jueves, 24 de septiembre de 2009

EL GUERRERO DE MIS SUEÑOS(CAPITULO5)

Khons condujo su moto a gran velocidad hasta la casa de Eleazar, debía hablar con él, tenía que llevarse a Mariella, le había costado mucho no tomarla aquella noche y no estaba seguro de poder controlarse la próxima vez. Le dolió dejarla, desilusionada, triste, creyéndose rechazada, cuando él hubiese dado media vida por enterrarse en aquel cuerpo caliente y vivo que tuvo entre sus brazos.

Aparcó la moto y entró rápidamente, era lo bueno de aquel sitio, no necesitabas llamar, mucho antes de llegar ya sabían que estabas allí. Fue hasta el despacho de Eleazar, por la hora supuso que estaría trabajando, no se molestó en llamar, abrió la puerta y entró. Efectivamente, su jefe estaba con la cabeza entre papeles.

- Buenas noches -dijo Eleazar levantando la cabeza-, ¿ocurre algo?
- ¿Por qué no me dijiste que era tu hermana? -le espetó.
- Bueno, ya lo sabes -se levantó y se acercó a Khons, que estaba visiblemente enfadado.
- Quiero que la saques de mí casa. -gritó furioso-. ¡Ya!
- Un momento, tranquilízate -Eleazar sonrió-, ¿acaso ha hecho algo malo?
- No, no es eso -se dio la vuelta-, pero no puede seguir en mi casa ni un día más.
- ¿Por qué? -Eleazar lucía una enigmática sonrisa.
- ¿Por qué?, pues por que he estado a punto de acostarme con ella -lo miró desafiándolo, a ver que contestaba ahora.
- ¿Y? -alzó una ceja encogiéndose de hombros al mismo tiempo.
- ¿Cómo que y?, he estado a punto de acostarme con tu hermana, TÚ hermana -abrió los ojos sorprendido-, y parece no te importe.
- Mariella ya es adulta -se encogió de hombros de nuevo, quitándole importancia al asunto-, no necesita mi permiso para acostarse con quien le apetezca.
- Dios santo -se sentó de golpe-, me conoces perfectamente, sabes que para mí las mujeres son de usar y tirar, ¿acaso no te importa?
- No -Eleazar también se sentó-, ya te he dicho que Mariella es una mujer adulta, toma sus propias decisiones.
- No me voy a quedar con ella, Eleazar -dijo levantando la cabeza para mirar a su amigo, iba a ser duro, pero le molestaba la actitud pasiva de su amigo-, en cuanto me acueste con ella la dejaré, tal vez la primera vez, o puede que me la tire un par de veces más si merece la pena. No va a ser diferente que con otras mujeres por el hecho que sea tu hermana, para mí será una hembra más, una del montón.
- Sí, lo sé -ahora había un brillo triste en los ojos de su jefe pero no la furia que Khons esperaba-, tampoco creo que importe mucho, a Mariella apenas le queda tiempo.
- ¿Qué quieres decir con eso de que no le queda tiempo? -arqueó el cuerpo hacía delante en la silla y lo miró con extrañeza.
- Mariella se está muriendo -bajó la vista hacia los papeles de su escritorio-, apenas le quedan unos días.
- ¿Está enferma? -aquello no se lo esperaba.
- No, es algo más complicado que eso, algo que no te puedo contar -sus ojos se llenaron de lágrimas-, se muere, y no puedo hacer nada por evitarlo, y lo peor es que yo soy el responsable de lo que le está pasando.
- No entiendo -sintió algo extraño en su interior al enterarse de aquello, como algo se rompiese dentro de él.
- Es lo máximo que te puedo contar por ahora, no es mucho, pero es todo lo que debes saber -Eleazar se puso en pie y dio unos pasos hacia la puerta-, me gustaría pedirte un favor.
- Di -Khons permanecía sentado, era incapaz de mover un solo músculo.
- Hazla feliz -murmuró mirándolo por encima del hombro-, si ella te desea y tú la deseas a ella, tened una aventura, sexo, lo que queráis, no importa pero no se lo niegues, se merece un poco de felicidad, aunque sea por lástima.
- Yo… -tragó saliva sonoramente-, yo no la rechacé por lástima Eleazar, la rechacé por ser tu hermana, y me costó mucho apartarme de su lado.


