jueves, 30 de septiembre de 2010

PREMIOS ESPECIALES PARA UNAS AMIGAS QUE TAMBIÉN LO SON

Un jueves más aquí estamos para repartir nuestros premios especiales a un par de blogueras que poquito a poco han sabido ganarse nuestro corazón.




Empezamos con Zeta de http://desvariosvarios15.blogspot.com/ esta pequeña-gran mujer apareció un día por SokAly comentando sin pedir nada a cambio y supo ganarnos con su arrolladora personalidad y su frescura, lo cual refleja nítidamente en su blog personal, donde se muestra tal cual es.




Terminamos con nuestra bombita Nenina de http://lcmiel.blogspot.com/  hace como un mes que la conocemos y ya es muy importante para nosotras. Nos hace reír, nos sube la moral al llamarnos sus bombas y nos halaga que se acuerde siempre de nosotras para otorgarnos premios. Llegarás lejos y con las SokAly siguiéndote la pista.





SEGUNDO BOOK TRAILER DE SOKALY: CONQUISTADO POR UN SUEÑO



Esta vez le tocó el turno a la historia que estamos subiendo al blog y aquí os presentamos a nuestro pequeño bebé. Esperamos que os guste.






martes, 28 de septiembre de 2010

CONQUISTADO POR UN SUEÑO (CAPÍTULO 25. 2ª parte)




La cena transcurrió en el entorno festivo que se esperaba, la cerveza corrió como si fuera un caudaloso río, las bandejas de las carnes de venado y aves pululaban por doquier despertando la gula de los comensales ante su intenso olor, las frutas y los pasteles que las cocineras elaboraron con esmero satisficieron y endulzaron los paladares al final de la noche. Tras engrosar los saciados estómagos, animados por los alegres acordes que arrancaban a una giga, algunos apartaron unas pocas mesas  animándose a cantar y danzar al ritmo de varias gaitas que se le unieron.

 Baldulf tamborileaba los dedos al compás de la música sobre la gruesa madera y sonreía, aunque la buena de Brianna no le permitía comer ni beber en exceso, estaba disfrutando mucho de aquel ambiente jocoso.

—Ojalá tuviera unos pocos años menos y unas robustas piernas —susurró acercándose a Niall—, no habría nada que me impidiera sacar a bailar a estas hermosas jovencitas que tenéis abandonadas.
—Dad gracias a vuestra edad y a esas extremidades tan débiles viejo depravado —contestó el Laird McInroy sonriendo—, es lo que os salva la vida por mirar a mi esposa de ese modo tan lascivo.
—Os aseguro que si hubiese conocido a esa belleza que habéis desposado 20 años antes, no habría habido fuerza humana que hubiese evitado que fuese mía —aseguró burlonamente antes de señalar a Liana—, y ella también.

La carcajada de Niall retumbó por todo el salón contagiando a los que tenía al lado. La curiosidad por averiguar que provocó esa alegría en su escocés obligó a Brianna a acercar la cabeza hacia los dos hombres, mas antes de que pudiera oír nada, su esposo la alzó en volandas para unirse al grupo de bailarines ante la aprobadora mirada de Baldulf y la algarabía de los presentes.

Aldair observaba complacido como se divertía su gente y los miembros de la escolta de su amigo.
 Por debajo de la mesa, buscó la mano de Liana que entrelazó los dedos con los suyos, sus miradas chocaron y él se encontró embelesado por la belleza de aquella hembra que era suya, ante el brillo de los ojos oscuros, las perfectas cejas, el gracioso cabello azabache y su boca de rosa que en ese instante le sonreía.

— ¿Os divertís? —interrogó juntando su rostro al de ella a la vez que se embriagaba con el aroma tan excitante que despedía.
—Mucho —miró hacia la improvisada pista y vio a sus buenos amigos girar una y otra vez—, que bien lo hacen.
— ¿Os apetece?
—No podría —contestó divertida al ver los complicados movimientos que hacían con los pies y que jamás fue capaz de aprender—, si fuese disco o rock tal vez.

Aldair parpadeó confuso pues durante un instante se imaginó a su gente danzando con esas estridentes composiciones que lo habían vuelto loco cuando lo llevó a los abarrotados recintos, rechazó el escalofriante pensamiento ahora lo que deseaba era subir con ella a sus aposentos y tomarla hasta que ambos quedaran exhaustos. Se incorporó sin soltarla obligándola a ponerse en pie.

—Vayamos a dormir.
—No podemos —se relamió los labios al percatarse del deseo que relucia en sus bellos iris—, es una falta de educación dejar a los invitados.
—Ya se irán cuando estén cansados —aseguró siguiendo el movimiento de la sonrosada lengua—, os deseo Liana, os deseo ahora.
—Pero…

Su réplica se vio encubierta bruscamente al ser aupada sobre el ancho hombro de Aldair y el rostro se le encendió al oír las risas de los que allí se reunían junto con el grito de Baldulf al animar a su hijo con un:
“Así se hace muchacho”, luego la voz grave de Niall añadió: “Levantemos nuestras copas a la salud del Laird McRea, gran amigo y gran hombre mi hermano”. Los gritos de jubilo estallaron por la estancia al mismo tiempo que ella enterraba la cara entre sus manos completamente avergonzada.

—Agradezco la deferencia que tenéis conmigo y me complacería beber con todos vosotros —rió dando una nalgada a Liana—, pero entended que ahora tengo algo más interesante entre manos.

Una pequeña venganza hizo presa en ella al escucharle presumir tan descaradamente y  oír las risotadas de la concurrencia, agarró kilt y empezó a levantarlo.

—¿En serio queréis que otras mujeres disfruten de lo que es vuestro? —interrogó Aldair con un deje de diversión.
—Mierda  —increpó soltando la tela al darse cuenta que él tenía razón, ese culito era sólo para su disfrute, las demás que se buscasen el suyo propio.
—Sabía que el egoísmo de mi dama saldría a relucir —murmuró acariciándole las posaderas.
—Y ahora si me disculpáis debo atender las necesidades de mi señora, que me indica que se muere porque la envuelva en mis brazos —soltó una carcajada cuando la sintió dar un respingo—, no seáis impaciente mo gràdh, debemos ser educados con los visitantes—, con las retinas chispeantes de diversión se dirigió una vez a los allí reunidos—. Mujeres, divinas criaturas sin un ápice de aguante.
—La madre que te parió —chilló golpeándole al final de la espalda.
—¿Oís muchachos? Está deseando ser madre —gritó de camino hacia las escaleras—, tengo un arduo trabajo por delante para hacer realidad los deseos de mi esposa.

