jueves, 29 de octubre de 2009

CONQUISTADO POR LA PASIÓN (CAPÍTULO2)

Brianna se levantó tan pronto las primeras luces del alba rompieron la oscuridad de la noche; apenas había sido capaz de dormir, y cuando conseguía conciliar el sueño se despertaba sobresaltada, temiendo que él volviese y le hiciese daño otra vez. Estaba cansada y dolorida, pero aún así bajó de la cama y observó la habitación que su esposo había dispuesto para ella, era bastante grande, los fríos muros de piedra estaban cubiertos por tapices que en otro tiempo debieron ser hermosos, pero que ahora estaban sucios y descoloridos, una gran chimenea, apagada y ennegrecida por el uso, al fondo de la habitación, la cama enorme estaba en el centro de la estancia, un baúl de madera a sus pies, una silla y una mesa con detalles labrados en sus patas, en la que descansaban una jarra, una jofaina con varios paños a su lado, y una vela a medio gastar permanecía apagada en su palmatoria. Sintió como algo se clavaba en sus pies, bajó la vista y vio los juncos secos y podridos que cubrían el suelo, hizo un mohín de asco, aquella habitación que hubiese podido ser confortable y agradable, estaba descuidada, así que como tendría que permanecer muchas horas en ella, decidió que la cambiaría a su gusto.
Fue hasta su baúl, sacó ropa limpia y su cepillo del pelo, tomó uno de los paños de lino y lo humedeció, comenzó sus abluciones despacio, al llegar a su entrepierna hizo una mueca de dolor, bajó la vista hasta el trozo de tela y lo vio manchado de sangre, volvió a humedecerlo, se limpió entre las piernas y se frotó los muslos, insistentemente, hasta que no quedó rastro de lo que había soportado la noche anterior. Se puso un vestido y se sentó para cepillarse el cabello.

Niall irrumpió en los aposentos de su esposa, si esperaba encontrarla acostada y llorosa, se llevó una gran desilusión, aunque ella se había sobresaltado al oirle entrar continuó con su tarea, de espaldas a él, pasaba una y otra vez con movimientos lentos y pausados el cepillo por su pelo, él clavó la vista en aquel cabello rojo que caía por su espalda y parecía brillar como fuego, por un momento Niall se sintió tentado a alargar el brazo y enredar sus dedos en aquellos mechones de seda roja, pero se quedó parado sin apartar la vista, Brianna se volvió lentamente mirándolo fijamente. Una chispa de dolor se atisbaba en el fondo de su mirada, Niall volteó la cabeza incomodo, sus ojos azules se entrecerraron al contemplar su vestido roto en el suelo y las manchas de sangre seca entre las sábanas revueltas. Ante él estaba la prueba de la pureza y la inocencia de su esposa, y también de la brutalidad con la que la había poseído la noche anterior. Cerró los puños, y se maldijo en silencio, debió esperar, pero la cerveza que bebió desde que la dejara en la capilla y la ira que lo invadió en cuanto ella ocupó el lugar que debía haber ocupado Muriel lo cegaron, perdió el control de si mismo y consumó su matrimonio como una bestia salvaje, entró en su cuarto y la tomó sin miramientos, asustándola y provocándole dolor, luego la abandonó sin remordimientos para ir a acurrucarse a los brazos de la mujer que amaba. Por un momento la culpa lo asaltó, después de todo aquella mujer que lo miraba fijamente era tan víctima como él, ella tampoco pudo elegir, apartó el sentimiento que lo invadía como si de una mosca se tratara.

-Vengo a informaros que los hombres de vuestro hermano partirán dentro de un rato -dijo con voz fría y cortante.
-¿Tan pronto? -preguntó ella retorciéndose las manos, tenía miedo de que volviera a hacerle daño, así que permanecía a una distancia prudencial.
-Ya no tienen nada más que hacer aquí -contestó él recorriéndola con la mirada-, os han traído hasta vuestro nuevo hogar, su misión ha acabado.
-Bien -ella comenzó a caminar hasta la puerta-, iré a despedirme de ellos y a desearles un buen viaje de regreso.

Niall la vio salir con la cabeza alta y perderse por el pasillo como si fuera una reina, fue hasta la cama y observó las sábanas una vez más, se agachó y recogió el vestido, se fijó en los rasgones y lo soltó como si le quemará las manos, aunque estaba ebrio recordó el momento exacto en que su esposa se tensó bajo su cuerpo, sus ojos de terror cuando se tumbó sobre ella, las lágrimas recorrerle las mejillas, volvió a maldecir, luego con grandes zancadas abandonó la alcoba de su esposa.

