domingo, 30 de mayo de 2010

PREMIO UN BLOG CON MAGIA



Reglas:


1-Agradecer a quien os lo entregó.


2-Entregárselo a 5 blogs.


Todos los blogs de una manera o de otra son mágicos, por lo tanto desde el corazón os damos el premio a tod@s,
pero físicamente se le tenemos que dar a 5, porque las normas son las normas:




http://goxu-amanecercontigo.blogspot.com


http://embelleciendotublog.blogspot.com


http://rpa-school.blogspot.com/


http://vanessacullenwolf.blogspot.com/


http://laquasv.blogspot.com/

viernes, 28 de mayo de 2010

CONQUISTADO POR UN SUEÑO CAPÍTULO 3




— ¿Oiga? —sacudió su hombro suavemente-,señor, despierte .
Al no ver reacción alguna, intentó desprenderse del agarre del garfio que era su mano, pero la firmeza con que la sujetaba era increíble para una persona que se encontraba desmayada, ni unas esposas hubiesen sido tan efectivas.

—Como la policía se entere de semejante poder —presionó varias veces el dedo índice sobre su torso-, no dude que le meterán en nómina.

Miró de nuevo a su alrededor, pero el camino seguía igual de desértico que hacía unos minutos, ¿Dónde estaba la gente cuando se la necesitaba? Aproximó su mano libre a las pálidas mejillas del hombre golpeándolas con delicadeza, ni un solo gesto de su semblante cambió, "en fin, a grandes males grandes remedios"; pensó pegándole esta vez con algo más de saña, consiguió que sus pómulos cogieran color, pero sus ojos permanecieron cerrados. Se pellizcó el puente de la nariz intentando pensar como salir de esta y dejó escapar una larga exhalación.

Sólo tenía dos opciones decidió, o chillaba con todas sus ganas para ver si un alma caritativa se apiadaba de ella y venía en su auxilio-aunque por lo que podía observar los único seres vivos que había por la zona eran las ovejas que pastaban a lo lejos y algo le decía que esas no serían de mucha utilidad-, o… intentaba averiguar quien era el “afortunado” que tuvo el placer de chocarse con su coche.

Dejó caer la mano que tenía presa y por primera vez le examinó detenidamente, sus cejas se elevaron en señal de sorpresa y de la boquiabierta boca salió un guauuu.

Paseó los ojos por aquel cuerpo inerte, ese hombre iba bien ligero de ropa, cuando la temperatura todavía fresca para aquella época del año no justificaba la falta de camisa, además, aunque no era muy ducha en los colores que caracterizaban a cada clan, los que conformaban el tartán que le atravesaba el pecho no le sonaban en absoluto.

Tenía que admitir que no estaba nada, pero que nada mal, ¡qué leches! Estaba para mojar pan y acabar con dolor estomacal de tanto comer. Ese rostro era digno de portada, ya quisiera más de un modelo tener esa estructura ósea junto con esos labios plenos, esa nariz casi perfecta, esos ojazos que aunque ahora permanecían ocultos bajo las largas pestañas, tenían el color del trébol de las Tierras Altas y te hacían desear perderte en ellos sus dedos fueron hacia un pequeño mechón que reposaba en su frente, se quedó ensimismada por el color del trigo maduro bajo los tibios rayos del sol que le caracterizaba y su suavidad la asombró todavía más.

Confirmado, no cabía duda que se quedó ciega durante un momento, porque ¿cómo era posible que tampoco se hubiese fijado en esos anchos hombros y en ese espléndido y musculoso pecho? Sacudió la cabeza "Liana, concéntrate y busca lo que tienes que buscar"; se regañó a si misma.


No veía ninguna mochila ni tampoco ningún sporran, sabia que algunos chicos llevaban una pequeña bolsita de tela, donde guardaban sus documentos, sujeta a la cintura, palpó por si así tenía mejor suerte, demorándose más de lo debido en tocar esos férreos muslos. El kilt se le había subido por encima de las rodillas dejando ver gran parte las impresionantes piernas, su mano cobró vida propia y fue bajando hasta llegar al tosco dobladillo, lo cogió con las puntas de los dedos, miró a ambos lados para asegurarse que seguían solos y lo levantó, asegurándose a sí misma que sólo y exclusivamente lo hacía por si tenía algún bolsillo oculto, se agachó para poder contemplar mejor lo que ocultaba esa vestimenta y admitiendo, al tiempo que se mordía el labio inferior, deseaba que fuese tan tradicional como hasta ahora lo parecía y no llevase ningún slip debajo.

—Madre mía… —pestañeó incrédula, debía estar bajo un fuerte shock por el accidente, aquel miembro que descansaba entre sus extremidades tan inerte como su dueño no podía ser más que fruto de una alucinación-. Oh, Dios.
—Dios no…, Aldair… —balbuceó el poseedor de tan magistral instrumento—, Aldair McRea.

El rostro de Liana automáticamente se encendió como una bombilla y fue incapaz de moverse, permaneció oculta por la tela muerta de vergüenza, si en esos momentos la tierra decidiese tragársela sería la mujer más feliz del mundo. Decidió esperar para ver si se producía tal evento, después de todo las fallas no se desplazaban así como así, por lo tanto, resolvió darle un margen de unos minutos, eso sí, durante ese tiempo ni siquiera pestañearía, se quedaría tal y como estaba, ni loca pensaba mirarle a la cara.

—¿Qué sucedió? —susurró Aldair—. ¿Dónde me hallo?

Apenas se lo podía creer, ¿sería posible que no se hubiese dado cuenta qué exactamente estaba observando ella? Se atrevió a levantar un poco la cabeza y mirarle por encima del dobladillo, vio que se presionaba con los dedos la sien derecha y… ¡tenía los ojos cerrados! Mentalmente saltó varias veces de la alegría. Dejó caer el paño como si le quemara, orando para que él siguiera en su actual estado de ignorancia.

Carraspeó antes de hablar.

-¿Se encuentra bien?

-Yo… sí, así es. —se removió inquieto.

-No sabe el consuelo que supone para mí oírle decir eso –musitó aliviada y asombrada por aquel fuerte acento que no lograba ubicar.