Subió los escalones con los bramidos de su gente pidiendo un fuerte heredero y deseándole resistencia para lograr su propósito.

En cuanto llegaron al cuarto se dirigió hacia el tálamo y la soltó abalanzándose sobre ella como un ave de rapiña, pero Liana fue más rápida y rodó sobre sí misma dejándole besando la almohada.
Estaba encantada con su ruda actuación, le resultó tan románticamente cavernícola, y estaba ansiosa por sentir el placer que le prometían sus encendidos orbes, aunque no se lo iba a poner fácil, se mostraría ofendida y molesta por el trato recibido, después de todo la había ridiculizado sacándola de la fiesta como si fuera un fardo.

— ¿Cómo has podido? —Le echó en cara aparentando una ira que no poseía—, Dios mío, ¿qué pensará de mi todo el mundo?
—Os dije que os deseaba —volvió a cernirse sobre ella, que se giró para evitar su contacto.
—Bruto, animal —se puso en pie y se dirigió a la puerta—, déjame en paz.

Liana corrió riendo hacia el cuarto de Baldulf —pues sabía que este se encontraría todavía celebrando— había podido  ver la cara de pasmo de su amante cuando salió dejándolo sentado y excitado en la cama, se acomodó en una de las enormes sillas y esperó a ver lo que tardaba en aparecer pues conociendo el carácter de Aldair y el estado de ánimo en que se encontraba, estaba segura que iría en su busca.
Comenzó a contar mentalmente, iba por seis cuando la robusta madera se abrió de un empellón y la figura altiva y enérgica de su hermoso Laird apareció bajo el dintel.

Aldair no podía creer que Liana lo hubiese rechazado, no cuando la sintió temblar de deseo entre sus brazos camino al dormitorio. Se incorporó nada más escuchar el suave portazo y fue tras ella por el corredor,  creía que la había perdido cuando vislumbró dobladillo de su falda perderse en los aposentos de su padre, sonrió pérfidamente al percatarse de su juego, iba a demostrarle a la hechicera de su señora lo inútil de su escamoteo. Fue a su encuentro y sin molestarse en llamar entró en la estancia. Allí estaba sentada frente a él mirándolo con una fiereza que desmentían sus chispeantes ónices, en dos zancadas se acercó y antes de que pudiera ni parpadear volvió a echársela al hombro.

—Maldito seas Aldair —le increpó pataleando—, ¡no soy un saco de patatas!
—Sin duda sois como unas jugosas manzanas, listas para el primer bocado —afirmó demostrándoselo.
—¡Ayyy!
—Lo lamento —añadió sin rastro de arrepentimiento—, os daré un besito en la parte lastimada para que se os calme el dolor.
—Idiota —gruñó revolviéndose—, deja de comportarte como un troglodita y bájame.
—¿No queréis curaros?
—Me sanaré en cuanto me bajes y pueda darte una patada en los testículos.
—Lo que mi entrepierna desea otra cosa de vos, mo grádh.
—Pues me importa una mierda —bufó cuando tras entrar y cerrar con el talón la dejó en el suelo—, así que olvídate de mí.
—Me pedís un imposible —murmuró con voz ronca tendiendo una mano hacia ella—, venid.
—Te he dicho que me dejes en paz —se levantó la falda hasta las rodillas para quitarse los zapatos.
—¿Queréis jugar? —preguntó fijando la vista en la pantorrilla.

Haciendo caso omiso a sus palabras comenzó a desatarse las cintas de su corpiño, dejando al descubierto parte de la blanca camisola que apenas le cubría los pechos.

—¿No piensas irte? —preguntó relamiéndose los labios.

Sin decir una sola palabra y sin poder desprender la mirada de la provocadora lengua, reculó hasta que sus rodillas tocaron el colchón y se sentó en su borde deleitándose con la imagen de su mujer desvistiéndose. Ya había apartado los lazos del justillo dejando al descubierto parte de la casi transparente tela tras la cual se dibujaban los turgentes senos, entre los cuales descansaba la joya que perteneció a su madre. Su verga se endureció aún más cuando, con deliberada lentitud, contempló como se sacaba el vestido por los hombros y lo dejaba caer a sus pies.

—Os gusta tentarme pequeña sibila –recorrió su cautivadora figura con lujuria antes de dejarse caer de espaldas sobre la cama.

Liana lo estaba pasando realmente bien, su intención era hacerse de rogar y se estaba divirtiendo de lo lindo al ver la excitación bosquejarse en su rostro con su travieso juego, disfrutó al ver la tensión de sus poderosos hombros cuando el traje cayó sobre la piedra.
Todo su cuerpo ardió de necesidad de ser tocado, besado, poseído bajo el fuego verde que desprendía su mirada. Sintió como sus braguitas se humedecían por el anhelo que la consumió al apreciar la enorme erección que hacia que su kilt se alzara sugiriéndole todo el poder de su deseo. Con los ojos brillando de lascivia y presta a finalizar el argado, caminó hacia él cuando se tumbó con los brazos cruzados bajo el cuello sin dejar de devorarla, pero se detuvo al verlo removerse en la cama.

Aldair estaba más que dispuesto en satisfacer a Liana, en seguirle la corriente un poco más —sólo un poco— y luego la tendría debajo de él, la haría suya, se fundirían el uno con el otro una y otra vez hasta que ambos quedaran complacidos y sin fuerzas.
Algo presionando contra su columna lo forzó a calmar los candentes pensamientos, se sentó y rebuscó entre las arrugas de la colcha. Deslizó los dedos y encontró una bolsita  y un trozo de pergamino.

