si es tan profundo como el que siento yo por vos.

Niall capturó sus labios con un ansia salvaje, perdiéndose en su interior con un largo y húmedo beso.

Brianna se moldeó contra él, estrechando con los brazos su amplia espalda e introduciendo la lengua más profundamente en su boca, haciéndole jadear.
Deslizó la mano por el costado, apretó sus duras nalgas y continuó hasta alcanzar su rígido y grueso miembro ahuecándolo en su palma, desplazándola suavemente por toda su longitud, él comenzó a balancearse contra ella con la respiración agitada.

Niall echó la cabeza hacia atrás, apretando los dientes con fuerza, esa mano recorriendo su verga le inflamaba tanto los sentidos, creyó que iba a explotar de un momento a otro de puro placer, obligándose a resistir, posó los labios en la curva de su suave cuello, bajando poco a poco hasta sus pechos, dejando un reguero de ardientes besos en su recorrido. Atrapó uno de los sonrosados pezones, lamiéndolo y succionándolo, Brianna gimió rogándole más, liberó el delicado y duro pico, acercándose al otro y embriagándose en él con avidez, mientras las puntas de sus dedos se deslizaron por su vientre alcanzando su resbaladiza grieta, separó sus pliegues y los introdujo en ella. El cuerpo de Brianna se arqueó ante la invasión dejando escapar intensos gemidos. La cara de Niall se iluminó con una sonrisa de orgullo masculino, mientras trazaba círculos alrededor de la dolorida e hinchada zona.

-Estáis húmeda y lista para mí, amor -murmuró con voz ronca junto a su boca-. No puedo esperar más.
-No lo hagáis -respondió entre jadeos-, necesito teneros dentro de mí.

Niall se posicionó rápidamente entre sus piernas, separando sus muslos el máximo posible y situándose en su entrada, se deslizó en su cremoso interior de una embestida, gimiendo cuando se encontró profundamente enterrado en ella. Sentir los músculos de su apretada carne palpitando a su alrededor y sus piernas entrelazadas en su cintura, casi le hizo perder el control. Comenzó a empujar con fuertes embates.

Brianna abrió los ojos dejando escapar un largo gemido, cuando la colmó plenamente. La imagen de su esposo, con la frente perlada de sudor, saliendo casi por completo y volviendo a sepultarse hasta lo más hondo de su ser, llenó su visión y su corazón, una lágrima resbaló por su sien... el Lobo era suyo, solamente suyo.

-Os amo, Niall.

Niall atrapó su boca devorándola con codicia, asiéndola de las nalgas para apretarla más a él, sus caderas golpearon contra las de ella, con acometidas cada vez más poderosas.

El climax arrasó a Brianna que comenzó a convulsionarse descontroladamente, gritó su placer con cada contracción que sacudía su cuerpo.

Niall se deleitó con su estampa abandonada al éxtasis, las mejillas sonrojadas, los labios hinchados por sus besos, los ojos entornados y un gesto de placer que atravesaba su rostro, provocó que alcanzara el orgasmo más grande de su vida, mientras derramaba su ardiente simiente en su interior.
Cuando el frenesí de la culminación dio paso a la calma, la acurrucó en la prisión de sus brazos, sintiendo la seda de sus cabellos bañando su piel.

-Niall -murmuró todavía con la respiración agitada.
-Ummm.
-Tengo algo que contaros -él intentó reprimir un bostezo-, pero parecéis cansado, hablaremos mañana.
-Me dejasteis exhausto, mi señora, pero eso no justifica que os lo guardéis -sonrió con picardía haciéndola cosquillas.
-Ya basta, Niall -dijo retorciéndose de risa-, parad, por favor.
-Obedezco -tamborileó los dedos en su espalda-, mas os advierto, si no sois rauda en hablar, no tendré piedad de vos.
-Estoy embarazada, ¿os parece suficientemente rápido? -cuando las manos abandonaron su cuerpo y cayeron de golpe sobre la cama, se animó a levantar la vista, quedando sorprendida por su palidez-, creí que deseabais un hijo.

Niall asintió mirándola con embeleso, mientras la noticia penetraba en su mente y en su corazón, su boca fue curvandose hacía arriba, estallando en una carcajada frenética. La abrazó con fuerza, provocando que ella riese también. La soltó de pronto asustado y acunó su rostro entre sus manos.

-Disculpad mi brutalidad, ¿os lastimé?, ¿os encontráis bien? -preguntó preocupado.
-Estoy encinta no enferma, mi señor -le guiñó un ojo coqueta-, una mujer en mi estado necesita cuidados especiales, así que os rogaría que no escatimarais vuestros abrazos ni vuestras caricias.
-Brianna -exclamó sonriendo ante su femenino gesto-, no sólo me habéis dado el amor más bello e incondicional que ningún hombre podía desear, sino que me vais a dar un heredero-, la alzó de su pecho embargado por la emoción-, ¿os dais cuenta, mi vida? Nuestro hijo-, la acercó besándola con tanta ternura que Brianna creyó morir de pura felicidad.

Cuando Niall liberó sus labios, se apoyó contra su hombro.

-Hasta ahora no vi sentido alguno al nombre que mis antepasados eligieron para el castillo Dà Teintean, pero eso cambió, ya que dos fuegos gobiernan mi vida, el de vuestro flamígero cabello y el de vuestra abrasadora pasión.

Ella acarició conmovida su garganta con la nariz, absorbiendo su masculino olor, se durmió henchida de dicha, tras depositar un beso en ella.

Niall supo que dormía cuando su respiración se volvió regular y profunda, la acomodó sobre las sábanas y acarició el vientre donde se gestaba una nueva vida, su hijo, un varón que lo sustituiría años después y al que se encargaría de entrenar y preparar para convertirlo en un buen Laird, frunció el ceño, o tal vez una hembra, a la que sentaría en sus rodillas y contaría sus hazañas mientras la veía crecer, fuera lo que fuera lo amaría igual, aunque sin duda prefería un muchacho, ya que si el destino le deparaba una hija no estaría preparado para luchar contra sus pretendientes cuando se convirtiera en una hermosa mujer como su madre, sonrió ante sus propios pensamientos, la atrajo fuertemente hacia él cuando ella se recostó contra su torax, pero aflojó el abrazo al oírla protestar en sueños. Ahora más que nunca, su pequeña y adorada esposa precisaba descansar. Suspiró agradecido por las satisfacciones que le otorgaba el Todopoderoso, no sólo encontró el amor verdadero sino que además le bendecía con un hijo, Observó a la dulce mujer que yacía dichosa entre su recia protección y se le revolvieron las tripas al recordar las veces que había fornicado con Muriel y no pudo evitar que su conciencia lo declarara culpable, como pudo ser tan asno y no darse cuenta de la clase de hembra que era, pero la venda había caído de sus ojos y pagaría por todo el daño causado. Perdonadme hermano, suplicó en silencio, antes de que el sueño lo venciera.

CONTINUARÁ...

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