domingo, 10 de octubre de 2010

RELATO: EL BESO DE LA MUERTE




Desde el tenebroso borde del abismo y oculto entre la sombras que deambulaban a su alrededor, contempló a la criatura que día tras día se acercaba a las fronteras del Reino.
Nunca le había prestado especial atención, para él sólo era una mujer insignificante que ocultaba su figura y su rostro tras una larga túnica negra, que llegaba con las almas de los desafortunados mortales a los que les había llegado su hora y que se retiraba sin pronunciar palabra, pero  desde hacía unos minutos toda había cambiado, la atezada melena ondeaba con el viento proveniente de la Puerta Maldita por la que entras pero jamás sales, el finísimo peplo se aferraba a su cuerpo delineando unas formas exuberantemente femeninas, deslizó la vista por la espalda disfrutando de la estrechez de su cintura, se detuvo unos segundos sobre el trasero respingón que coronaba unas larguísimas piernas y a través de los agitados pliegues pudo divisar unas torneadas pantorrillas y unos finísimos tobillos.
Ver esa extensión de pálida piel provocó que por primera vez —desde que surgió de la nada— supiese lo que era el deseo.
Se vio atraído hacía ella como un hambriento ante un suculento plato rebosante de deliciosa ambrosía. Por un instante, al ver el ligero movimiento de su cabeza pensó que ella se volvería, pero como en cada una de sus visitas comenzó a alejarse.

—¡Espera! —bramó temeroso de perderla.

Su llamada surtió el efecto deseado, pues se paró y giró levemente el rostro hacia él.

—¿Qué deseas, Érebos? —preguntó con una voz melodiosa.
—Hablar.
—¿Hablar? —rió brevemente—. No tenemos nada que decirnos.
—Te equivocas, llevamos en este mundo desde la que tierra fue creada, podríamos conversar indefinidamente y nunca agotarnos —aseveró acercándose cada vez más al objeto de sus deseos.
—Yo ya estoy fatigada –aseguró con un suspiro cubriéndose con la capucha.
—¿Tan pronto te cansé? –inquirió divertido.
—Será mejor que me vaya.
—¡No! —la retuvo posando una mano sobre su hombro.
—Ya te traje lo que necesitas ¿qué más quieres de mí? —demandó observando los largos dedos que la aprisionaban transmitiendo su calor a través de los ropajes.
—¿Por qué me ocultas tu rostro? —quiso saber poniéndose delante de ella.

Morana le examinó dentro del resguardo del capuz y lo que vio le hizo vibrar su entumecido cuerpo. Ante ella con toda su magnitud estaba el mismísimo dios primordial del Inframundo, su cuerpo musculoso y marcado parecía esculpido en roca del monte Olimpo, su piel aceitunada brillaba bajo los reflejos añiles de los vapores del Aqueronte, bajó la vista hacia los pies y con lentitud fue ascendiendo por las piernas de poderosos muslos, tenía la cadera cubierta —ocultando el signo de su hombría— por un extremo de la clámide púrpura que descansaba sobre sus anchos hombros, en el vientre plano se dibujaban cada uno de los abdominales, tragó saliva antes de fijarse en el torso amplio y lampiño, el cuello se asemejaba a una de las columnas que abundaban en el templo de Afrodita, ascendiendo por la angulosa barbilla descubrió una sensual boca de labios carnosos y rosados, la nariz afilada antecedió a unos preciosos ojos ambarinos rodeados de largas pestañas que parecían abanicar con cada parpadeo, las arqueadas cejas del mismo tono azabache del largo y ondulado cabello que caía sobre las mejillas completaron el dibujo de la perfección hecha carne. Un calor olvidado hacía centurias comenzó a instalarse en su bajo vientre, soflamada de que a pesar de la caperuza pudiera advertir el fogoso estado de ánimo que la embargaba apartó los iris de los suyos y los fijó en el intrincado broche en forma de serpiente que prendía sobre su hombro.

—Déjame ver tu faz —pidió él llevando las manos hacia la prenda que le impedía contemplarla.