—¿Qué es esto? —interrogó agitando el saquito.
—Es mío dámelo —alargó el brazo para arrebatárselo, pero él cerró el puño evitándolo.
—¿Qué es? —insistió ceñudo al ver la palidez bañar el rostro de Liana, abrió la bolsa y vio una mezcla de hierbas, se las llevó a la nariz y el fuerte olor las hizo apartarlas con un mohín de desagrado.
—Dámela —pidió ella con dulzura—, es un preparado que pedí a Brianna para el dolor de cabeza.
—Está bien, tened —le tendió la infusión que ella agarró con fuerza—,  debéis sufrir terribles dolores si estáis dispuesta a ingerir algo tan pestilente.

Asintió con la vista baja y se acercó nerviosa, aún faltaba la receta escrita, se subió al lecho y comenzó a palpar tratando de encontrarla.

A Aldair le pareció divertida la actitud de Liana, se puso en pie para solazarse con la excitante postura y con la estupenda vista del respingón trasero que le mostraba en aquel momento.  Sabía lo que andaba buscando, bajó la vista sonriendo hacia la nota que sostenía entre los dedos, sus ojos se pasearon por las letras picudas escritas en él. Después de una primera ojeada, releyó con más calma sin poder creer lo que estaba viendo. Alzó la cabeza hacia la mujer que gateaba dando golpecitos sobre el tálamo, ahogando las ganas de gritar y de matarla al mismo tiempo.

— ¿Es esto lo que andáis buscando? —cuando ella se giró hacia él, levantó el pergamino hasta que estuvo bien visible.

Se quedó helada al verlo con la receta en la mano y por el refulgir depredador e inhumano que llameaba en sus iris la había leído. Exhalando lentamente para aliviar el nudo que se le había formado en el estómago bajó del lecho, se acercó a él y tratando de dominar el temblor que la sacudía estiró la palma abierta.

—Sois una redomada mentirosa —escupió arrugando el papel.
—Lo siento, no quise engañarte pero…
—¿Y entonces qué significa esto? —bramó lanzando con rabia el papel a sus pies.
—Deja que te explique, fui una estúpida no debí olvidarme, debí guardarlo antes de salir.
—Me estáis insultando, señora —apretó los puños ante su descaro—, ¿acaso pensabais que era un vulgar inculto que no comprendería las palabras escritas?
—No desde luego que no —se reprendió a si misma por su torpeza al llevar sus pensamientos a los labios.
—Explicaos —al verla bajar los párpados para ocultar sus lágrimas se enfureció aún más—. ¡Hablad!

Liana dio un respingo ante la furia de su voz, lo miró un instante antes de volver a clavar la vista en la punta del dedo gordo de su pie.

—La infusión es para no quedarme embarazada —susurró quedamente.
—¡Dejad de tratarme como a un ignorante! —gruñó aferrándola por los hombros obligándola a levantar la vista.
—Aldair, yo…
—¿Por qué? —demandó zarandeándola.
—Me haces daño —protestó retorciéndose para liberarse de los garfios que hasta hacía unos instantes la habían tratado delicadamente.
—Estoy esperando una respuesta —insistió sin aflojar ni un milímetro—, decidme por qué no queréis darme un hijo.
—Soy poco más que tu amante…, en realidad sólo soy eso.
—Sois mi mujer, mi dueña y señora —le tomó la cara entre las manos.
—No, soy tu concubina —se sacudió apartándose de él—, la hembra con la que retozas, a la que dices amar…
—Maldita sea, Liana aunque tengáis razón y estemos amancebados ¿cómo podéis dudar de mi amor?
—No cariño, no dudo de tu amor —aclaró con rapidez.

Liana rebuscaba inútilmente en su cerebro las palabras adecuadas para explicarle que no tenía nada que ver una cosa con la otra, por supuesto que le gustaría ser la madre de sus hijos en un futuro, pero antes quería que su clan la aceptara completamente, que Balduf estuviera totalmente recuperado y aunque pudiera parecer egoísta desde su punto de vista, deseaba disfrutar de él y su relación antes de casarse y engendrar a sus retoños.

Aldair rechinó los dientes al contemplar a la mujer que amaba, estaba tan colérico, con la vesania supurando por todos los poros de su piel que a pesar del brillo de sus ojos por las lágrimas que se esforzaba en retener, no se percató de la tristeza que se escondían en ellos.

—Quiero hijos mujer —dijo violentamente—, varones que luchen a mi lado y hembras que hagan mi vida más dulce.
—Y los tendremos.
—¿Y como pensáis dármelos ingiriendo ese brebaje? —inquirió con desdén.
—Sólo lo tomaré un tiempo, Brianna me advirtió que no es muy sano y puede resultar peligroso si lo hago con exceso —mierda, estaba hablando demasiado.

Aldair parpadeó confuso al oírla decir eso, ¿aún a sabiendas que podía resultar nocivo prefería tomarlo antes que engendrar a sus vástagos? ¡Inconcebible! El albannaich de Pro conocía la importancia de un heredero.  Un dolor desconocido se instaló en él, tal vez esa mujer que lo estudiaba con recelo no lo amaba tanto como creía, quizá había cometido un error al entregarle su alma entera y arrastrarla hasta un mundo que no le correspondía.

—Lo siento —musitó posando su mano en el brazo al ver su aflicción, él se retiró tan pronto percibió su contacto.
—No Liana, no me toquéis —estaba aturdido, necesitaba aire fresco.
 —Tienes que...
 —Callad  —exigió amenazantemente—, será mejor que me marche antes de que sigáis desangrándome y ello me obligue a defenderme.

Si le dolió que él no la comprendiera mucho más la hirió el rechazo de su gesto y del tono de su voz, pero asintió cuando se giró y se encaminó a la puerta.

—No pariré a tus bastardos —susurró.
—¿Cómo habéis dicho? —se volvió hacia ella.
—No pariré a tus bastardos —repitió orgullosa—, no lo haré, no dejaré que mis hijos sean señalados y avergonzados por que su madre fue una zorra que retozó con un hombre poderoso.
—¿Dé que diablos habláis? —preguntó acercándose.
—He leído, sé como funcionaban las cosas aquí —contestó aguantándole desafiante la mirada—, y te guste o no, tomaré la maldita poción para evitar engendrar unos niños que serían desgraciados, apartados y marcados como parias…
—Lamento que os consideréis en tan poca estima para mi —señaló examinándola de arriba abajo casi con lástima—, yo os considero mi esposa y vuestros… nuestros hijos serían tan legítimos como los de cualquier otro matrimonio.
—Pero no lo soy —espetó desdeñosa ante su escrutinio—, no soy más que…
—No lo digáis —la detuvo alzando la mano—, no pongáis en mis labios lo que jamás sintió mi corazón.
—Aldair.

