viernes, 17 de diciembre de 2010

CONQUISTADO POR UN SUEÑO - CAPÍTULO 36 (3ª PARTE)




Toda su valentía desapareció cuando la enorme palma se ciñó alrededor de su cuello cortándole el aire y con la furia de un loco comenzó a pasear la daga por su tez, bajando con una escalofriante lentitud hasta el centro de su ser, con cada movimiento esperaba sentir la hoja hundirse en ella y sabía que no acabaría con su vida rápidamente, la demencia que mostraba el desencajado rostro le hacía prever que disfrutaría torturándola. Cuando percibió los repugnantes dedos rozarle las braguitas sollozó y rezó con fuerza para que el tormento pasase veloz. Se olvidó por un instante de todo al notar los tobillos libres de la prieta atadura, pero el pesar volvió a ella aceleradamente cuando Donald, como un salvaje, tiró de sus vaqueros. <<Nooooo>> gritó su martirizada mente al tiempo que pataleaba como una fiera. El enorme corpachón del highlander sobre ella la clavó de nuevo en el suelo paralizándole las piernas. Apartó el rostro cuando él trató de besarla otra vez, cerró con fuerza los párpados al sentir la humedad de la lengua sobre el lóbulo de la oreja y quiso estar muerta cuando con manos avariciosas empezó a toquetearla al tiempo que le dedicaba obscenas palabras a sus oídos. Iba a violarla

Dos lágrimas surgieron en el rabillo del ojo mientras dibujaba en su cerebro la imagen de Aldair, su amado guerrero, el gran Laird de los McRea que la había elegido como su compañera para el resto de sus días, un hombre valiente y de honor que no se dejaría amedrentar por grande que fuese su enemigo. Un hombre que se merecía tener a su lado una mujer con agallas, una igual y no una pobre muchacha que se dejara vencer a las primeras de cambio y sin oponer resistencia. Sacando fuerzas de donde no las tenía y obviando el estilete, mordió a aquel canalla que trataba de forzarla, <<soy Liana McRea>>  pensó cerrando los dientes con todas sus ganas, y quizá no viera un nuevo día, mas su pueblo la recordaría como una mujer digna, luchadora y envanecida de portar ese apellido. La agresión hizo que el desalmado lanzara un grito y se apartara de ella, pero no era suficiente para quitárselo de encima así que sin pensarlo le golpeó con las energías que la adrenalina le generaba y le partió el pútrido labio con su cabeza, logrando que Donald cayese de lado llevándose ambas palmas a la cara. Rauda se giró y como pudo se puso de rodillas y logró incorporarse, pero el hormigueo que sentía en las piernas por tantas horas paralizadas no la dejó avanzar y trastabilló cayendo de nuevo. Chilló cuando una zarpa la agarró incorporándola y volteándola de mala manera, vio como Donald cerraba el puño dejándolo caer hacia ella, sin pensarlo alzó la rodilla y la incrustó con furia en la entrepierna masculina, casi llora de placer al escuchar el horrible bramido que emitió. Que se jodiera, pensó revolviéndose para continuar su huida, aunque no pudo dar ni un solo paso pues se dio de bruces contra el suelo.



Le costaba respirar y el dolor que sentía en sus partes nobles era indescriptible, pero no iba a permitir que escapara, discurrió medio incorporándose y empujándola. Con la mano libre masajeó los testículos en un vano intento de aliviar el escozor que la muy puta —con su agilidad y puntería— había implantado en él. La zorra era más inteligente y vigorosa de lo que había pensado, sin duda hubiese sido una consorte adecuada para gobernar junto a él. Era una pena que tuviera que matarla, una hembra con tanto valor y coraje merecía vivir, pero no había llegado tan lejos ni había esperado tanto para echarlo todo a perder por un somero capricho, después de todo sólo era una mujer hermosa y había cientos de ellas repartidas por el mundo. No, admitió a regañadientes, sabía que jamás sentiría nada parecido a lo que ella le despertó en un corazón que creía seco, pero las cosas eran así, no se podía tener todo y su elección era muy fácil o la dama que sollozaba debatiéndose fieramente o el poder que le otorgaría Carman cuando la liberara de su prisión.

Se pasó la lengua por el abierto labio saboreando el ferroso líquido, aún faltaban unas horas para llevar a cabo el sortilegio, pero la profecía nada decía que para cerrar el círculo la fuerza vital de Liana tuviese que estar caliente. La agarró por el pelo y estiró hasta que la cabeza estuvo alzada.

—Os echaré de menos –susurró junto a su oído.
—Noooo –rogó con un hilo de voz.