Acariciado por la melodiosa voz de la mujer, Aldair abrió los ojos asentándolos en ella. Lo primero en que le llamó la atención fue la escasa longitud de su pelo, le pareció una verdadera pena que semejante cabellera, tan oscura como las noches sin luna y tan reluciente como cualquiera de las múltiples estrellas que titilaban en el firmamento al anochecer, hubiese sido cortada de tal manera que dejaba ver el esbelto cuello sin ningún impedimento, probablemente debió sufrir una epidemia de piojos, no encontraba otra explicación ante semejante escabechina. Tenía la piel dorada, como si los rayos del sol hubiesen jugado con ella, sus dedos se agitaron impacientes por la necesidad de comprobar si era tan sedosa como parecía, pero se contuvo, prometiéndose que pronto le pondría remedio a eso. Se le olvidó respirar cuando se topó con su intensa mirada, sus iris eran negros como carbones, rodeados de unas largas y espesas pestañas le atravesaron como el puñal más afilado. Apartó con esfuerzo la vista de aquellas incasdencencias que se clavaban en él y la deslizó hacia la boca, unos labios rosados y plenos aparecieron ante él, nunca había visto un rostro tan hermoso y dudaba que jamás tuviese oportunidad de volver a disfrutar de semejante belleza.

—¿Se le ha comido la lengua el gato? —preguntó con una amplia sonrisa.
— ¿Cómo decís?
—Nada, olvídelo —gesticuló con la palma en el aire restándole importancia—. Necesito ir a por mi móvil para llamar a una ambulancia y que vengan a por usted—, al ver su mirada de extrañeza, levantó el brazo que él le asía y lo movió—, si no me libera la muñeca no podré hacerlo.

Aldair la soltó para volver a sujetarla inmediatamente cuando el medallón fulguró ante él. Hizo el intento de incorporarse, pero ella le frenó poniéndole la mano en el pecho.

—Ni se le ocurra moverse, quieto ahí hasta que venga la ambulancia.

—Ahora recuerdo —murmuró—. Vos me llamasteis.

—Si que se dio un buen porrazo —comentó con pena—. Yo no le llamé, lo siento.

—Lo hizo a través de él —señaló la joya al tiempo que se sentaba, ignorando la presión que ella ejercía en su tórax.

—Muy bien —suspiró—. Como veo que se puede levantar, cruzaremos los dedos y le llevaré yo misma al hospital—, se puso de pie y con mucho esfuerzo le ayudó a hacer lo mismo, le vio tambalearse y rápidamente le pasó un brazo sobre sus hombros, enlazándole acto seguido la cintura para sostenerlo mejor—. Sujétese y no se le ocurra caerse—, le advirtió.

Aldair asintió asombrado por su altura, casi le llegaba hasta la barbilla y eso no era muy habitual entre las hembras y olía tan bien, como las lilas que salpicaban la ribera del camino que llevaba al hogar. Con esta muchacha iba de sorpresa en sorpresa, estaba deseando averiguar si escondía alguna más. Poco a poco llegaron hasta un insólito artefacto plateado, ella abrió la puerta.



— ¿Qué diablos es esto? —interrogó alarmado dando un paso atrás, arrastrándola consigo. Echó mano de su espada, mas sólo encontró vacío, maldijo en voz baja al recordar que la evocación del rubí apareció de repente cuando se estaba vistiendo.

— ¿Esto? —preguntó pasmada señalando el vehículo—. Pues mí coche.

— ¿Coche?
—Sí —le habló muy despacio, "si que estaba conmocionado, el pobre";—. Ahora subiremos en él y le llevaré a un lugar donde le atenderán y le curarán.

—Yo no subiré en esa cosa y vos tampoco lo haréis —la apretó contra él.

—En eso está muy equivocado —le empujó, logrando que circulase un poco de aire entre los escasos centímetros que consiguió separarlo de ella—. Ahora mismo se va a sentar ahí y dejará que me encargue de todo.

— ¿Vos haréis eso? —elevó una ceja incrédulo—. ¿Seréis capaz de encargaros de todo?

—Por supuesto que lo haré —masculló enfadada por tener que cargar con un machista—. Suba.

—Por una vez haré lo que ordena la bella dama —le guiñó pícaramente antes de meterse en el automóvil.

 
Liana se inclinó y se estiró para colocarle el cinturón de seguridad, cuando sus senos rozaron su torso, no pudo evitar que los pezones se endurecieran y que sus mejillas se sonrosaran. Oyó la risita burlona que él soltó y se que se apresuró en disimular cuando se torció para mirarle. Se incorporó rechinando los dientes y cerró de un golpe con la vana esperanza de pillarle los dedos, pero se metió frustrada en el cubículo cuando no lo oyó gritar.

Puso en marcha el motor y arrancó haciendo chirriar las ruedas directa al Hospital de St. John, pues era el más cercano y le vendría muy bien para sus planes.

 
Lo tenía decidido, en cuanto llegase allí y le hubiese dejado en manos de los sanitarios se largaría con viento fresco. No estaba dispuesta a tolerar más machistas en su vida, aunque sólo fuese por unos minutos.



Continuará...

miércoles, 26 de mayo de 2010

SIGNOS ZODIACALES Y SU PEQUEÑA LEYENDA

Le tocó el turno a la fiera salvaje, así que confesad ¿quién de vosotras nació bajo el signo del lindo minino?



Símbolo El León: Representa el valor, la dignidad, la fuerza, el afecto. 
Planeta regente: Sol. 
Elemento Fuego: Se le asocia con la generosidad, la nobleza y la franqueza. Fidelidad y afecto en el amor. 
Cualidad Fijo: Determinación y persistencia. 
Color: Oro. 
Metal: Oro. 
Parte del cuerpo: El corazón, columna vertebral. 
Frase clave: Yo hago. 
Palabra clave: Voluntad.


La leyenda


Se trata del león Nemeo, de piel a prueba de hierro, bronce y piedra, que Hércules mató (perdiendo un dedo entre sus dientes) y cuya bravura conmemora tradicionalmente esta constelación.


El primero de los doce trabajos de Heracles fue matar al león de Nemea, hijo de Ortos y Quimera, y despojarle de su piel. 