Se revolvió y fue hacia la puerta deseando salir de allí, necesitaba aliviar la sequedad de su garganta con unas buenas cervezas y descargar el furor que le embargaba con una buena pelea, quizá si caía ebrio se desnucaría y dejaría de sentir la amargura que aquella mujer acababa de instalar en lo más profundo de su ser. Al llegar al umbral se giró y la encontró en el centro de la estancia, de pie con la camisola pegada a ese cuerpo que tanto anhelaba, que tanto amaba.

—No os molestéis en tomar esa porquería ya que no os volveré a poner un dedo encima —advirtió antes de cerrar de un portazo que hizo retumbar las pavesas que descansaban sobre la cercana mesa.

Rota por el dolor se dejó caer sobre sus rodillas al frío suelo y comenzó a sollozar enterrando la cara entre sus manos.


 Continuará...




domingo, 26 de septiembre de 2010

PREMIO "UN BLOG DIVINO"

Un domingo más aquí estamos con uno de nuestros premios "Made in Sokaly", esta vez viajaremos hasta el mismo cielo de manos de este sexy angelito.



Reglas:


1.- Agradecer a quien os lo dio.


2.- Entregar a 5 blogs cuyo contenido os haga viajar al paraíso.


Nuestras elegidas esta semana son


http://mipasionporloslibros.blogspot.com/

http://actividadvampirica.blogspot.com/

http://deseoyoscuridad.blogspot.com/

http://lyrromanticosyeroticos.blogspot.com/

http://lcmiel.blogspot.com/

viernes, 24 de septiembre de 2010

CONQUISTADO POR UN SUEÑO - CAPÍTULO 25 (1ª parte)



Liana sólo tuvo que seguir la mirada de su amiga para saber a quienes se refería. <<¡Bingo! Esos dos serán perfectos>>, se mordió el labio inferior al imaginar el buen resultado que conseguirían.
Por un instante una punzada de culpa la subyugó, llevó la palma al pecho donde -entre sus senos- descansaba el colgante de la madre de Aldair y que este tan emotivamente le había regalado. <<Es sólo una pequeña broma>>, le señaló su ángel malvado lo que bastó para de un plumazo apartar su mala conciencia.

Mervin y Kai se encontraban hablando en el acceso al gran salón, ambos estaban tensos y aunque no alzaban la voz estaba claro que no se trataba de una conversación amigable. Quizá sería mejor dejarles en paz pues parecía que debían solucionar sus problemas. Torció la cabeza para decirle a Brianna que mejor se buscaban a otros, pero ni siquiera tuvo la oportunidad de abrir la boca.

—Buenas noches, caballeros –saludó separándose de Liana y acercándose a Kai acopló el brazo alrededor del suyo.
—Buenas noches, señoras –replicaron ambos haciendo una leve reverencia y sonriendo.
—No quisiéramos molestar–se excusó Liana tomando ejemplo de su amiga e imitándola se pegó a su boquiabierto compañero-, parecéis mantener una interesante charla.
—Unas bellas damas nunca podrían interrumpir nada –aseguró Mervin, apreciando como los dedos de su señora se deslizaban a través de su brazo y subían hasta dejarlos prietos sobre su bíceps. Tragó audiblemente.
—Buena respuesta –presionó notando como el músculo se endurecía bajo sus yemas—. Vaya Mervin, si que estás fuerte.
—¿Eso...? –carraspeó—, ¿eso creéis?
—Por supuesto, sólo hay que verte –pasó la otra mano a lo largo de la abultada extremidad—, y sentirte—, con disimulo dirigió la vista hacia la mesa principal y se tuvo que morder el carrillo interior de la boca para no reír. Aldair y Niall no perdían detalle y sus rostros eran un auténtico poema—. ¿Kai está igual, Brianna?—, la interrogó con una elocuente mirada.
—Sí, seguro que esto –acarició su musculoso miembro—, se debe al ejercicio diario al que os somete vuestro señor.
—Os aseguro que si no fuera por eso, mi primo y yo seríamos unos endebles –señaló con el humor reflejado en sus ojos, pues había visto como Liana oteó a su esposo. Confirmó que el avispado y experimentado de su pariente no se había enterado del juego de las mujeres al ver como una gota de sudor resbalaba por su sien.
—Permitidme que lo dude –dijo Brianna.
—Si algo me han enseñado es no llevar nunca la contraria a una dama e intentar ayudarla en todo lo que esté a mi alcance –declaró guiñándoles un ojo.
—Lo sabes ¿verdad?
—¿Creísteis que podríais engañarnos? –Mervin les observaba con el entrecejo fruncido—. Rectifico, ¿creísteis que podríais engañarme?
—Sinceramente sí –manifestó Liana—, pero me alegro de lo contrario, porque no quisiéramos que os enfadaseis con nosotras.
—Ya os dije en una ocasión que tengo varias hermanas, lo que me hace buen conocedor de las tretas de las delicadas hembras.
—¿Alguien podría explicarme que está pasando aquí? –demandó su acompañante.
—¿No lo sabéis? soltó una carcajada, y yo que creía que al ser un año mayor estaríais enterado.
—Dios mío Mervin, ¿estás bien?
—¿Por qué lo preguntáis? –su ceño se frunció todavía más hasta que sus cejas fueron sólo una.
—Estás sudando como un pollo –sacó un pañuelo de su bolsillo y le limpió la cara con él—. Siento haberte puesto en este aprieto, perdóname ¿si?—, le vio asentir repetidas veces a la vez que tragaba saliva—. Esto tiene una fácil explicación y será Brianna quien os lo contará.
—¿Y por qué yo y no vos?
—Porque eres una fanática de la sinceridad, así que adelante –dijo a la vez que movía una mano dándole permiso para hablar.
—Recordadme que la próxima vez no departa tanto.
—Ni loca –aseguró soltando una risilla.