Sonrió eufórico ante el agónico sonido, iba a estamparla contra el rocoso piso, iba a hacer que su cráneo se rompiera como un huevo, iba a destrozar ese bello rostro que lo había consumido hasta el delirio y degustar por fin la supremacía que siempre debió tener.

Se tragó la frustración que le suponía verse atrapada de nuevo, no era capaz de entender como después del testarazo y el rodillazo, Donald podía haber recuperado tan pronto la capacidad para apresarla, pero así había sido. Jadeó impotente cuando él se posicionó sobre ella y asiéndola de la corta melena tensó su cuero cabelludo hasta creer que lo arrancaría del cráneo. Las palabras que él musitaba junto a su oreja anunciaban su final, pero no tenía energías para más, apretó los párpados abandonándose a su suerte, ya esperaba el golpe de gracia cuando repentinamente la presión desapareció.


Un alarido de mujer resonando entre los árboles alertó al grupo que continuaba buscando cualquier indicio que los condujera a Liana. Los músculos de Aldair se tensaron al escuchar su nombre entre las ramas, como el resto se giró sobre si mismo tratando de averiguar de donde provenía. El abundante follaje distorsionaba el sonido que parecía salir de todas partes. Un nuevo y lastimero chillido le puso el vello como escarpia. Era Liana, estaba en peligro y lo llamaba clamando su ayuda.

—Deberíamos separarnos —musitó escudriñando en todas direcciones desesperado.
—No, el grito vino de allí — señaló Niall posicionándose a su lado—, desenvainad y estad prestos para la lucha—, indicó por encima del hombro a los que permanecían en su retaguardia—, no sabemos cuantos son, ni que pretenden.

Siguiendo las órdenes del Laird McInroy los hombres empuñaron sus armas y se encaminaron hacia el centro del bosque, atentos a cualquier rumor, a cualquier movimiento que se produjese a su alrededor.

Sentía el amargo regusto del miedo en el paladar, el corazón le tamborileaba en el pecho como queriendo escapar y la mano con la que sostenía su estoque, apartando ramas y arbustos de su camino, le temblaba desmedidamente. No había vuelto a escuchar nada, a pesar que mantenía todos los sentidos alertas. Un horrible presentimiento le atenazó las entrañas, quizá Liana no pedía socorro porque su voz había sido acallada para siempre. Giró el cuello hacia Niall que iba tras él cubriéndole las espaldas, este bajó los cárdenos orbes evitando su mirada. <<¡Por todos los demonios!>> golpeó con ira un grueso leño mientras continuaba la andadura, ella seguía viva, tenía que estarlo. De repente todo se volvió rojo, ese era sin duda el color de la cólera en estado puro, un encarnado tan intenso que le nublaba la visión al ver a su mujer siendo atacada de la forma más vil. Un gruñido animal escapó de su garganta, liberando toda la maldad que siempre procuraba tener a buen recaudo, reverberando en el bosque y helando la sangre de los que lo acompañaban, cegado por el dolor y la rabia se lanzó, espada en alto, hacia el desgraciado que sujetaba a su Liana por el pelo. No importaba si había otros malhechores al acecho, su meta era acabar con la vida de esa inmundicia y lo haría aun costándole la suya.


El instinto le hizo ponerse en tensión y dejar de lado su cometido, miró con cautela alrededor, no se veía ni escuchaba nada extraño, quizá fuera el poco cargo de conciencia que todavía debía quedarle lo que le estaba molestando. Encogiéndose de hombros volvió a su quehacer.

—Slan leat, mo Chroí(*) –murmuró tristemente hundiendo con más firmeza los dedos entre el sedoso cabello.

El rugido le pilló de improviso, se revolvió para encontrarse a su peor enemigo surgiendo entre la maleza, un frío extraño le recorrió la espina dorsal, soltando a su presa examinó sus manos vacías de cualquier arma, vacilante reculó hacia donde se amontonaban sus pertenencias, mas se detuvo al percatarse que no podría llegar hasta ellas al ver a varios hombres surgir tras su líder. Ante la oscuridad de la zozobra que le poseyó, una pequeña luz surgió haciendo que una sonrisa curvara el rajado labio, ellos lo superaban en número pero todavía no lo habían vencido, aún conservaba en su poder algo con lo que el arrogante Laird no contaba y que cuando tuviera conocimiento de ello no podría obviar. De un modo u otro saldría victorioso de aquella situación.

Aldair corría con el rostro transformado por el furor y con la vista prendida en su presa, cuando su nombre pronunciado por una suave voz se introdujo entre la niebla de su vesania, deteniendo su avance contempló como Liana se ovillaba sobre si misma.