El león había estado aterrorizando los alrededores de Nemea y tenía una piel tan gruesa que resultaba impenetrable a las armas. Cuando Heracles se enfrentó a él por primera vez usando su arco y sus flechas, un garrote hecho de un olivo que él mismo había arrancado de la tierra y una espada de bronce, todas las armas resultaron inútiles. Por fin Heracles las dejó a un lado y luchó cuerpo a cuerpo con el león en la cueva en la que se había refugiado, terminando por matarlo metiéndole un brazo por la garganta hasta asfixiarle. 


Heracles llevó el cuerpo del león a Micenas para que el rey Euristeo, su señor en los doce trabajos. Pero éste se asustó tanto que prohibió a Heracles volver a entrar jamás en la ciudad y le ordenó que de ahí en adelante le mostrase el fruto de sus trabajos desde fuera. Euristeo mandó a sus herreros que le forjase una tinaja de bronce que escondió bajo tierra, y en la que se refugiaba cada vez que se anunciaba a Heracles, comunicándole sus instrucciones a través de un heraldo. 


Heracles empleó horas intentando desollar al león sin éxito. Por fin Atenea, disfrazada de vieja bruja, ayudó a Heracles a advertir que las mejores herramientas para cortar la piel eran las propias garras del león. De esta forma, con una pequeña intervención divina, consiguió la piel del león que desde entonces vistió a modo de armadura. 


Famosos nacidos bajo este signo:


Napoleón Bonaparte, Julio Cesar, Mick Jagger, la princesa Margarita de Inglaterra, Mae West, Salvador Allende, Simón Bolívar, Emiliano Zapata, Alfred Hitchcock , Mussolini y Georg Gaenswein (Dios, qué hombre!!!!).

martes, 25 de mayo de 2010

CONQUISTADO POR UN SUEÑO (CAPÍTULO 2)





—¡Diablos! —golpeó con el puño la mesa haciendo oscilar peligrosamente la jarra de cerveza. Se masajeó la nuca al sentir un dolor agudo traspasarle las vértebras, no sabía cuanto tiempo llevaba durmiendo recostado sobre la tabla cuando despertó de forma abrupta, para estudiar la estancia y reconocer el mobiliario, las viejas paredes y el olor a rancio que lo rodeaba. ¿Por qué continuaba todavía allí? Unos instantes antes sintió su cuerpo vibrar ante la invocación del rubí arrastrándole hacia su resplandeciente luz carmesí y de repente todo se esfumó, como si nada hubiese pasado. ¿O quizá fue todo un sueño? Uno demasiado intenso como para ignorarlo.

Se cubrió la cara con las manos desesperado, no sólo estaba cansado de esta larga espera, sino que el ver día a día las tristes expresiones de su gente lo estaba matando, necesitaba que todo terminase de una maldita vez y devolverles la ilusión que perdieron tanto tiempo atrás. Echaba de menos la antigua alegría de su pueblo.
Oyó como se acercaban unos pasos familiares, no se molestó en ocultar su pesar, ya que con esa persona tan querida no le era necesario disimular.

— ¿Os encontráis mal, hijo mío?
—Padre… —se descubrió el rostro, apoyándose pesadamente contra el alto respaldo de la silla—, ¿Cuándo terminará esta pesadilla?, anhelo desesperadamente despertar y descubrir que volvemos a ser lo que éramos antaño.
—Sed paciente Aldair, algún día ese deseo será una realidad.
— ¿Cuántos siglos más tendrán que pasar para que eso suceda? —preguntó exasperado echándose hacia delante-, ha pasado tanto tiempo desde la última vez… ¿Me pedís paciencia cuando los días se hacen interminables?— aprisionó la jarra entre los largos dedos hasta que los nudillos palidecieron— ¿cuando la impotencia es tan aguda y enervante?
—Tengo fe en vos, Aldair. Confiad que la próxima vez será la definitiva y lograreis que el clan McRea vuelva a ser el que siempre fue.
—Os juro que así será —sus ojos destellaron de resolución-, no volveré a defraudaros padre. En cuanto surja una nueva oportunidad, os aseguro que no dudaré en blandir mi espada si se trata de un hombre y se niega a devolver lo que por derecho nos pertenece y si se trata de una mujer…,

Por un momento su mente regresó al pasado, al día que apareció de pronto en aquel cuarto frente a la hermosa dama de cabello dorado, que acariciaba el medallón con adoración. Recordó la desazón que se apoderó de él y como —tras apaciguarla por el susto inicial que provocó su inesperada aparición— sin pensar le rogó que se lo devolviese. Ella se lo negó las temidas 3 veces sin apenas pestañear y aprisionando avariciosamente contra su pecho la codiciada joya. Un instante antes de desvanecerse como un fantasma, para regresar con las manos vacías y el corazón sangrando de tristeza, alcanzó a ver la traviesa carita de una niña que lo contemplaba boquiabierta a través de la estrecha apertura de la puerta. Sus ojos se encontraron y para su asombro la pequeña le sonrió logrando frenar con ese simple gesto el goteo de su apenado órgano. Había evocado esa escena en demasiadas ocasiones, tantas, que las ganas de gritar a los cuatro vientos su necedad por no haber sabido encauzar el tema como era debido se agudizaba cada día más.

-Os aseguro que si se trata de una mujer, no erraré de nuevo —afirmó con total seguridad echando los hombros atrás—, no dejaré que la impaciencia me domine de nuevo. En esta ocasión prevalecerá la astucia sobre la ansiedad, la embaucaré aunque para ello tenga que llegar a seducirla si es menester, mentiré, pero el medallón me será entregado por propia voluntad.
-Tened cuidado, hijo mío –sonrió ladinamente-, podríais quedar atrapado bajo vuestra propia artimaña.
-Jajaja, no padre, aún no ha nacido la hembra que consiga aprisionarme con sus encantos.

El antiguo Laird meneó la cabeza condescendientemente de un lado a otro, puede que aún no hubiese nacido, pero quizá  en el lugar donde estaba seguro que pronto sería reclamado, existiese esa mujer. Rezaba diariamente para que el medallón fuese restituido al clan y que por fin todos fuesen liberados de ese conjuro que pesaba sobre ellos. Pero sobre todo, deseaba que su hijo pudiese desembarazarse de esa dolorosa conciencia que cargaba sobre sus espaldas y que a duras penas soportaba. Merecía ser feliz.


-Hogar, dulce hogar –murmuró entre dientes, tamborileando los dedos sobre la palanca de cambios.