Morana dio un paso atrás asustada, ese hermoso dios no podía ver la cara que por primera vez le hacía sentir vergüenza, pues nunca antes le había dado importancia a sus rasgos.

—¿Por qué huyes, Morana? No te haré daño.
—Tú no podrías hacérmelo, no tienes poder sobre mí.
—Pues demuéstramelo y exponte tal cual eres –exigió cruzándose de brazos.
—No tengo que enseñarte nada, soy La Muerte y con eso debería de bastarte –recalcó ofendida.
—No me impresionas con eso –dijo desplazando su mirada a lo largo de su figura—. Pero está bien, por ahora no insistiré.
—Si crees que te daré las gracias por tu “generosidad” estás equivocado –espetó pasando por su lado—. Adiós, Érebos.
—No tan rápido, Parca mía –la sujetó del brazo para impedir su retirada—. Antes cuéntame el motivo de esa fatiga que dijiste tener.
—No vuelvas a llamarme así —exhortó furiosa—, Átropos es el nombre que vosotros los griegos dais a la que corta el hilo de la vida y que nada se parece a mi.
—Perdóname, no quise disgustarte —musitó tomando una de sus frías manos—, sentémonos y cuéntame que te aflige.

Se dejó guiar hacia una de las piedras que sobresalía sin poder retirar la vista de la gran palma que cubría la suya por completo transmitiéndole un agradable calor. Un lejano chapoteo la hizo tensarse, pero nuevamente él la tranquilizó.

—No temas es Caronte que viene a por su carga —afirmó obligándola a tomar asiento—, no te verá.
—¿No estás cansado de todo esto? —interrogó barriendo con el brazo parte del lugar que se extendía ante ellos—, ¿de tanto silencio, de tanta soledad?
—Comienza a ser aburrido, pero es nuestro cometido.
—Un trabajo que cada vez me cuesta más llevar a cabo, tu no sabes lo que es arrancar la vida a una persona que es querida para otros.
—¿Es muy duro?
—Es muy triste —bisbiseó retorciendo la saya entre sus manos—, y lo peor es ver su semblante cuando me ven aparecer.
—¿Por qué?
—Porque saben que ya no hay vuelta atrás —confesó con un sollozo.
—Por favor, no llores.
—Para ti es fácil, esperas en tu reino de tinieblas —respondió buscando sus ojos—, algunos ni saben que existes, sin embargo a mi me odian, escupen al suelo al oír mi nombre...
—Si te pedí que no lloraras es porque se me encogen las entrañas al verte padecer y créeme que si tuviera el poder de que las cosas cambiasen no dudes que lo haría.
—¿Haces eso con todas? –preguntó elevando la oculta ceja.
—Sólo con una atractiva dama llamada Morana.
—No es necesario que te burles de mí —contestó poniéndose en pie, las últimas palabras habían hecho mella en el hueco donde alguna vez debió estar su corazón.

Érebos la imitó, con presteza la volteó y la sujetó por los hombros obligándola a que le mirase.

—Eres tú quien te burlas de mí al no tomar en serio lo que te digo —manifestó enfadado—. Hasta la fecha ninguna mujer me impresionó tanto como tú.
—Pero yo no hice nada para llegar a afectarte de esa manera.
—Sólo existir –murmuró intentando ver algo a través de la oscuridad que la envolvía—, al admirar antes tu apolínea figura lograste hacerme sentir deseo, un estado que nunca había percibido y con tus amargas palabras me hiciste darme cuenta de lo que se oculta en tu interior y lo mucho que tienes todavía por mostrar—, le acarició los brazos lentamente—, quiero ser yo el afortunado que llegue a conocerte tal y como eres.
—Érebos... yo...
—Confía en mí, no te fallaré.

Morana apretó los párpados con fuerza, respiró profundamente intentando calmar los nervios que la atenazaban. Jamás nadie le había hablado así pues el único sentimiento que despertaba era el de terror, al amor nunca había entrado en sus planes y ahora... Quizá debía darle una oportunidad, no perdería nada y en cambio si podría ganar mucho.
Exhaló lentamente mientras se llevaba las manos a la capucha y retiraba pausadamente la barrera que la separaba de poseer a un dios o continuar con su eterna soledad. Cuando sus ojos quedaron prendados con los de él, aprisionó con firmeza los puños a sus costados intentando ignorar la ola de pánico que la atravesó.