Sin decir una palabra más, Eleazar abandonó el despacho, Khons permaneció un rato sentado entre la penumbra, asimilando todo lo que acababa de enterarse. Aquella preciosa muñeca se moría y lo sabía, nunca se había quejado, nunca había maldecido su suerte delante de él a pesar de lo desagradable e injusto que había sido con ella desde que la conoció, la admiró por su valor, por su coraje. Se levantó y caminó despacio hasta su moto.

Mariella se ahogaba, llevaba días encerrada y el rechazo de Khons le rompió el corazón. Ella no era una mujer muy guapa, pero era atractiva y lo sabía, tampoco era una mujer de aventuras pasajeras, pero el tiempo se le acababa y se sentía tan atraída por Khons que dio el paso, no sabía que le ocurría con aquel hombre, pero lo deseaba más que a nada en el mundo, a pesar de sus desplantes, de sus insultos…, cuando él la miraba el tiempo se detenía, cuando él la tocaba, aunque fuera por error, sus huesos se reblandecían como la mantequilla, y cuando él la había besado, sólo deseó una cosa, que la hiciera suya por encima de todo. Casi lo consiguió, él la había acariciado con ternura y pasión, había estado tan excitado como ella, su miembro enorme y duro palpitando contra su vientre se lo confirmó, pero la había apartado de su lado, casi se la había quitado de encima como si tuviera una enfermedad contagiosa. Las lágrimas corrieron por sus mejillas sin control, se levantó y salió de la casa, tenía que pensar, no quería que la viera allí llorando y triste, necesitaba serenarse y sobretodo, tenía que reunir el valor necesario para volver a mirarlo a la cara.

Khons aparcó la moto y subió los escalones de dos en dos, necesitaba hablar con Mariella, que le aclarara algunas cosas y también aclarárselas a ella, debía explicarle que no la rechazó porque no la deseara, sino por ser quien era, tan pronto entró en su casa supo que ella no estaba allí, la calma y el frío que lo recibían cuando vivía completamente solo se había vuelto a apoderar de todos los rincones. La llamó sabiendo que nadie le iba a contestar, la buscó consciente que no la iba a encontrar. Se sentó en el sofá y miró unos minutos al frente sin ver nada en concreto, algunas imágenes rondaban su mente, ella canturreando, ella durmiendo con la mano bajo su rostro, ella con esos diminutos pantalones cortos, ella…,¡Dios se había marchado!, se levantó de golpe y fue al baño, observó la estantería y vio todos aquellos frascos femeninos, luego fue al armario y vio que su ropa seguía colgada, y su maleta descansando en el suelo, lanzó un suspiro de alivio, al menos sus cosas aun estaban allí.

Un trueno lo hizo levantar la cabeza, una tormenta se acercaba, por eso desistió en conducir hasta relajarse por completo, no le gustaban las tormentas, levantó un poco la persiana y se fijó en la lluvia que ya había comenzado a caer débilmente, un relámpago se dibujó en el cielo seguido por otro ensordecedor trueno, de pronto, como si los cielos se abrieran, la lluvia empezó a caer furiosamente. Comenzó a preocuparse por Mariella, de que ella no estuviera con él, después de mucho, muchísimo tiempo, se estaba preocupando por alguien, ¿o tal vez era la primera vez que lo hacía? No estaba seguro. Tomó su chaqueta y salió en su busca.




Mariella no pensaba que se había alejado tanto, sólo quería pasear, tranquilizarse y ordenar sus pensamientos, cuando la lluvia comenzó a caer se volvió y anduvo sobre sus pasos sin prisa, pero cuando aquella cortina de agua comenzó a caer sobre ella con fuerza, echó a correr, un error, le costaba avanzar, cerró los ojos y se obligó a seguir adelante, seguía corriendo a pesar de que el agua se le metía en los ojos y le dificultaba la respiración. No supo en que momento se desvió, en que instante se equivocó, pero lo cierto es que no sabía donde estaba, no conocía aquel barrio, se giró sobre si misma buscando algo conocido para poder situarse, alguna señal que le indicara como volver, pero no la encontró, tampoco había nadie a la vista para poder preguntarle. Aún faltaban horas para el amanecer, pero tenía frío, estaba empapada y perdida, tropezó con algo y cayó al suelo, estaba tan desesperada que ni trató de levantarse, se llevó las manos a la cara y lloró.