Estaba desquiciada tras una eternidad retenida en el atasco en el que se vio sorprendida sin previo aviso. Si no fuese por los dichosos coches que le amargaban la existencia, Edimburgo sería la ciudad perfecta. Que hipócrita eres, Liana pensó sonriendo, ahí estaba ella, protestando por algo sin lo que no podría sobrevivir, ya que no sabría que hacer sin su adorado C30. La de horas extras que tuvo que trabajar en ese apestoso almacén -aguantando las miradas lascivas de sus compañeros, sus soeces bromas y el acoso mal disimulado de su jefe-, para ahorrar el suficiente dinero y poder comprárselo de segunda mano, ya que uno nuevo con su boyante economía estaba fuera de su alcance. Desde el mismo momento que se sentó tras el volante supo que el sacrificio mereció la pena, era un placer conducir a su “guerrero plateado”, porque ese era el apodo con el que bautizó a su vehículo y aunque sabía que era ridículo llamarle de esa manera, siempre seguía el ejemplo de su tía Henrietta: “Con tu vida haz lo que te de la gana, que nadie te diga lo contrario”, y dicho y hecho.

Puso en marcha el coche para volver a parar a los pocos metros.

Iba a echar mucho de menos a su querida tía, así como sus extensas y variadas historias. No creía que nadie en el mundo fuese capaz de amar tanto la magia como ella y aunque todo eso había desaparecido, siempre atesoraría en su mente sus maravillosos relatos y guardaría como si de un tesoro se tratase las posesiones que le legó.

Miró fijamente la caja que descansaba en el asiento del copiloto, era extraño, pero desde que acarició el hermoso medallón tenía un hormigueo constante en las yemas de los dedos y las ganas de volver a sostenerlo entre ellos no desaparecían.

Alargó una mano hacia el estuche, lo destapó y rozó la suave bolsita de terciopelo antes de cogerla, desató el cordón volcando el contenido sobre su palma y lo que tenía que haber sido una fría joya, sorprendentemente resultó estar templada sobre su piel. Delineó con el dedo índice las inscripciones, ¿Qué significarían aquellas palabras? —se preguntó prosiguiendo con el recorrido de las letras rodeando continuamente el gran rubí. Sugestionada por su templanza acabó acariciándolo con delicadeza como se fuese un ser vivo necesitado de ternura. Percibió como la temperatura de la piedra aumentaba rápidamente, igual que el día anterior junto al lago, pero esta vez no pudo apartarla. Estaba fascinada, hipnotizada con el refulgir de los pequeños rayos carmesí que parecían bailar dentro de la gema. Una corriente eléctrica atravesó su dedo y subió por el brazo produciéndole un cosquilleo que la hizo estremecerse de arriba a abajo.

El ensordecedor pitido de un coche rompió la ensoñación en la que quedó atrapada, parpadeó confusa varias veces, miró hacia delante, la carretera estaba despejada y a través del espejo interior observó como el conductor del vehículo que tenía detrás gesticulaba con una mano, mientras con la otra tocaba repetidamente el claxon.

—Que poca paciencia tiene la gente —suspiró exageradamente, pasó la cadena de oro por la cabeza y dejó descansar el medallón sobre su pecho—. ¡Qué ya va, joder! Tranquilo.

Metió la primera y arrancó antes de que el “paciente hombre” sufriese un infarto.
De repente, la respiración se le aceleró al advertir el calor traspasar la blusa introduciéndose en su interior, en su mente veía claramente como esos cálidos rayos atravesándole la piel, los pulmones y se adherían en el corazón rodeándolo con su ardiente luz. Los latidos aumentaron hasta tener la sensación de que le explotaría. Boqueó para tomar aire y parpadeó intentando despejar la nublada visión. En el estado de ansiedad que se encontraba debía parar y relajarse un poco o acabaría teniendo un accidente, vio el desvío a la derecha y sin pensarlo ni poner los intermitentes dio un volantazo para tomarlo, llevándose otro pitido de recuerdo.

Por entre la bruma que se había instalado ante sus ojos vio al hombre que apareció de la nada parado en la carretera, pisó a fondo el pedal del freno para evitar el atropello, pero no pudo evitar el impacto que lo lanzó al suelo unos metros más allá.


— ¡Oh, Dios mío! —gritó horrorizada bajando del coche blanca como el papel y rezando mientras se acercaba hasta él con las piernas temblando por el miedo—.Por favor, que no le haya pasado nada, prometo no comer más chocolate, pero por favor..., que esté vivo.

Se arrodilló junto al cuerpo inmóvil y aproximó una trémula mano hasta su cuello, expulsó el aliento que había retenido en su garganta al encontrar el pulso, aunque lento ahí estaba lo que era una buena señal. Miró alrededor buscando ayuda aunque no divisó un alma en aquel solitario camino. Fue a echar mano del bolso para coger el móvil y llamar a una ambulancia, cuando se dio cuenta que este se encontraba dentro de su guerrero plateado.

— ¡Mierda! —se giró al tiempo que se levantaba, pero se quedó en cuclillas cuando agarraron su muñeca dolorosamente, volteó la cabeza para ver al poseedor de semejante fuerza y literalmente se le cayó la mandíbula cuando se encontró ante los ojos con la tonalidad de uno de los verdes más bonitos que nunca tuvo el placer de contemplar y que centellearon al dirigirse hacia su colgante.

—Sois vos... —susurró con la voz rasposa antes de volver a caer inconsciente.

Continuará...

domingo, 23 de mayo de 2010

PREMIO TU BLOG ES PURO VICIO



Reglas:


1-Agradecer a quien te lo dio.


2-Entregar a 5 blogs que te parezcan un suculento helado, igualito al del premio.


Aclarar que para nosotras todos los blogs son un puro y rotundo vicio, pero sólo se lo podemos dar a 5 y ahí van las elegidas:

http://adifferentworldforgirls.blogspot.com/


http://leerdulceadiccion.blogspot.com/


http://elrincondebonnie-bonnie.blogspot.com/


http://lyrromanticosyeroticos.blogspot.com/


http://deseoyoscuridad.blogspot.com/

viernes, 21 de mayo de 2010

CONQUISTADO POR UN SUEÑO-CAPÍTULO 1



Capítulo 1


Inverness (Tierras Altas, Escocia) Mayo 2008


Abandonó el bufete de Johnson & Son a las 10 de la mañana, con un paquete bajo el brazo y una sensación de vacío en su interior, caminó por la acera sin fijarse en nada ni en nadie, le costaba hacerse a la idea, aunque ya era hora de aceptar la verdad, tía Henrietta estaba muerta y ella portaba en sus manos parte de su última voluntad.