La jarra de cerveza quedó a medio camino en el recorrido hacia su boca, parpadeó varias veces pensando que estaba ante una visión debido a la ingesta cantidad que había tomado de esa bebida, pero no, esa imagen no desaparecía. Su mujer estaba acariciando a otro hombre que no era él y encima el afortunado era el adulador, fornido y siempre sonriente Kai. Sus tripas se encogieron y retorcieron produciéndole un lacerante dolor y por un momento dejó de ver por la presión que los celos ejercieron en su interior. Le mataría len—ta—men—te con sus propias manos y no aflojaría la presa hasta que no espirase su último aliento. Dejó la vasija con rudeza vertiendo parte de su contenido.

Aldair se giró al escuchar el estrepitoso golpe, encontrándose a Niall completamente rojo y con la vena de su cuello hinchada hasta límites insospechados. Tenía los ojos fijos al frente y estos desprendían llamas como si fuesen la boca de un dragón. Volteó la cabeza preso de curiosidad por saber que lo alteraba tanto. Sus manos sujetaron el borde de la mesa y los nudillos empalidecieron debido a la presión. Malditos ese par de bellacos, pero ¡más maldito todavía el bastardo de Mervin! ¿Cómo se atrevía a estar tan cerca de su mujer y permitía que le palpase? Los únicos brazos que ella debía tocar eran los suyos y sólo estos debían rozar sus senos. La bilis se le quedó atascada en la garganta y su corazón bombeó frenéticamente al contemplar como Liana limpiaba amorosamente el rostro embelesado del gañán.
Logró soltar las falanges de la madera y estrelló ambos puños en ella, desencadenando con el rudo gesto que los cercanos recipientes repletos de cerveza se tambalearan y el suyo se volcase esparciendo el dorado contenido sobre el grueso tablero.
Los rápidos y desenfrenados latidos de su órgano martilleaban ruidosamente en sus oídos, impidiéndole darse cuenta del silencio que poco a poco iba embargando el salón, tampoco percibió como todas las miradas recaían sobre él y Niall y como estas les siguieron cuando ambos se levantaron a la vez poniéndose en marcha con largas y enérgicas pisadas.

En un par de zancadas los dos hombres estuvieron junto a las descarriadas mujeres, que no mostraban ni un ápice de vergüenza al coquetear frente a todos con aquellos dos zopencos que babeaban ante las atenciones de sus esposas.

Ambas levantaron sus hermosos rostros a los recién llegados mostrándoles una inocente sonrisa al tiempo que aleteaban las pestañas seductoramente, mientras las caras de los pobres muchachos perdían su color y tragaban saliva sonoramente ante la furia de aquellos dos bravos Lairds.

—Señoras —el joven Kai se inclinó en una reverencia, antes de agarrar a su primo y empezar a retroceder—, si nos disculpáis.
—No deis un paso más —masculló Niall al verles las intenciones.

Ambos se quedaron petrificados en el sitio y con expresión resignada elevaron las barbillas dispuestos a soportar la ira que se les venía encima. Se miraron de reojo cuando la sombra de su señor se ciñó sobre ellos y sin querer se encogieron cuando este les habló.

—Seguidme, todos -aclaró echando a andar hacia el exterior.
—¿Te has vuelto loco? demandó Liana sujetándolo por la muñeca antes de llegar al portón.
—No me provoquéis, señora.
—Pero si eso es justo lo que queríamos –confesó. Kai y Mervin no son culpables de nada, fueron nuestras cabezas de turco.
—Y justo esas son las que rodarán en cuanto salgamos.
—¿Las nuestras o las de ellos? preguntó divertida.
—Por el amor de Dios terció Brianna al ver la palidez de los dos semblantes ante la amenaza, esto sólo fue una broma que está yendo demasiado lejos.
—No intervengáis dijo Niall con furia, ha osado tocaros.
—Nadie lo hizo lo desafió poniendo los brazos en jarras, al menos no sin mi consentimiento.
—Bria...
—Además -se giró hacia Aldair que apretaba el mentón ante el descaro que mostraban aquellas dos hembras, ¿así es como honráis a vuestros invitados?
—Tenéis razón amiga mía torció el gesto antes de enfrentarse a sus hombres-, este no es el lugar ni el momento, pero no dudéis que recibiréis el castigo adecuado más tarde, ahora desapareced de mi vista.

Sin hacerse de rogar, ambos jóvenes corrieron hacia el patio como alma que lleva el diablo, mas cuando se vieron a una distancia prudencial Kai se volteó.

-Recordad, siempre estaremos disponibles para unas bellas damas.
-Hablad por vos primo -murmuró tirando de él para evitar ser apresados.
-Les mato -bramaron al unísono los enfurecidos guerreros.
-¡Quietos paraos! -gritó Liana delante de ellos con los brazos abiertos para impedirles el avance.
—Cobardes —musitó Niall entre dientes al verlos desaparecer a la carrera.
—Los habéis asustado —comentó Brianna posando una mano sobre el musculoso antebrazo de su esposo—, sois un bruto.
—Y vos una desvergonzada —aseguró guiándola hacia la sala—, ya hablaremos más tarde en la soledad de nuestros aposentos, ahora disfrutemos de la magnifica cena con la que nos agasajan nuestros anfitriones.

Liana a duras penas contenía las ganas de estallar en carcajadas al ver el rostro desencajado de Aldair, oh Dios estaba tan enfadado y por su aspecto –de un subido rojo carmesí- parecía que iba a explotar de un momento a otro. Haciendo un gran esfuerzo por disimular su amenidad le acarició el mentón.