—Mo gràdh —biseó yendo hacia ella.

Con sumo cuidado la levantó y buscó sus ojos, una mezcla de emociones pululaban en ellos, miedo, dolor, asco…, un bajo rugido brotó de su pecho cuando la vio maniatada y magullada, se ahogó al ver sus vestiduras desgarradas, presto se despojó del plaid que le cruzaba sobre el tórax y la cubrió tapando su desnudez, si ese desgraciado había osado…, no queriendo pensar en algo tan horrendo, la acercó a él y de una tajada la desembarazó de las ataduras, la apretujó contra su firme cuerpo cuando la cálida exhalación le acarició la piel, queriendo fundirse con ella, queriendo borrar la vergüenza que había vislumbrado en las oscuras retinas. Las lágrimas de su mujer le quemaron la dermis del torso filtrándose hasta lo más profundo de su acelerado corazón, marcándolo con la culpa por no haber sabido protegerla. Apretó el abrazo tan fuerte que la oyó quejarse, pero no hizo nada para remediarlo, necesitaba tenerla pegada a él, asegurarse que estaba sana y salva entre la protección de sus brazos.
Alzó la vista hacia aquel que, ahora rodeado y amenazado por las espadas de los suyos, se había atrevido a poner sus sucias manos sobre Liana, al reconocer el familiar semblante un ligero temblor lo recorrió provocando que sus músculos se agarrotasen.

Por un instante creyó estar muerta cuando ante sí se le apareció Aldair con todo su poderío y belleza, incrédula ante su suerte pronunció su nombre y toda su alma se regocijó al sentir la calidez de sus palmas sobre ella cuando la incorporó. Que bueno era estar en casa, porque él era su hogar. Se quejó levemente cuando la aprisionó con vigor y volvió a hacerlo cuando los acogedores brazos se estremecieron y un frío la llenó, levantó la cabeza y observó el cambio en el perfecto y cincelado rostro de su amante, buscaba consuelo en sus ónices mas jamás pensó ver aquel adusto semblante. Las verdosas lagunas apenas eran visibles ocultas por las dilatadas pupilas, un tic palpitaba en su pómulo izquierdo y rechinaba los dientes de manera audible, era la cara de un animal salvaje, de una bestia herida. Con cautela alzó las yemas y acarició el rígido mentón.

—Aldair —musitó con voz temblorosa—, mírame.

Obedeciendo la suave orden bajó la vista hacia Liana, que lo contemplaba entre sus largas y húmedas pestañas, repasó la bonita cara, con los nudillos acarició la mejilla algo enrojecida y continuó el agasajo hasta detenerse en la columna de su cuello, por primera vez se percató de las señales de unos dedos en la delicada piel. Un sonido gutural escapó de lo más profundo de su ser. No pudo protegerla, pero vengaría toda la afrenta sufrida, mataría a aquel que en su día debió perecer como el cerdo que era.

—Sólo por esto merece la muerte —susurró rozando con delicadeza las marcas.
—No, por favor —suplicó aferrándose de nuevo a él—, no me sueltes.

Haciendo caso omiso de su demanda indicó a Niall que se acercara, cuando éste llegó junto a ellos, se deshizo del amarre de Liana y se la entregó a su amigo.

—Haceos cargo de ella.
—Aldair —exclamó al verse de repente asida por el enorme Lobo.
—Si algo me ocurre ya sabéis lo que debéis hacer —le dijo incorporándose y sin dedicarle ni una sola mirada a Liana—, confío en vos.
—No os preocupéis —aseguró Niall sujetándola por la cintura—, pero saldréis bien de esta y vos mismo os encargareis de vuestra hembra.
—Así lo espero —afirmó quedamente—, pero si la diosa Badb no me concede la gracia de su compañía, recordad que tenéis en vuestras manos mi bien más preciado.

Aldair estudió a Liana de arriba abajo, con determinación agarró el plaid que se había abierto con el intercambio dejando parte de sus pechos expuestos y lo ajustó, se le desgarró el alma al ver como ella observaba la acción y los ónices se le colmaban de agua y turbación. Sin poder soportar ni un segundo más el pecado que lo consumía por no haber sabido custodiar lo que más amaba, se giró hacia donde sus hombres mantenían inmóvil al traidor.

(*)Slan leat, mo Chroí: Adiós, amada mía en gaélico.

Continuará...




9 comentarios:

Irene Comendador dijo...