Cuando llegó hasta su coche depositó el pequeño paquete en el asiento del copiloto, se sentó detrás del volante y se ajustó el cinturón dispuesta a regresar al hotel, aún pasaría esa noche en Inverness antes de regresar a Edimburgo, a su vida, a su trabajo. Quizá ya no volvería nunca a esa ciudad que ahora contemplaba con su castillo, su catedral, su tranquilo río Ness atravesándola y en cuyas orillas pasó tan buenos momentos, ahora ya no había ningún motivo para volver, la dulce y excéntrica Henrietta se había marchado para no regresar.

Ya divisaba la fachada del hotel cuando sus ojos volaron hacia el paquete, ella hubiese querido que descubriese lo que ocultaba su interior en un lugar especial, no en una habitación fría e impersonal, sin pensarlo giró en la siguiente calle, se detuvo frente una floristería y tras comprar el mejor ramo, continuó hacia su destino, condujo con la vista fija en el asfalto, hasta llegar al cementerio Tomnahurich  y depositó las rosas blancas sobre la lápida que guardaba los restos de su adorada tía, después de unos minutos observando la negra tumba pasó una mano por el frío mármol y se despidió de ella con un hasta pronto. Regresó a su pequeño Volvo, arrancó y conectó la radio, las notas de My Heart´s in the Highlands invadieron como una señal el habitáculo. Sabía el punto exacto donde abrir y conocer su legado, el lugar preferido de ambas. Cruzó el canal Caledonia y tomó la A82 camino de su nuevo destino. Dejando atrás pueblo tras pueblo, bosque tras bosque…, se le iluminó el rostro cuando por fin apareció ante ella el castillo de Urquhart, sólo divisar su derruida silueta recortando el paisaje la emocionaba.

Estacionó el automóvil, cogió el envoltorio y su chaqueta y se dirigió hacia la entrada, se detuvo un instante recorriendo el paisaje con la mirada, sí, sin duda era perfecto, aquella vieja fortaleza a orillas del lago Ness siempre la había atraído, desde la primera vez que sus padres la llevaron allí. En el stand  sacó su ticket y bajó, obvió a los turistas que se agolpaban en la tienda de souvenirs, fue directa a la puerta que daba acceso al recinto y sin dejar de sonreír caminó a su lugar favorito de entre todos los recodos de aquel paraje, se detuvo un par de veces, una cuando una pareja de turistas les pidió que les sacara una foto con el castillo y el lago a sus espaldas, y otra para observar la impresionante catapulta de madera que había en la explanada, le fascinaba aquella arma ahora ya desvencijada, sobre todo los símbolos celtas inscritos en sus ruedas, haciendo un gesto de aprobación ante tanta belleza continuó adelante. Observó a los visitantes caminar cámara en mano al interior de las ruinas, ella conocía ese enclave como su propia casa, cada salón, cada parte de la torre, cada centímetro de las empinadas y peligrosas escaleras que se debían bajar para llegar a los hornos, la armería, las cocinas, la despensa…, cada piedra que yacía muerta desprendida por los años y el abandono.

Observó como el último barco partía atestado de excursionistas que no dejaban de hacer fotos, tal vez con la esperanza de ver al mítico y escurridizo monstruo aparecer de un momento a otro, no pudo evitar sonreír. Dejó atrás el embarcadero y un poco más adelante descendió una pequeña loma hasta llegar a las orillas del maravilloso lago. Contempló embelesada sus aguas azules y tranquilas, sintiendo como la magia y el misterio de la rodeaban, sin ningún género de duda había acertado al elegirlo. Se sentó sobre una roca y lanzó unas cuantas piedras al agua, no supo por qué pero espero hasta que la embarcación, que minutos antes viera partir, desapareció completamente de su vista y quedarse, sólo el zumbido de alguna abeja revoloteando entre los pequeños cardos, el graznido de un par de cuervos que jugueteaban en las ramas del espléndido árbol que crecía hasta el cielo y el romper suave del agua contra los guijarros, eran su única y tranquilizadora compañía, para tomar entre sus temblorosas manos el paquete, apartó el papel de estraza que lo envolvía y se quedó mirando la cajita de madera de palo de rosa que descansaba en sus rodillas y que tan bien conocía, con mucho cuidado la abrió, un sobre con su nombre fue lo primero que  pudo ver, lo sacó y bajó la delicada tapa. Desplegó con cuidado el folio que había en su interior, observó la inclinada y pulcra letra, un rasgo inconfundible en la escritura de su tía, sin más se dispuso a leer.

Querida Liana:

Si estás leyendo esto, es porque os habré dejado, no llores, no te imaginas cuantas ganas tenía de ir a encontrarme con tu tío James, tú mejor que nadie sabes lo mucho que lo he añorado durante todos estos años, tú mi adorada sobrina que me has servido de paño de lágrimas y de consuelo los días de mi vejez, a pesar que te aburrías como una ostra cada vez que te contaba la misma historia cuando que venías a visitarme, no te sorprendas ¿pensabas que no me daba cuenta cuando mirabas al techo y hacías ese mohín? Lo hacía y me divertía mucho, además.

Pero dejemos eso ahora, como te dije, estaré muerta cuando tengas esta carta entre tus manos, lo que hay dentro de esa caja son mis bienes más preciados, mis tesoros y quiero que sean para ti. A tu prima Millie le dejo mis perlas, nunca parecieron gustarte mucho y a ella, las dos veces que vino a visitarme desde Gales, parecieron interesarle bastante, era de lo único que hablaba, así que decidí que fueran para ella. A tu primo Leonard le dejo la colección de sellos y el cuadro del salón. ¿Ves? Otra cosa buena de  estar muerta, podré ver la cara de esa tonta estirada cuando vaya a venderlas y le digan que no valen ni cinco peniques, son falsas más que una moneda de 1,50 libras y el cuadro lo pinté yo en mis años de universidad. Dios, está mal que hable así de mi propia sangre, pero jamás pude soportar a esos dos malditos repipis engreídos.