Érebos quedó paralizado ante lo que tenía frente a él, extrañas y moradas marcas surcaban el rostro que debería haber sido bello confiriéndole un inquietante aspecto, los pálidos labios estaban firmemente apretados formando una severa línea y una fina cicatriz hendida en su pómulo izquierdo le atravesaba la delgada ceja, pero fueron sus ónices los que le hicieron retener el aire, sus globos oculares eran intensamente negros, como si una noche sin luna hubiese arraigado en ellos impidiendo que cualquier otro color morase en sus profundidades.

Sintiendo tanto dolor como un ser sin alma pudiera sentir al percibir el espanto en la hermosa cara del hombre, elevó las manos para ocultar su fealdad vejada de si misma por haber tenido un ápice de esperanza, al bajar la vista al suelo esta quedó atrapada en el magnífico miembro ahora despojado de la tela que minutos antes lo hacia invisible a su mirada.

Conmovido por la aflicción que reflejaba la desfigurada tez, alargó un brazo y con un dedo le alzó la barbilla.

—No me importa tu aspecto, Morana.
—No mientas —susurró.
—¿Te parece que lo hago? —interrogó señalando hacia abajo.

Morana bajó los párpados sorprendida por su respuesta y por el hecho que sus labios comenzaran a rozar levemente sus descarnadas mejillas, cuando estos llegaron a la comisura de su boca lo apartó.

—No, no me beses —advirtió apesadumbrada—, si lo haces estarás ligado a mi para la eternidad.
—Te deseo —aseguró Érebos atrayéndola hacia él.
—Tómame pues —asintió ávida por sentirse mujer nuevamente.

Érebos la apretó contra sí, asió la larga falda y acariciando la satinada piel con las temblorosas yemas la fue subiendo hasta que sus dedos rozaron el ardiente canal, asiendo las firmes nalgas la elevó haciendo que las piernas enlazasen su cintura. Desesperado por contemplar los exuberantes pechos que se dibujaban bajo la oscura tela, dio un rápido tirón de esta haciendo que la fíbula que la sujetaba a su hombro saliera despedida. Cuando los pálidos montículos aparecieron desafiantes ante él su pene vibró expectativo, asió con su boca uno de los endurecidos pezones y lo succionó hasta que de la garganta de su amada escaparon los ansiados gemidos. Deslizó la mano por su muslo hasta la palpitante vagina e introdujo un dedo en ella impregnándose de su rocío, al percatarse que estaba lista para recibirlo e incapaz de seguir soportando la presión de sus testículos guió su divina verga hacia la candente entrada y con un potente movimiento de caderas se hundió en su interior. Jadeó cuando las paredes se adhirieron a su alrededor oprimiéndolo a la vez que retrocedía y se sumergía en su sedosidad.

Extasiada por la sensación de verse llena de él echó la cabeza hacia atrás y clavó las largas uñas en sus omoplatos.  Poseída por una fiebre hasta ahora desconocida, clavó los talones en el prieto trasero que se contraía con el vaivén de sus embestidas, sintiendo el terciopelo de la clámide rozar sus pantorrillas lo que aumentaba el intenso placer.
Quiso gritar cuando él se quedó inmóvil y exigirle que continuase, pero los fulgurantes ojos que la contemplaban llenos de pasión le hicieron desistir.

—Quiero estar junto a ti por toda la eternidad —murmuró con la voz ronca—, eres la compañera que jamás pensé en llegar a tener.
—No sabes lo que pides —aseguró clavando las negras retinas en él—, aquí eres un dios, que como tantos otros perderás poder con el paso del tiempo, mas siempre tendrás a alguien que te venere y te ame.
—No soy como Zeus y su corte interesados en el amor de los humanos, Morana —dijo oscilando la pelvis—, es el tuyo el que ambiciono poseer, a quien anhelo pertenecer.
—Perderás tu posición y tu identidad —advirtió tomando el rostro entre las frías manos—, serás temido y odiado.
—Si estoy junto a ti, todo lo demás carece de importancia.
—¿Estás seguro? —le vio asentir con vehemencia—, sea pues, bésame.