Khons la buscó primero por alguno de los bares cercanos a su casa, tal vez había ido a tomar algo, pero no la encontró, siguió buscando por las calles inútilmente, el agua ya empezaba a calarlo por completo, se subió el cuello de su chaqueta, encogió los hombros y siguió caminando fijándose en todo, tratando de localizarla. Era temprano, lo mismo ella había vuelto y estaba seca y caliente mirando la televisión, sí, seguro que su preocupación era una tontería, Mariella parecía una mujer sensata. Pasó una calle y otra, iría un poco más lejos y después volvería a casa, siguió caminando y de repente, en una boca calle, algo llamó su atención, dobló la esquina y se fijó en el bulto que apenas se movía, un sonido ahogado llegó hasta sus oídos, era una mujer de rodillas y por el movimiento de sus hombros supo que lloraba, se acercó un poco más, tal vez necesitaba ayuda. "Santo Cielo", era Mariella de rodillas que lloraba con desesperación, soltó una maldición y corrió hacía ella. En cuanto estuvo a su lado de agachó y la levantó del suelo. Ella apartó las manos, lo miró entre las lágrimas y el agua que corría por su cara y por su pelo, y al ver quien era se abrazó a él todo lo fuerte que pudo, Khons la encerró entre sus brazos y le acarició la espalda lentamente, dejándola llorar en silencio.

- Me perdí -sollozó ella sin separarse de él-, traté de volver, pero no supe.
- No pasa nada -trató de tranquilizarla con suaves caricias-, ya está.
- Pasé mucho miedo, no sabía si podría volver a tiempo -su llanto lo conmovió hasta el centro mismo de su cuerpo.
- Tranquila cariño -murmuró él sin dejar de acariciarla-, ya estoy contigo, yo te llevaré a casa.

Se quitó la chaqueta y se la puso por los hombros, ella estaba muy alterada y se aferraba a él desesperada, la miró unos segundos, apartó los mechones húmedos que se pegaban a su cara, luego la alzó en vilo y pegándola a su cuerpo comenzó a caminar, sintió como tiritaba junto a su pecho, así que trató de trasmitirle todo el calor de su cuerpo, maldijo en silencio cuando ella comenzó a llorar de nuevo, aceleró el paso tratando de llegar lo antes posible, pero el torrente de agua que caía del cielo le dificultaba mucho la tarea.

Mariella se apretó a él tanto como pudo, tenía frío y él despedía un agradable calor que la iba templando poco a poco, el pánico se había apoderado de ella al verse sola y totalmente perdida en un lugar desconocido, era consciente que iba a morir pronto, pero no quería hacerlo en un callejón sola, no quería hacerlo bañada por la luz del sol que le provocaría terribles dolores, aunque sabía que su destino estaba sellado desde hacía mucho y que su muerte no iba a ser muy placentera, se había ido preparando para ella poco a poco, no estaba lista para lo que le hubiese ocurrido si Khons no la hubiese encontrado a tiempo. Khons era su tabla de salvación en ese momento y se agarró a ella con uñas y dientes, pegó el rostro un poco más a aquel pecho duro y fuerte, oyó los latidos de su corazón acelerados y apretó los puños aferrándose a su camisa.

Khons soltó el aire lentamente, notaba sus suaves manos aferrándose a él como si le fuera la vida en ello, no eran caricias, incluso le clavó las uñas tratando de pegarse a él, pero sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, Mariella lo iba excitando poco a poco. Tan pronto llegaron a casa la dejó en el suelo, ella era reacia a separarse de sus brazos, se agarró a él. Con calma y ternura la tomó por los hombros y la separó mirándola a la cara.

- Tienes que quitarte esas ropas -acarició su mejilla con un dedo, mientras se perdía en sus ojos llenos de miedo-, será mejor que te des una ducha caliente y te pongas algo seco.
- Lo siento -ella bajó la cabeza avergonzada y también para ocultar el deseo creciente-, no debí salir sola, no debí…
- Ssshhh -tapó su boca con un dedo y dibujó el contorno de su labio inferior con él-, ya está, vamos ve a cambiarte.
- Yo… -lo miró un instante sin saber que decir.
- Después hablaremos -la giró y le dio un leve empujón para que entrara al baño.