Como te decía, sólo tú me demostraste verdadero cariño, sólo tú me quisiste y me soportaste siempre, jamás me dijiste que era una vieja loca, aunque llegaras a pensarlo, así que todo lo que poseo que verdaderamente me importa es tuyo. Recuerda que debes creer en la magia, aunque no la veas está cerca de ti, cree y disfrútala mi querida niña.

No me olvides, mientras me lleves contigo, en un pequeño hueco de tu corazón, jamás moriré del todo.

Con todo mi amor.

Tu tia Henrietta que te adora.

P.D.: Un último consejo de esta vieja cascarrabias, nunca niegues sin haberlo pensado detenidamente, mira que te conozco y hablas sin pensar y podrías arrepentirte.

Sonrió a su pesar al imaginarse las caras de sus primos cuando vendiesen sus herencias, los cueles ni siquiera se habían dignado en saludarla en el bufete. Aquella mujer era única, y estaba en lo cierto, muchos pensaba que estaba loca, porque creía  que los duendes y hadas dominaban el mundo y hacían girar nuestras vidas a su antojo, amaba la magia, la vivía y la hacía suya, pero a pesar de eso, o tal vez por eso, la adoraba, amaba a esa anciana de pelo blanco y ojos soñadores como si fuera su propia madre. Dejó la carta a un lado y abrió la caja de nuevo, hurgó en ella, fotos, muchas fotos de su tía con su tío, en varios lugares del mundo, se detuvo en una, en la que sonreían mirándose enamorados, ambos muy jóvenes. Era una pena que su tío muriera joven y no le diera hijos a su esposa, Henrietta amó tanto a ese joven larguirucho de cara larga y ojos verdes, que cuando se fue de su lado no volvió a fijarse en ningún otro, atesoró los pocos años de amor compartidos y vivió con su recuerdo hasta el día de su muerte, apartó con el pulgar una lágrima que comenzó a deslizarse por su mejilla, abandonó la foto sobre el escrito y siguió sacando cosas, más viejas fotografías, una pequeña bruja de plata que siempre llevaba al cuello, la pulsera de oro plagada de pequeños amuletos colgantes que guardaba con celo, sollozó, todo eran objetos sin valor material pero de gran valor emocional, rebuscó entre las fotos y las puntas de sus dedos rozaron algo suave, las apartó con cuidado hasta que vio la pequeña bolsa de terciopelo rojo al fondo, tiró de ella y soltó el pequeño cordón dorado que la cerraba, pesaba un poco, extendió la palma de su mano y dejó caer lo que escondía.

Sus ojos se agrandaron por la sorpresa, cerró el puño con fuerza, lentamente fue abriéndolo para descubrir una preciosa joya de oro en forma de triskel con un enorme rubí engastado en su centro, colgaba de una gruesa cadena de oro de originales eslabones. Aquella pieza debía valer una pequeña fortuna, ¿por qué su tía, que apenas poseía nada, tendría algo tan valioso?, la acercó a la cara para poder ver las inscripciones celtas que tenía grabadas, no entendía una palabra, pero le resultaron fascinantes, con suavidad pasó la yema del dedo por la preciosa gema que refulgía con los rayos del sol, al sentir un leve quemazón lo apartó, pero volvió a acariciarlo atraída por su brillo, las aguas del lago comenzaron a agitarse violentamente, asustada depositó el medallón en su envoltorio y lo guardó en el estuche, metió todo lo que sacó como pudo y la cerró, se levantó y sin mirar atrás ascendió a toda prisa la pequeña loma.

Despertó de repente, sus pupilas se dilataron por la emoción, alguien por fin lo había encontrado, sintió como el poder del rubí tiraba de él, como gritaba su nombre a través de las sombras del tiempo, como lo atraía sin remedio, se puso en pie de un salto, los largos y aletargados años de espera habían llegado a su final, se tambaleó sacudido por una energía que lo atravesó dejándolo al borde de la inconsciencia, vio de nuevo el fulgor rojo que lo llamaba sin cesar y caminó hacia él con decisión, lo había encontrado y no lo perdería, esta vez no fallaría aunque le costara la vida, devolvería a su gente lo que legítimamente les pertenecía.

 Continuará...

jueves, 20 de mayo de 2010

¡¡¡ FELICIDADES PRIMIIIII !!!



Ade, MUCHÍSIMAS FELICIDADES por tus..., bueno por tu cumpleaños. Viste envié a un bombero como felicitación no se me olvidan lo que te gustan jajaja. Espero que pases un día estupendo y que te carguen de regalos que por muchos que sean serán pocos para los que te mereces. El mío está al caer así que no te despistes. 

Mariola.

miércoles, 19 de mayo de 2010

SIGNOS ZODIACALES Y SU PEQUEÑA LEYENDA


Seguimos pidiendo voluntari@s para que alcen la mano si pertenecen a este signo.







Símbolo El Cangrejo: Representa las altas y bajas emocionales que se mueven como el cangrejo y que finalmente se esconden en su caparazón. 
Planeta regente Luna. 
Elemento Agua: Se le asocia con las emociones, la intuición, la sensibilidad. Tendencia a la melancolía. 
Cualidad Cardinal: Inicio de la acción. 
Color Gris. 
Metal: Plata. 
Parte del cuerpo El estómago, los pechos, la nariz. 
Frase clave Yo siento. 
Palabra clave Compasión.

La leyenda

Este mito está ligado al segundo trabajo de Hércules: Matar a la Hidra de Lerma. 


Tras llegar a la ciénaga cercana al lago Lerna, donde moraba la Hidra, Hércules cubrió su boca y nariz con una tela para protegerse de los gases venenosos y disparó flechas ardiendo a su refugio para obligarle a salir. Entonces se enfrentó a ella, pero tras cortar una de sus cabezas descubrió que le habían crecido una o dos cabezas nuevas, y lo mismo sucedió cuando le cortó la segunda. 


Advirtiendo que no podría derrotar a la Hidra de esta forma, Heracles apeló a la ayuda de Iolao. Entonces su sobrino tuvo la idea  de usar una tea ardiendo para quemar el muñón del cuello tras cortar cada cabeza. Hércules cortó cada cabeza e Iolao quemó los cuellos abiertos. 