Érebos trazó la curva de los blancos labios con la punta de su lengua y cuando ella con un suspiro le permitió el acceso, se zambulló dentro de su boca saboreándola con intensidad e impregnándose de la frialdad de la muerte. Cuando los brazos de Morana se enlazaron alrededor de su cuello, la apresó contra sí entrando y saliendo con poderosas embestidas, arrastrándolos y a un devastador orgasmo que los convulsionó de arriba abajo.
Con las jadeantes respiraciones y una plácida sonrisa en sus rostros, se contemplaron extasiados y asombrados con la experiencia vivida.

—Eres mío y yo soy tuya, hemos fundido nuestros cuerpos de tal modo que por los siglos tu nombre y el mío serán utilizados como uno solo —le acarició la sudorosa mejilla—.  Deja atrás el Hades, ya no es tu sitio y también el nombre por el que ahora has sido conocido y acompáñame en mi eterno viaje a través del bien y el mal.
—Soy todo tuyo mi amor, iré donde tu vayas y mi nombre será aquel por el cual quieras llamarme.
—Te amo Azrael, mi ángel de la Muerte.


FIN

Este relato y 27 más los encontrareis en el concurso, que ya os anunciamos en la entrada del book trailer, que hizo Karol de http://deseoyoscuridad.blogspot.com/
¡¡A disfrutar de ellos!!



16 comentarios:

KaRoL ScAnDiu dijo...

El relatoooo;D

Si es que lo leo, releo, requeteleo, y todos los "eos" que haya>;D

Mucha suerte mis chicas.

Os kierooo, kissesssss

Erzengel Eds dijo...

Hola, Chicas!!!
Qué Os!!!
ya les comenté en el blog de Karol, pero también paso por aquí a dejar mi opinión...

Magnífico!
que tomaran como Bestia a la protagonista femenina ha sido una idea de lo más original ;)

Y ni hablar de las super escena ardiente...
Me encantó, simplemente hermoso!!!

Si quieren leer mi Os antes de que Karol lo publique, pasen por mi blog:

http://erzengel-palabrasalviento.blogspot.com/2010/10/angel-bestial-os-para-el-concurso-de.html

besotes y buen fin de semana!

Irene Comendador dijo...

Como ya os dije en el blog de Karol, esta historia sin duda llegara a ser la mejor del concurso, no solo por lo bien escrita que esta, por su forma y trama, si no que la imaginacion de ella es algo abrumador, y que me decis de la emocion, el sentimiento , hay mis chicas es que escribis como los autenticos dioses
magnifico
ver como dos seres tan distintos pueden apartar todo de sus vidas, por el amor que en un moemnto brota de us cuerpos, como el aspecto fisico no tiene importancia, como un ser puede dejar todo lo que conoce para estar con el amor que le haga feliz y dichoso para simpre
wow no se que decir y ya dije demasiado, es simplemente perfecta
un beso mis chicas, mis almejillas, os adoro
Irene

laqua dijo...

................................
(yo tratando de cerrar mi boca)
..................................
F-E-L-I-C-I-T-A-C-I-O-N-E-S!!!
Genial, chicas, absolutamente genial.
Me saco el sombrero :D
Comentario aparte, niñas, ¡hace años que no encontraba gente que sepa tanto de mitología como ustedes! Ya se los dije antes y se los repito: la documentación que hacen para sus historias es B-R-U-T-A-L.
Ade y Mariola, se las quiere :D

P.D.: Ade, de corazón espero que esté todo bien con tu mamá.

Anónimo dijo...

WOOO chicas me encantó!
La idea de la Muerte me pillo por sorpresa y ademas me parece magnifica!
Teneis que decirme que comeís para que se os ocurran esas ideas tan geniales...
Mucha suerte y muchos besos ^^

JM dijo...