—¿Qué diablos estabais haciendo? —preguntó tan bajo mas con tanta furia que Liana dio un respingo.
—Hablaba con tus hombres.
—¿Llamáis conversar mostrar vuestros encantos a ese par de zafios sin ninguna inteligencia y respeto hacia su señor? —le agarró la mano y la apoyó sobre su antebrazo.
—¿Estás celoso? —demandó yendo a su lado.
—No —aseguró vehementemente—, estoy molesto, no me gusta que me ridiculicen ante nadie y menos si es mi gente.
—Discúlpame entonces —suspiró sin deje de diversión—, no era mi intención.
—Maldita sea —se detuvo a medio camino y se giró para encontrarse con sus ojos—, es inútil ocultar la evidencia, estoy terriblemente celoso.
—Me alegro —apartó la vista y lo instó a continuar al percibir como cientos de ojos estaban posados sobre ellos—, así has probado un poco de tu propia medicina.
—¿A qué os referís con eso?
—Cuando te pregunté si aún sentías algo por Brianna, esa pequeña duda que tuviste me provocó los mismos celos que acabas de padecer.
—Os aseguré que yo...
—Lo sé y te creí -le dio un ligero golpe con la cadera-, lo que no significa que no quisiera vengarme un poquito por el daño que me infligiste, además necesitabais un escarmiento por tantas tonterías como os traéis con los recelos que os acosan tan a menudo.
—Sois una bruja —añadió apartando la enorme silla para que se sentara y depositando un beso en su hombro antes de ir a la suya—, una muy hermosa.
—Y tú un tonto — dijo obsequiándole con una sonrisa de felicidad—, uno muy fuerte.

Una vez acomodados Liana deslizó la vista por entre los reunidos buscando a su salvador con el fin de indicarle a Aldair su identidad, en vano escudriñó a cada uno de los hombres, se giró hacia su amado cuando se percató como asía su mano por debajo del tablero y se la llevaba a los labios para acariciarle las yemas en un gesto que le derritió el alma.

—No está aquí le informó curvando la boca en una seductora sonrisa, tal vez aún no haya llegado.
—Es posible afirmó soltando sus falanges lentamente, no todos pueden asistir, algunos han de permanecer en sus puestos de vigilancia y otros muchos se hallan con sus familias, pero si lo veis aparecer no dudéis en avisadme, ese guerrero se merece ser recompensado por su valerosa acción.
—Lo haré asintió antes de asir la copa que le brindaba.
—Ahora comed y disfrutad, mo gràdh.

Continuará...




FELIZ FIN DE SEMANA

jueves, 23 de septiembre de 2010

EL JUEGO DEL 4




Es muy fácil, sólo trata de reponder a unas pocas preguntas para llegar a conocernos un poco más, en nuestro caso la hemos respondido a la vez porque nuestras contestaciones se asemejaban bastante.


Las reglas del juego del 4 son:


1- Una vez nominado tienes que poner el link del blog que te ha nominado.

Gracias a Lea de http://bittersimphony.blogspot.com y a Nenina de http://lcmiel.blogspot.com


2- Nominar a cuatro personas:

http://unminutodemieternidad.blogspot.com
http://notiynovelibros.blogspot.com
http://mipasionporloslibros.blogspot.com
http://twilightbutterflykisses.blogspot.com


3- Hacer saber a esas personas que las has nominado.

Listo.

4- 4 Cosas que siempre llevo en el bolso:

Un libro
Un trisquel
El mp5
Las llaves de casa


5- 4 Cosas favoritas de mi habitación:

Mi colección de brujas
Algunas fotos
Mi confortable cama
Algunos de mis amados libros


6- 4 Cosas que me gustan ahora mismo:

El chico que trabaja enfrente
Que no haga calor
¡¡Llegó el otoño!!
Los comentarios de nuestras lectoras que nos alegran el alma con ello.


7- 4 Cosas que siempre he querido hacer:

Saltar en paracaídas
Conocer Egipto.
Conocer Escocia.
Subir en globo y ver mi ciudad desde las alturas.


8- 4 Cosas que no sabias de mi:

Soy adicta al café
Suelo mantener la cabeza fría, la venganza es más satisfactoria cuando la llevo a cabo.
Puedo llegar a perdonar, pero no olvido así que la confianza hacia esa persona queda mermada para siempre.
Soy muy escandalosa riendo, se nota que hice acto de presencia.

9- 4 Canciones que no me puedo quitar de la cabeza:

Angel de Aerosmith
Poison de Alice Cooper
Nena de Miguel Bosé
La música principal y archiconocida de la B.S.O. de El piano (que peliculón).

Ahora es vuestro turno chicas, nos tenéis que dejar conoceros un poco más.

EL ADORADO Y DESEADO OTOÑO DE SOKALY YA LLEGÓ




Tras arduos y calurosos meses donde nos llegó a faltar el aliento por los intensos abrazos del astro rey, el Otoño mostró su rostro (y su espléndido cuerpo ¡Yujuuu!)

Así que rindámonos durante un tiempo en los brazos de los meses otoñales disfrutando de su intensidad de los colores rojo, marrones, amarillos y ocres, de sus días más suaves, dejemos que la brisa enrede nuestros cabellos, sintamos el crujir de las hojas de los árboles, que comienzan a desnudarse, bajo los pies dando largos paseos… y elevemos las manos al cielo por el dinero que ahorraremos en aire acondicionado.

Demos la bienvenida al  Otoño, amémosle, vivámoslo y disfrutemos con pasión los momentos que nos esperan durante su mandato.

martes, 21 de septiembre de 2010

CONQUISTADO POR UN SUEÑO (Capítulo 24. Parte 2ª)





Alterada por el acoso e intento de derribo que acababa sufrir, cogió la jarra de peltre dispuesta a lanzarla contra la pared para aligerar la rabia que la consumía, tras unos segundos de vacilación la dejó en su sitio y respiró profundamente, después de todo la vasija no tenía la culpa de que la odiosa Moira la hubiese sacado de sus casillas, además no le daba la gana que las lacerantes palabras de aquella bruja la afectaran, esa noche era importante, se celebraba una fiesta en honor a sus invitados.

Con la mente más despejada dio un paso al frente para abandonar la habitación cuando la madera se abrió de pronto apareciendo en ella Aldair. Con una lenta sonrisa dibujándose en su rostro, le vio apoyarse en la jamba y recorrerla de arriba abajo con una hambrienta mirada.

—Ni se te ocurra llevar a cabo lo que estás pensado —le amenazó levantado la palma en señal de stop.
—¿Ahora también sois adivina? —demandó comiéndosela con los ojos cerrando tras de si.
—Ajá, una con muy mal genio llegado el caso.
—Justo lo que a mi me gusta.
—Ni lo intentes —exclamó dando un paso atrás al ver que él iba ganando terreno-, he tardado una eternidad en meterme en este vestido.
—Y sin duda mereció la pena el esfuerzo, mas pensad que ahora tendréis ayuda para volver a ponéroslo.
—Te lo digo en serio, Aldair.
—Sois única turbando la diversión —clamó enfurruñado.