Para impedir que lograse su misión, Hera envió un cangrejo para que mordiese los pies de Hércules y le estorbase, esperando provocar así su muerte. Pero el cangrejo fue muerto con un pisotón y Hera, como recompensa por sus servicios, lo convirtió en la constelación de Cancer. 


Hércules tomó entonces la única cabeza inmortal de la Hidra y la enterró bajo una gran roca, y mojó sus flechas en la sangre venenosa del monstruo, completando así su segundo trabajo

Famosos nacidos bajo este signo:

Rembrandt, Ringo Starr, Enrique VIII, Julio Cesar, Ernesto Sábato, Nicolás Guillén, Emilio Butragueño, Chayanne, Tom Cruise, Willen Dafoe y Frida Kahlo. 



(Información obtenida gracias a San Google)

martes, 18 de mayo de 2010

CONQUISTADO POR UN SUEÑO. PRÓLOGO


Prólogo


Highlands.

Aldair dejó atrás las tierras de su amigo, ahora en el castillo Dà Teintean todo estaba en orden. Brianna, la dulce y cabezota pelirroja venida de tierras lejanas, había sabido domesticar al gran Lobo Niall McInroy hasta hacerlo comer de su mano. Sí, a aquellos dos les esperaba una vida feliz porque el amor que se profesaban el uno por el otro, aunque tarde y a través de sufrimientos y maldades, se impuso fortificándose día a día. Se alegraba sinceramente por los dos, por Niall porque más que un amigo era un hermano, y por Brianna debía admitir que se sintió atraído por ella nada más verla, mas al saber de quien se trataba, el fuego que la delicada esposa de su amigo encendía en él, se apagó sin dejar ningún rescoldo, convirtiéndose en una amistad incondicional. Y puestos a ser sinceros, lo cierto es que ni aceptando la vil propuesta de Liam la habría conseguido, el amor de Brianna por su esposo era tan sólido, que nada ni nadie lo quebrantaría jamás, y a su vez era tan amada, que Niall, como ya le advirtió en su momento, no hubiese dudado en pasarlo por la espada, si tocaba uno solo de sus cabellos.

Cabalgó incansablemente durante tres días y dos noches por las salvajes tierras de las Highlands, deteniéndose únicamente para comer cualquier cosa de la que portaba consigo y dar un descanso al animal, aprovechando esos momentos para dar una pequeña cabezada apoyado contra el tronco de algún árbol, estaba ansioso por regresar, tardó mucho en marcharse,  pero no podía dejar Dà Teintean sin presenciar el juicio de aquellos dos traidores. Se colocó bien el tartán con los colores de su clan para protegerse del frío, tenía las piernas heladas en la zona que su kilt dejaba al descubierto y los dedos, que agarraban las riendas de su caballo, entumecidos. El cruel invierno estaba muy cerca, los gélidos vientos que enredaban su cabello y golpeaban su cuerpo, eran pruebas evidentes de ello. Tiró suavemente de las tiras de cuero para detener su montura, observó las colinas que escondían como gigantes tras sus espaldas a su hogar, una hora o tal vez dos y estaría con los suyos. Tras aquellas oscuras montañas teñidas de verde, esperaba su pueblo desde hacia semanas, lleno de esperanza, una ilusión que él mataría de un plumazo, volvía a casa sí, pero con las manos vacías. Una fuerte ventisca lo sacó de sus pensamientos, azuzó a Dúshlán(1) poniéndolo al galope, tenía prisa por llegar, después de todo, no iba a solucionar nada retrasando las malas noticias de las que era portador.

Ceann-uidhe(2) apareció ante sus ojos como un coloso, sus dos torres recortaban el nublado cielo, su silueta oscura a orillas del lago le daba un aspecto casi fantasmal, como augurando lo que estaba por venir. Aunque era más de media tarde se podía ver actividad a las puertas del castillo, en algunas de las casitas de tejado de paja, el humo del fuego que caldeaba sus hogares salía por sus estrechas chimeneas y las velas para alumbrarse desprendían destellos por las pequeñas ventanas, bajó la colina tan deprisa como pudo, a pesar de saber que todos se apenarían por las nuevas que traía, deseaba una buena jarra de cerveza tibia y sentarse junto a un buena lumbre para calentar su aterido cuerpo.
  
Descendió del caballo de un salto y le entregó el animal a uno de los muchachos para que lo alimentara y le diera un buen cepillado, el soberbio equino de pelaje negro como la noche, bufaba por el esfuerzo y su piel brillaba por el sudor que se convertía en volutas de vapor con el frío.
  
La puerta del castillo se abrió, un anciano de cabello blanco y espalda encorvada, tendió los brazos hacia él, Aldair subió los escalones que los separaban y se fundió en un largo abrazo con el hombre.

-Aldair, hijo mío -murmuró separándole de él para mirarlo-, por fin estáis de vuelta en vuestro hogar.
-Padre -se fijó en los azules y cansados ojos de su progenitor, en su rostro surcado por las arrugas de los años y los pesares.
-Pasad y calentad vuestro cuerpo, hijo.
-Tenemos que hablar -se quedó parado-, no os traigo buenas noticias.
-Comed y bebed primero, las noticias serán las mismas después de que hayáis descansado.



La gente se fue reuniendo en el gran salón, Aldair levantó la vista del plato hacia aquellos hombres y mujeres que lo contemplaban expectantes y en silencio. Un murmullo fue llenando la estancia cuando los tres viejos y nobles druidas, vestidos con largas túnicas blancas, hicieron acto de presencia. Sus largas y canosas cabelleras caían lacias sobre sus espaldas, sus cuerpos retorcidos y encorvados por los años se movían con dificultad, pero sus añiles ojos brillaban con la osadía de quien se sabe poderoso, nadie habló, hasta que los tres hombres estuvieron sentados cerca del hogar.

-Vuestro pueblo espera -dijo el más anciano, mientras llevaba sus curvadas manos al calor del fuego-, hablad Aldair McRea. ¿Habéis traído el medallón?
-No -se puso en pie, un grito ahogado surgió de algunas gargantas-, lo lamento, pero no lo conseguí.
-Explicaos, ya que según nuestras noticias estaba en tierras de los McInroy.
-Y así es -asintió-, ahora yace en el fondo del río que las atraviesa, un vasallo de Niall lo arrojó allí como acto de venganza hacia mi. Lo busqué, junto con mi amigo y algunos de sus hombres, pasamos largas horas sumergidos en sus frías aguas, mas no pudimos hallarlo.