El agua caliente le despejó los sentidos y le templó los nervios, la dejó correr por su cuerpo relajándose envuelta por el vapor. El miedo que se había apoderado de ella ya era un recuerdo gracias a Khons, cerró los ojos y dibujó en su mente la imagen del hombre que estaba a unos pocos pasos de ella, el hombre frío y duro que la esperaba en la otra habitación, el hombre que encendía su deseo y su cuerpo como ningún otro lo había hecho nunca, el hombre por el que había perdido la cabeza y también el corazón, abrió los ojos de golpe, sí, estaba enamorada de Khons, era una tontería negarlo, no supo el momento exacto en el que había ocurrido, en el que todo ese deseo que la quemaba día tras día, hora tras hora, se había convertido en amor, lo único cierto es que estaba locamente enamorada de él, tal vez fue cuando la besó, o cuando la acunó después de la pesadilla o cuando él la pegó a su cuerpo, en el que los latidos de su corazón le golpearon los oídos y le taladraron el cerebro, convirtiéndose en música celestial para ella, o tal vez desde que soñó con él, ¡Jesús! amaba a un hombre para la que era una carga, amaba a un hombre que jamás la correspondería, pegó la cabeza a los azulejos de la ducha y gimió de dolor, un dolor que le nacía del corazón.

Khons se quitó la ropa mojada y la tiró de mala manera sobre una silla, después envolvió sus caderas con una toalla y esperó su turno para darse una ducha, tenía los músculos tensos, caminó despacio por la estancia tratando de aclarar sus ideas. La conversación con Eleazar lo dejó preocupado y lleno de dudas, llegar a casa y no encontrar a Mariella lo había puesto intranquilo, pero lo peor había sido verla llorar aterrorizada e impotente bajo la lluvia, derrotada a su suerte. ¿Qué habría ocurrido si no la hubiese encontrado a tiempo? Apretó los puños, no mejor no imaginárselo, la encontró y eso era lo importante, después de todo no había pasado nada. Se sentía extraño por lo que le hacía sentir aquella mujer, un ansia de protegerla que no sintió nunca hasta ahora, él no era así, la gente era sólo gente, unos iban y otros venían, por eso para él no había nadie importante, no se encariñaba con nadie, jamás, él no confiaba en nadie. La puerta del baño se abrió, vestida con un pijama verde bastante discreto y más tranquila, Mariella avanzó hasta él.

- Es tu turno -dijo ella.
- ¿Estás bien? -le preguntó sin llegar a mirarla.
- Sí -su voz era apenas un susurro-. Gracias otra vez.
- Olvídalo, no tiene importancia -le dio la espalda y antes de entrar en el baño se giró-, será mejor que vayas a la cama, se te ve agotada.

Tan pronto se cerró la puerta, Mariella fue al sofá, era cierto que estaba agotada, se tumbó y cerró los ojos, no pasó más de un minuto cuando el sueño la venció. Khons se despejó con la ducha, se secó el pelo con una toalla y se puso otra alrededor de las caderas, salió del baño y se paró en seco cuando la vio encogida en el sofá, se acercó a ella y se fijó en su rostro relajado, en sus labios entreabiertos, en su cuerpo abandonado al sueño, estuvo unos minutos deleitándose, absorbiendo cada matiz de su cara, cada curva de su cuerpo, alzó la mano y apartó un mechón de pelo húmedo que caía sobre su nariz.

- ¿Qué te ocurre preciosa? -preguntó en voz baja-, eres demasiado joven, demasiado perfecta para morir.

Mariella se movió en sueños y dijo algo inteligible, trató de darse la vuelta pero en aquel reducido espacio era muy difícil, Khons se agachó, la tomó en brazos y la llevó a la cama, la tendió suavemente sin despertarla, ella volvió a murmurar algo antes de girarse y darle la espalda, Khons se quitó la toalla de las caderas tirándola al suelo y se metió en la cama a su lado, luego, como si quisiera protegerla del mundo, le pasó un brazo por encima y la atrajo hasta su cuerpo, cerró los ojos y gimió al sentir aquel cuerpo cálido y suave pegado al suyo antes de quedarse dormido.