La madre del cordero y toda su jarcia, pero donde co.ones va este hombre, que dice que puede que no vuelva, noooooo, que vuelva con ella, que mira que a la pobre la da algo seguro
casi me muero muerta cuando la estaba forcejeando, y la quita el pantalon y la coge de los pelos, y y y y y , vaya capitulitos que os tirais para el cuerpo, que asi una no puede recuperar la paz del dia de trabajo, no hombre no!!!!

bueno estaremos aqui espectantes para ver como al final le mata y remata y vuelve a matar despues, volviendo con su amada y consolando su alma que soty segura que lo necesita
Un beso mis reinas, mis chirlis, que os quiero un millon
irene

J.P. Alexander dijo...

Pobre Aldair la pena que debe sentir lo inultil que debe senitrse por no haber protgido a Liana pero ella es toda una heroina. Ahara deben estar juntos . Lo dejaron muy interesante les mando un beso y se me cuidan

KaRoL ScAnDiu dijo...

AHHHHHHHHHHHHHHHH...
Dios, no sabéis, no tenéis ni idea de cómo tengo el corazón u los ojos.
Os juro que tuve que pasarme la mano por el rostro, y solo de recordarlo se me aprieta el corazón, porque tuve que apartar las lagrimas...
Que capí más... EXPLÉNDIDO, ÚNICO, MARAVILLOSO...

Os lo digo de verdad, este, pasa a ser uno de mis favoritos, por no decir EL FAVORITO.
Tanta fuerza, esa valentía y ganas de luchar de Liana, mi nuevo ídolo feminino, la ira de Aldair, como sus ojos se cubrían de rojo ante la rabia y... ains, Dios, que se me pone los vellos de punta...

Lo amééééééé... espero con ganas más y más y más y más:D

kisses reinas mías:D

SANDRA dijo...

Que tensión, menudo capítulo. No sabía por donde irían los tiros. Espero que Aldair le de su merecido. Un saludo y un besote

Anónimo dijo...

Holaaa! he vuelto chicas y miren con que me encuentro. Oh mi god casí morí cuando donald le baja los pantalones a liana juró que lo mataria si pudiera, peor ella es una maldita mujer fuerte y se lo sacó de encima, creo que es toda una heroina.

Que Aldair mate al desgraciado peor que se cuide de los trucos que guarda el cabron.

Besos chicas que esten bien :)

Unknown dijo...

Hola Chicas!!!... wow meraton para mi de capi, esta super la historia, no se como me he perdido tanto, wow, ese canaya, si es cobarde, lo ke tiene es ke morir ¬ ¬ ..
y Liana, si ke es una mujer, con caracter, no se rindio, eso si ke es valor... y Aldair es mas belloooo, dios mas lindo para cuidarla..

ahhhh, me kede con ganas de mas ^.^

bueno chicas besos para las dos ke tengan un lindo domungo y ke pases una Feliz Navidad

AKASHA BOWMAN. dijo...

Hubo un instante en el que creí que Donald llevaría a cabo su cometido, sobretodo cuando se demoró demasiado toqueteando a Liana y susurrándole obscenidades. Liana se mostró valiente, como una verdadera McRea, lástima que se topara con un highlander más fuerte y ansioso de venganza de lo que ella se esperaba.

Cuando le arrancó los pantalones creí que no había esperanza ya...

¡He oído el loco palpitar del corazón de Aldair al escuchar ese alarido femenino en la espesura! ¡Y la certeza de que era su Liana la que estaba en peligro en esos instantes! Lo he visto avanzar entre la maleza dando fuertes golpes a la vegetación, abriéndose paso, y pese al rojo que nublaba su visión he alcanzado a ver su furia al percatarse de la presencia de Donald sobre su mujer.

¿Soy una esquirol si digo que me dio ligera tristeza (ligera solo) la despedida de Donald hacia Liana? Lo siento jooo

Ahora temerosa estoy de lo que acontezca, pues auqnue Donald está rodeado y desarmado posee todavía el medallón, y eso le da una cierta ventaja.

¿Por qué esa desconfianza de Aldair sobre que es posible que no regrese al lado de Liana? MMmmm

PD. Me encantó ese tic muscular en el rostro de Aldair, jejejejeje

Besitos mis reinas, buen comienzo de semana que entra

Ade dijo...

Que bueno que hayáis vivido tan intensamente la angustia de Liana, la locura de Donald y la rabia junto con la desazón de Aldair.

Miles de gracias por estar siempre aquí y tomaros la "molestia" de comentar.

Besos enormes.

Silvia dijo...

Que valentia la de Liana, que cobardía y locura la de Donald y que amor y fiereza la de Aldair, este capitulo estuvo muy bien.
No sé si podré pasarme esta semana, asique por si acaso os deseo una feliz navidad junto a vuestros seres queridos.
Gracias por este capitulo con tanta tensión.

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