Liana resistió la tentación de acercarse y consolarle como si fuese un bebé, así que en su lugar se carcajeó de él.

—Pareces un niño grande al que han quitado la piruleta.
—No sé que es eso, pero no hay discusión en que me habéis vedado algo, sabed que más tarde me resarciré de tan cruel rechazo. 
—Esa sutil amenaza no me quitará el sueño.
—Lo hará, creedme que lo hará —murmuró roncamente—. Y ahora acercaros, prometo ser un caballero.
—¿Estás seguro? Mira que tú de eso poco -dijo queriendo continuar la broma.
—Os lo juro por mi honor -aseguró tendiéndole una mano— venid hay algo que quiero daros.
—Haber empezado por ahí —manifestó acercándose con las manos abiertas dispuesta a coger el regalo.
—Está bien pequeña arpía —comentó divertido cuando estuvo a su lado daos la vuelta.

Ilusionada porque este era el primer detalle que Aldair tenía con ella, le obedeció rauda. Se estremeció cuando las yemas de sus dedos le rozaron la piel del cuello y cuando la fría cadena se posó en él acariciándole los pechos, miró hacia abajo y lo que vio la dejó sin habla. Con manos temblorosas agarró el elaborado colgante que descansaba entre sus senos y lo examinó, un enrevesado circulo de oro donde se unían aspas, triángulos y otros símbolos que ella desconocía se unían en una extraña piedra oscura que brillaba en su centro, diminutos cristales violetas salpicaban algunas uniones, así como otros de color ambarino que le daba al conjunto un aire antiguo y místico.
Alzó la cabeza para encontrarse con unos expectantes y destellantes iris.

—Es precioso.
—Son los nudos de mis antepasados, sin principio ni fin, en él se encuentran siete amatistas que es la piedra de la suerte, siete citrinos que simbolizan la paz y la esperanza y un cuarzo ahumado que rige los sueños —explicó con calma— perteneció a mi madre.
—No sé que decir, es tan... —ahogó un sollozo volviendo a mirar hacia delante.

Aldair depositó un beso en su nuca deleitándose con el dulce aroma que desprendía esa zona. Le rodeó la cintura protectoramente emocionado al ver lo feliz que había hecho a su mujer.
Nunca podría agradecer a su padre lo suficiente al haber tenido la consideración de darle la pertenencia familiar, asegurándole lo mucho que le agradaría a Liana y así había sido.

—Mi intención no era haceros llorar —susurró junto a la pequeña oreja.
—Se me metió una mota de polvo, tonto —balbuceó—.Gracias por el hermoso regalo, cariño-, rozó su pómulo contra la rasposa barbilla, apretando fuertemente los párpados para evitar que la humedad saliese de ellos y que al final la pillase in fraganti-. Me llegaste al corazón.

—Gracias a vos por aceptarlo.
—Lo luciré con orgullo —le acarició la poderosa muñeca con la mano libre— pues ni tú ni tu madre os merecéis lo contrario.
—Ella estaría muy complacida de véroslo puesto, le habríais placido mucho ya que era tan especial como vos —añadió con un deje de añoranza—.Venid que ahora quiero luciros y alardear de vos en el gran salón —afirmó separándose de ella al tiempo que le daba una palmada en las nalgas—. Acompañadme, mi bella dama.
—Será un honor —aceptó su brazo sin dejar de notar el leve gesto de tristeza que le cruzó el semblante cuando habló de la mujer que le dio la vida.

Aldair la acercó a él halagado por el sincero comportamiento de su amada. Cada día que pasaba daba gracias a los dioses por habérsela entregado y con ello haber tenido la suerte de conseguir un amor tan grande como el de sus padres y que en secreto añoró y anheló poseer.
Un ramalazo de miedo lo sacudió al recordar la última aventura de su adorada y maldijo su torpeza por no haber preguntado por el nombre de su benefactor al que debía agradecer personalmente su valerosa intervención.

—Liana —se detuvo antes de llegar a la salida y la tomó por los codos—, decidme ¿quien es ese hombre que acudió en vuestra ayuda y al que tanto debo?
—No lo sé —respondió con franqueza- ni siquiera a mi me dio tiempo de darle las gracias.
—Describídmelo, quizá con eso pueda saber quien es.
—Pues era rubio, alto, con unos músculos de infarto, unos bonitos ojos azules, aunque un tanto fríos y manejaba muy bien la espada.
—No pudisteis agradecérselo, mas le visteis demasiado bien —aseveró elevando una ceja.
—Dios, como disfruto picándote —afirmó dándole un golpecito en la nariz con el dedo—. Quizá tengamos suerte y esté abajo en la sala, pues por los colores de su tartán pertenece a este clan.
—Fijaos bien en el personal pues necesito retribuirle el gran favor que me hizo al salvar vuestra vida y con ello la mía.

Liana sonrió para si, a pesar de sus contantes celos era imposible no querer a este guerrero y más cuando la trataba de tan exquisita manera y la decía esas cosas, con regalo incluido.
Se llevó una mano a la boca para evitar la carcajada cuando el puño cerrado de Brianna se estampó contra el torso de Aldair y este la fulminó con la mirada, aunque con una leve diversión bailando en sus labios.

—Oh Dios mío, perdonadme yo iba a... llamar cuando... aparecisteis de pronto —se excuso sonrojada.
—La culpa es de él por ser tan grande, si hubiese sido más pequeñajo ese puñetazo le hubiese pasado de refilón —aclaró Liana haciendo que la mirada asesina de él recayese sobre ella—. ¿Es o no es verdad?
—Hasta la fecha no oí quejas sobre mi tamaño —masculló.
—Esta noche te demostraré que no la tengo —le susurró al oído.
—Se me hará eterno.
—En fin —carraspeó Brianna roja como la grana-, no era mi intención molestaros, es que necesitaba hablar a solas con Liana ¿podéis concederme unos minutos? —preguntó la aludida
—Por supuesto —corrobó al ver la  impaciencia de su amiga.
—Nos esperan para el banquete -inquirió Aldair algo molesto.
—Adelántate -ordenó dándole un leve empujón— nos reuniremos con vosotros enseguida.
—Mujeres —bufó echando una ojeada a las dos damas que sonreían con complicidad antes de salir— espero que vuestra ausencia sea breve.