Mariella se despertó descansada, abrió los ojos y trató de estirarse después de bostezar, pero le fue imposible, una de las fuertes, musculosas y bien formadas piernas de Khons se apoyaba sobre las suyas, dejándola atrapada, mientras su brazo descansaba sobre su cintura, podía sentir su respiración pausada y su torso duro en la espalda, no quería despertarlo, pero necesitaba cambiar de posición, tomó su brazo y lo levantó suavemente, se giró un poco quedándose boca arriba, volvió la cabeza hacia él, tenía los ojos cerrados, el pelo caía en su cara como seda negra, levantó la mano y con mucho cuidado de no molestarlo apartó un par de mechones para disfrutar de sus rasgos, era tan guapo, tan masculino, tan viril, un suspiro escapó involuntariamente de su garganta, se giró un poco más para disfrutar de la vista de aquel hombre que dormía plácidamente a su lado, se fijó en su torso desnudo, aún relajado como estaba, mostraba todos y cada uno de sus músculos perfectamente definidos, bajó hasta su abdomen, plano, duro y deseó tocarlo para sentir esa piel bronceada en sus manos, sus ojos se deslizaron hacía abajo, la sábana blanca tapaba el resto de su cuerpo, pero no disimulaba la impresionante erección que tenía en ese momento, se sonrojo de arriba abajo, a pesar de que sabía que no la estaba viendo. Había oído alguna vez a Eleazar bromear sobre montar la tienda de campaña al despertar, ¡Virgen Santa!, aquella era por lo menos familiar, no podía apartar los ojos de allí, trató de girarse, de darse la vuelta para dejar de mirar ese cuerpo perfecto y esa…, Dios, apenas sabía como definirlo, pero justo cuando a comenzaba a girarse, él se movió bruscamente y aterrizó de lleno en su pecho, apoyó las manos para levantarse, él abrió los ojos y le dedicó una sonrisa, tan llena de picardía que tembló de miedo.

- Hola -sonrió él.
- Hola -ella se sentó en la cama, no sin mucho esfuerzo-, lo siento.
- No importa -se apoyó en un codo y la miró-, ¿dormiste bien?
- Sí, gracias -trató de no mirarlo, pero sus ojos, que parecían tener vida propia, iban una y otra vez a su entrepierna-, tengo que levantarme.
- Muy bien -él se tumbó de nuevo, como si no se hubiera dado cuenta a donde ella miraba, lo cierto es que se estaba divirtiendo mucho al ver su cara roja, sus manos temblorosas y sus ojos cruzarse por no querer mirar su erección, estaba pasándolo mal, pero que sufriera un poco, ella era la culpable de se encontrara en ese estado, sonrió al ver como ella se daba la vuelta apresuradamente y casi se cae por querer ir mas deprisa de lo que podía. La vio ir a la carrera al baño y encerrarse dentro.

Khons no había pegado ojo en casi toda la noche, la había acercado tanto a él, que pensó que se fundiría con su calor, se excitó en el mismo instante en que sintió su trasero junto a su entrepierna, y los movimientos que ella estuvo haciendo durante todo el tiempo no fueron precisamente de mucha ayuda, disfrutó de sus curvas, del olor de su piel y de su pelo, cuando ya pensaba que iba a perder la razón y el control, la aprisionó entre sus piernas y sus brazos, para evitar que ella siguiera moviéndose, para evitar despertarla y enterrarse en ella de forma violenta.

Mariella salió a los pocos minutos del baño aún sonrojada, no podía dejar de imaginar lo que se escondía bajo las sábanas, el pijama lo había sustituido por una blusa amarilla y unos pantalones cortos blancos, aunque fuera hacía frío, dentro hacía bastante calor, ella no pensaba salir a ningún sitio, después de su ultimo intento era mejor sentarse a ver la tele o a ver pasar el tiempo mirando el techo. Se recogió el pelo en una coleta y fue hasta el sillón a recoger la sábana que utilizaba para dormir, se quedó mirándola y luego a él que la observaba.