Sin palabras bueno si joder joder joder jajaja. Es magnifico, no he leido ningun otro del concurso pero ante este me quito el sombrero.

Debeis estar muy orgullosas de el, joder princesas sois las mejores.

Un beso para cada una que os enfadais despues jajaja.

Florcita de Pura Flor dijo...

chicas debo decir que con todas las historias de usteddes, esta me parecio interesante, pues pense que era bueno no se que pero no esperaba la muerte...

mucha suerte
abrazos

AKASHA BOWMAN. dijo...

Me pongo de pie y os aplaudo a rabiar, queridas, pues con lo que cuesta publicar dos capítulos a la semana y que encima hayáis dispuesto de inspiración para este maravilloso relato hace que os diga: ¡Bravísimassssss!

No soy solo una amante de las novelas románticas victorianas, soy también una fanática de lo vampírico (bien hecho, no las típicas perogrulladas que se ven de vez en cuando) y de todo lo sobrenatural en general. Seres de inframundo, torturados en su mundo condenado, ninfas, Universos de fantasía, unicornios... todo ello me fascina.

Un placer leer hoy lunes este bello relato. ¡Y mañana más jejejeje!

Besos

Silvia dijo...

No sé como seran los otros relatos pues todavia no lei ninguno pero será dificil superar a este.
Os habeis salido de lo habitual pero siempre con vuestro gran toque.
Mereceis ganar.

INFECTADO CERO dijo...

Ya lo dije en el blog de Karol, pero lo digo aquí de otra manera: Sois unas artistazas. Es que sois las diosas del vicio y la mitología.
Besos, mis almejas.
Y la bestia que hay en mi se caga en to lo que se menea, claro. jajjajaj
INFECTADA-X (es que me sale el perfil de infectado y no se como quitarlo)

J.P. Alexander dijo...

Ame este relato tan erotico, pero sobre todo tan romantico como pueden dominar las dos cosas ala perfeción son geniales chicas

Nenina dijo...

!!!mus bombas!!!
esto es guerra! jajaja:)

que maravilla de relato, es todo ingenio, amor y deseo... wow! todos podemos ver lo talentosas que son!
les dejo un besooote!
muac muac muac

Anna ( blog princesa) dijo...

Mucha suerte chicas con el concurso.

P.D Ade ¿como sigue tu madre?

Besos y feliz semana

Unknown dijo...

Ya os felicité en el blog de Karol, pero no puedo por menos que repetirlo aquí. Ha sido un relato extraordinario en todos los sentidos. Perfecta redacción, original historia, descripciones apasionadas... Estoy viendo muchísima calidad en el concurso, pero estoy seguro de que estareís entre las más valoradas.

De verdad que es de los que da gusto volver a leer las veces que haga falta.

Adela/Mariola (SokAly) dijo...

Hola primero que nada agradecer a tod@s, tanto a los que habéis comentado aquí como los que lo han hecho en el blog de Karol las palabras tan bonitas que nos habéis dedicado, os puedo jurar que tanto Ade como yo nos hemos emocionado un montón de veces.

Me alegro mucho que os haya gustado el relato y que hayáis disfrutado de Morana y Érebos tanto como nosotras escribiéndola, os confieso que fue una gozada y lo pasamos en grande las dos noches que tardamos en hacerla vía Messenger.

En ningún momento pensamos en los votos ni nada por el estilo y seguimos sin hacerlo, ganar o no es lo de menos, nuestra intención era apoyar a una amiga en su proyecto y divertirnos al mismo tiempo, pero os aseguro que con vuestros comentarios habéis logrado hacernos más felices que si nos hubieran otorgado el Nobel de Literatura.

Gracias y mil veces gracias de todo corazón.

Un besazo.

Mariola.

P.D: Silvia, sabemos lo que te costó dejar el comentario en el otro blog y por eso lo apreciamos con el alma. Un beso guapa.

Maribel dijo...

Llego la última... como siempre.

¿Qué decir? El relato tiene el sello inconfundible de SokAly, incluso diría que os habeis superado. Mil felicitaciones por vuestro talento e imaginación desbordante.

Besos, chicas.

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