Una vez se quedaron a solas y dentro de la intimidad del dormitorio, Brianna sonrió y alzando una mano balanceó de un lado a otro una oscura bolsita.

—Traigo el remedio a vuestros desvelos.
—Guya, hoy es el día de los presentes —extendió la palma hacia ella reclamándolo.
-Aquí tenéis.

Liana atrapó la pequeña bolsa y la abrió para oler su contenido, inmediatamente se echó hacia atrás con cara de asco.

—Madre mía Brianna, si esto sabe igual que huele por supuesto que no me quedaré embarazada, moriré con el primer sorbo —afirmó dejando el saquito encima de la cama.
—Sé que huele mal y el sabor es muy fuerte, pero endulzándolo con algo de miel lograreis tomarlo o de lo contrario sólo tenéis que haceros a la idea de tener pronto un bebé en vuestros brazos.

Liana mal disimuló un escalofrío.

—¿Estáis segura que me habéis contado la verdad? —preguntó Brianna con el gesto serio.
—Si y no —declaró avergonzada por haberle mentido.
—Explicadme esa contradicción —se sentó en el lecho y palmoteó el espacio vacío invitándola a seguir su ejemplo, cosa que hizo con premura.
—Es cierto que no quiero tener hijos fuera del matrimonio, un pensamiento raro viniendo de donde vengo, pero soy así ¿qué le vamos a hacer?
—Sabed que esa inclinación vuestra es lo habitual aquí —la vio asentir lentamente.
—Sin embargo lo que te voy a decir ahora discrepa mucho de vuestras “normas” y te parecerá egoísta.
—Continuad —la animó.
—Quiero vivir Brianna, recién acabamos de empezar esta relación y deseo disfrutar de ella plenamente, no quiero tener que preocuparme de nada que no seamos Aldair y yo, solos, exclusivamente él y yo —subrayó esto último por si había alguna duda.
—Comprendo —murmuró algo desanimada.
—Con eso no pretendo insinuar que no quiera tener algún que otro bebé con Aldair, por supuesto que querré y los adoraré tanto como tú amas al tuyo.
—¿Por qué no confiasteis en mí? —preguntó dolida.
—Confío en ti, Brianna —recalcó tomándola de la mano—. En estos pocos días te he cogido mucho cariño, te has convertido en una persona muy importante, eres mí amiga, pero temía que no me comprendieses. Perdóname ¿sí?
-Lo haré si me prometéis una cosa.
—Adelante.
—Cuando necesitéis algo de mí, a pesar del miedo o las dudas nunca me mentiréis, porque os aseguro que siempre que esté en mi poder obtendréis mi ayuda y jamás os delataré.

Liana la abrazó efusivamente y cuando Brianna la correspondió, apretó los ojos con fuerza luchando para que las lágrimas no saliesen al exterior.

—Gracias —susurró emocionada.
—No tenéis porqué, sólo cumplid vuestra promesa.
—Palabra de girl scout —se separó levantando la mano derecha.
—Tomaré eso como una afirmación —musitó con el entrecejo fruncido.
—Un sí tan grande como este castillo.

Brianna agachó la cabeza mientras la movía de un lado a otro. Esa forma de hablar de Liana le hacía mucha gracia, igual que su frescura junto a su falta de recato todas cualidades admirables y en cierta forma envidiables, pero bien sabía ella que en lo referente al pudor no tenía solución sobre todo cuando seguía sonrojándose como una niña a pesar de su ardorosa relación con Niall y el haber sido madre, inevitablemente se veía así misma rodeada de nietos y ruborizándose después de que su esposo le dirigiese una de sus lascivas miradas.
Se levantó, sacó un papel doblado de un bolsillo oculto en su vestido y se lo entregó.

—Debéis prestar especial atención a lo indicado y no saltaros ningún punto —manifestó señalando la hoja que Liana se apresuró en desdoblar—. Las tres plantas son muy amargas y bastante olorosas como habéis podido apreciar, aunque la ruda es la peor de todas ya que es muy tóxica, por lo tanto prestad mucho cuidado con las medidas a la hora de elaborar la infusión y tomarla, no más de lo que os indico o los resultados podrían ser nefastos para vuestra salud. En vuestros días del mes no debéis beberla, ya que vuestro cuerpo necesitará descansar y regenerarse.
—Ahora no sabría que poner en primer lugar de las cosas que más echo de  menos, si el café, el chocolate o los anticonceptivos.
—Esto es serio Liana —terció con el rictus severo—, os juro que no me gustaría cargar con vuestra muerte sobre mi conciencia si no seguís rigurosamente mis indicaciones.
—Vaya eres la alegría de la huerta —contestó un poco asustada— pero te juro que haré todo tal y como lo escribiste.
—Las amigas están para decir la verdad, así que mejor que os hagáis a la idea.
—¿De tu sinceridad aplastante o de las delicias que me esperan con esto?—preguntó cogiendo el saquito y soltándolo de nuevo en la cama, junto con el papel, como si le hubiese dado un calambre.
—De ambas —la enlazó del brazo sonriendo y echó a andar—, y ahora bajemos al salón, porque conociendo a nuestros hombres no sólo no nos dejarán nada para cenar sino que subirán a por nosotras enfadados y sospechando mal por nuestra demora.
—Y hablando de sospechas —dijo Liana abriendo la puerta y saliendo afuera—, no hemos llegado a poner en marcha nuestro plan y hoy es nuestra última noche juntas.
—Precisamente por eso es la mejor para llevarlo a cabo.
—¿Y eso por qué?
—Porque dejaremos un buen recuerdo a nuestros queridos guerreros —bajó la voz—, y porque espero que gracias a eso el castigo que nos llevemos también sea digno de recordar—, sus mejillas se colorearon al terminar la frase.
—Dios mío, con lo cándida que pareces y eres peor que yo —aseveró riendo.
—Me siento halagada —la curva de sus labios se intensificó al llegar al final de las escaleras—. Y ahí tenemos unos dignos candidatos.

Continuará...




DIPLOMA CONCURSO BELLAS Y BESTIAS CON "EL BESO DE LA MUERTE"

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