Los tres hombres juntaron sus cabezas y hablaron entre susurros para que nadie pudiese escucharles. Aldair recorrió con la mirada a cada uno de los presentes, todos tenían los ojos clavados en él, las distintas expresiones que reflejaban sus rostros iban desde el desdén hasta la suspicacia, aunque los que más, evidenciaban una insondable tristeza. Les había decepcionado, defraudó a aquellos a los que debía proteger, una profunda vergüenza le atravesó el cuerpo y se dejó caer en la silla vencido.

Los tres ancianos se irguieron, se dirigieron con paso cansado hasta la gran mesa, el más joven, o quizá el más viejo, abrió el puño y dejó caer su contenido, las pequeñas piedras golpearon la madera, emitiendo un extraño sonido al chocar unas contra otras.

-Las runas han hablado –declaró solemnemente leyendo los variados símbolos esparcidos frente a ellos-. El cauce del destino se ha visto interrumpido. Hasta que no encontréis el medallón y lo devolváis a sus legítimos dueños, el tiempo avanzará tan lentamente que los años serán días y las horas míseros segundos. Está en vuestras manos acabar con la maldición que ha caído sobre todos nosotros, Aldair McRea.
-Pero eso es imposible -apoyó las manos sobre la mesa y se levantó-, os dije que yace en el fondo de un helado río, que no fui capaz de encontrarlo.
-La voluntad de los dioses se ha manifestado –profirió otro de ellos golpeando con el cayado el suelo-, no los desafíes, invocadlos y pedid que os guíen en vuestra nueva misión.
-¿Por qué yo? -murmuró cayendo derrotado sobre la silla-. ¿Por qué echáis sobre mis espaldas esta carga?
-Así está escrito -afirmó el otro hombre.

Los tres druidas se volvieron al unísono, arrastrando los pies lentamente hacia la salida, justo en el umbral, uno de ellos se giró.

-Una cosa más, podéis luchar por conseguir el medallón, incluso matar por él si lo posee un varón –guardó silencio durante unos segundos-. Si por el contrario está en posesión de un niño o de una mujer, deberá entregároslo por deseo propio y si os lo niega tres veces retornareis a la aldea, solo, y hasta que no cambie de manos, no podréis volver a intentarlo. No lo olvidéis, la joya sagrada jamás debe ser manchada con la sangre de un inocente o de una hembra, si eso sucediera, todos y cada uno de los miembros del clan McRea sufriremos terribles enfermedades que se cebarán en nuestros cuerpos antes que la divina Morrigan(3)tenga a bien acogernos en sus negras alas.
-Pero ¿cómo…?
-No os preocupéis por eso –lo acalló a la vez que levantaba su envejecida mano-, él os encontrará a vos.

Cuando aquellos ancianos abandonaron la sala, un terrible dolor se propagó por el pecho de Aldair, dejándolo casi sin respiración, creyó morir al descubrir como su gente abandonaban la estancia con la cabeza gacha y los hombros encogidos, sólo su padre permanecía a su lado.

-Lo conseguiréis, hijo mío -murmuró-, tened fe.
-Padre -las lágrimas surgieron de sus ojos-, temo fallaros.
-Jamás podréis defraudarme -lo tomó por los hombros-, vuestra nobleza y vuestro valor han sido siempre mi orgullo y sé que lucharéis hasta vuestro último aliento para devolvernos aquello que nos fue robado vilmente.
-Vuestras palabras han logrado sosegar mi alma, os lo agradezco.
-Ahora os dejaré solo, necesitáis descansar –palmoteó su espalda con cariño-. Levantad la cabeza, que nuestro pueblo vea la casta de su próximo señor y no desfalleced muchacho, tal vez no sea fácil el camino pero al final encontraréis vuestra justa recompensa.

Aldair observó como su padre desaparecía con pasos cansinos, elevando la vista juró que nunca permitiría que sintiese vergüenza de él, conseguiría ese medallón, aunque en ello le fuese la vida. Se sentó  y tomó su jarra de cerveza, dio un largo trago y se perdió en sus pensamientos. Cansado, enfadado y sobre todo ansioso por saber que le depararía el fututo, se irguió para ir a sus aposentos, se detuvo al percibir algo bajo su pie, se agachó para descubrir que se trataba de una de las pequeñas runas,  la recogió observando con interés el símbolo grabado en ella, no dominaba su lectura, pero si sabía lo suficiente para  comprender que se trataba de Kano, que estaba relacionado con el fuego que se generaba a través del sacrificio y del fuego que se desprendía de las pasiones. Sonrió, que a partir de ahora en su vida habría mucho sacrificio, no le resultaba sorprendente, pero ¿pasión? Era en lo último que podía pensar en estos momentos, su meta era conseguir la joya, lo demás, carecía de importancia. A pesar de todo, aprisionó la pequeña piedra en un fuerte puño y se marchó con paso decidido.



(1)Dúshlán: Desafío en gaélico.
(2)Ceann-uidhe: Destino en gaélico. 
(3)Morrigan: Diosa celta de la muerte que se transforma en cuervo.


Continuará... 

domingo, 16 de mayo de 2010

MUY PRONTO HIGHLANDER DE FUEGO 2: CONQUISTADO POR UN SUEÑO



Aldair regresa al hogar cansado y derrotado tras haber perdido el medallón que les fue robado y al cual le enviaron a recuperar.

Ni su vida ni la de su gente volverá a ser lo mismo una vez los druidas del clan dictaminen el castigo.

Liana es una mujer que acaba de quedarse sola en el mundo. 
Las circunstacias y el destino la cruzan en el camino de Aldair y de su búsqueda.

¿Será capaz el guerrero medieval de enamorarse y doblegarse a su sueño secreto?

¿Podrá Liana sobrellevar el desbarajuste que Aldair hará en su vida?

Si queréis saber las respuestas a esas preguntas, los martes y los viernes tendréis la oportunidad de averiguarlo.

Os esperamos el 18.

DIPLOMA CONCURSO BELLAS Y BESTIAS CON "EL BESO DE LA MUERTE"

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