- ¿Qué? -preguntó Khon desde la cama alzando una ceja.
- Yo me acosté aquí -dijo ella con el pedazo de tela en la mano.
- Si, pero no parecías muy cómoda -se sentó apoyando la espalda en la pared-, y después del susto necesitabas descansar.
- Gracias -murmuró doblando la sábana.
- No tienes que darlas -volvió a mirarla-. Por cierto me gustaría levantarme, ¿te importaría darme el pantalón?, estoy desnudo y no quiero herir tu sensibilidad.
- Claro -ella volvió a sonrojarse, a él antes nunca le había importado su desnudez, lo cierto es que parecía orgulloso de pasearse como llegó al mundo delante de ella, pero ahora que ella se le ofreció en bandeja, parecía inhibirse, lo mismo pensaba que lo iba a atacar, se acercó hasta la silla y tomó el pantalón-. Ten.
- Gracias -alargó la mano, pero en vez de agarrar el pantalón, agarró su muñeca y tiró de ella hasta que la tuvo a su lado.
- ¿Qué haces? - trató de desasirse de su mano, aquello era muy incómodo, él sentado al borde de la cama con la sábana sobre su regazo y ella de pie entre sus piernas, haciendo malabares para no tocarlo.
- Mariella -levantó los ojos un segundo hasta ella, sus ojos verdes refulgían con un brillo que la hizo temblar, luego fue subiendo sus manos lentamente por sus piernas, por sus muslos, con una caricia tan delicada que sus dedos apenas la rozaban, hasta llegar a sus nalgas que aferró con ambas manos, ella se tambaleó y se apoyó sobre él, la miró un instante y enterró su cara entre sus pechos.
- Khons, por favor -se estaba burlando de ella, estaba calentando su cuerpo para luego apartarla tal como había hecho el día anterior, estaba mareada-, suéltame.
- No, cariño -con un movimiento rápido la tumbó en la cama y se posicionó sobre ella-, hoy no.
- Por favor -ella se retorció inútilmente debajo del fuerte cuerpo de Khons-, no me hagas esto.
- ¿Qué no te haga qué? -por un momento dudó, vio los ojos cuajados de lágrimas de ella, se apartó un poco sin soltarla.
- No empieces esto -sollozó-, no lo empieces para luego rechazarme, te lo suplico.
- Tranquila, cielo –la sonrisa depredadora en sus labios, y la ardiente mirada que le dedicó la hizo temblar-, te juro que hoy no habrá nada en el mundo que evite que seas mía.

CONTINUARÁ...

6 comentarios:

Ade dijo...

Joder Mariola, vaya donde lo dejas,
eres una chica mala, muyyy mala.

Bien por Elezar y pedirle que haga feliz a su hermana.

Bien por Khons, por haber cambiado (gracias a Dios, pq mira que era repelente) y haberse decidido a ir al ataque.

Y bien por Mariella y decirle que no siguiese si pensaba rechazarla.
Por cierto, ¿a quién me recuerda ella con su "torpeza"? Jajajaja .

Lea dijo...

bien mala eres... aquí me tendrás esperandoa nsiosa a que llegue el domingo


¬¬*

Mariola dijo...

Esto es injusto de todas todas, encima que os pongo un capitulo largo me decis que soy mala.

Por cierto no critiqueis a Khons es perfecto, a mi me encanta.

Ade de verdad te juro que no se de que hablas con eso de la torpeza.

Firiel el domingo más, aunque no sé a que hora, jajaja.
Besos.

mara dijo...

Encima que casi se me cae los "Ajos" al suelo con el señor otoño ¬¬ me dejas a medias con el capi de hoy.
No eres mala,no,eres perversa 0_0

Pero una perversa que escribe muy bien. Si no de que iva a aguantar
el martirio al que me sometes *_*
(Ajitos brillosos)

Bye hasta el Domingo.
Besotes Sokaly

JuanM. dijo...

Me gusta tu estilo, aunque sigo pensando que eres una bruja, y por lo visto hay más gente que piensa como yo.

Besos, luego hablamos.

Mariola dijo...

Mala, perversa, bruja?

Me pensaré si hoy subo el capitulo, para hacer honor a tanto elogio jajajaja.

Besos.

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