Brianna mantuvo los ojos fijos en las espaldas de los hombres que se alejaban de ella, los vio desaparecer entre los árboles, pero se quedó allí, abrazándose a sí misma unos minutos más. Le hubiese gustado que permanecieran junto a ella unos días más, pero su esposo tenía razón, ya no había motivo alguno para que retrasaran su marcha, esos hombres tenían mujeres e hijos que estaban esperando su retorno, pero por unos instantes no pudo evitar sentirse egoísta, era consciente que cuando ellos se hubieran marchado todo lazo con su padre y su hermano, con su verdadera familia quedaría roto, tal vez jamás volviera a verlos, se secó las lágrimas con el dorso de la mano, era inútil seguir llorando, después de todo la habían preparado para eso, para convertirse en la esposa de un Laird, para hacerse cargo de un castillo. Bajó los ojos hasta el trozo de tela que apretaba entre sus dedos, el plaid de cuadros azules que identificaba a su clan, uno de sus hombres se lo había dado, “para que nunca olvidéis vuestros orígenes” le dijo mientras se lo entregaba. No, no los olvidaría, ¿cómo podría olvidarse de aquel lugar donde había nacido y crecido feliz? Por muy mal que la tratara la vida, siempre le quedaría aquel tartán para recordarle lo dichosa que una vez fue, lo apretó contra su pecho y volvió sobre sus pasos.

Caminó lentamente por los pasillos, las personas con las que se iba cruzando le hacían una pequeña reverencia y seguían su paso, era una forastera, una extraña entre extraños, se sintió sola. Fue observando con calma todo lo que veía a su paso, el castillo era una buena fortaleza de gruesos muros, las estancias eran grandes, las paredes decoradas con tapices bordados con escenas de caza y batallas, los muebles eran robustos, macizos, pero una capa de polvo cubría cada uno de ellos, los juncos del suelo estaban podridos haciendo que en el ambiente flotara un fetido olor. Dà Teintean era un buen castillo, pero la dejadez y suciedad que lo cubría todo la entristeció, bueno, ella se encargaría de que aquello cambiara, los muebles relucirían, los tapices recobrarían su esplendor. Alzó la vista y se fijó en uno que parecía nuevo, la cabeza de un lobo con las fauces abiertas la miraba con unos ojos azules que reconocería en cualquier parte, apartó la vista asustada. Un suave olor a pan recién hecho le inundó las fosas nasales, su estómago emitió un ruido recordándole que estaba hambrienta, sonrió y se dejó guiar por aquel delicioso aroma.

La cocina supuso una agradable sorpresa para Brianna, el abandono que recubría el castillo desaparecía en aquella dependencia, el fuego crepitaba en el gran horno, una mesa grande y limpia rodeada de taburetes en el centro, las cacerolas y utensilios resplandecían, Brianna sonrió satisfecha, entró y se sentó. La mujer regordeta que canturreaba de espaldas a ella se volvió.

-Ama -se inclinó ante ella-. ¿Qué hacéis aquí?
-Supongo que sois la cocinera -la mujer asintió-, bien, he olido el agradable aroma que desprende vuestro pan.
-Claro que sí ama -presurosamente la mujer puso una hogaza de pan frente a ella, un poco de queso y una jarra de cerveza.
-¿Cómo os llamáis? -preguntó, observó a la mujer que tendría alrededor de unos 40 años, de cara sonrosada, con unos vivarachos ojos azules y una sonrisa perenne en los labios, robusta, de grandes pechos y anchas caderas, llevaba el pelo cubierto por un trapo, pero por los mechones que escapan de él pudo ver que era rubia.
-Margaret -la mujer hizo otra reverencia.
-Bien Margaret -se llevó un trozo de pan a la boca y cerró los ojos deleitándose con su sabor y su esponjosidad, después los abrió y le sonrió-, tengo que felicitaros, es el mejor pan que he comido nunca, pero no volvais a llamarme ama, yo no soy ama de nadie, señora o Brianna, con eso bastará.
-Disculpadme am..., señora -Margaret se sonrojó.
-No es un reproche -ella volvió a sonreírle y la mujer le correspondió, Brianna vio su vestido manchado de harina-, ¿me enseñaríais a hacer un pan tan bueno como este?
-Pero no tenéis por que… -dijo la sirvienta apresuradamente-, pero si queréis
-Por favor, me gustaría mucho aprender –tomó la copa con cerveza-, pero antes comed conmigo.

Brianna pasó varias horas en la cocina, se manchó de harina, se divirtió y aprendió el secreto para hacer ese pan que le había gustado tanto, además sin saberlo, había conseguido ganarse el primer corazón de uno de los habitantes del castillo.
CONTINUARÁ...


10 comentarios:

Maria dijo...

Solo una palabra describe este nuevo cap.¡¡¡¡genial!!! Bien narrado y perfectamente descrito un castillo de esa epoca...aqui van sus primeros aplausos¡¡plas,plas,plas!!!

Un besote a las dos.

pd:y gracias por no dejarnos sufrir muxo esperando un nuevo episodio de esta GRAN historia.

mara dijo...

Pues nenas no se que más deciros despues del comentario de Maria......
Solo que estoy totalmente de acuerdo con ella.^_^

Mientras Brianna paseaba por el castillo iva imaginandome sin ningun problema lo que ella veía.Me he metido en la historia enseguida.

Y he sentido mucha lastima por la situación de los novios.Aunque como siempre nosotras tenemos la de perder.
Por eso me he sentido más identificada con la situación de ella.

Esta historia es maravillosa.Sois las mejores. besos.

virtualmar dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con Maria y con Mara, es una historia que te atrapa.

Es la primera vez que leo por capítulos, y estoy esperando ansiosa como continúa la historia

Chicas las felicito, tienen un gran talento... Gracias por compartirlo con nosotras.

Besotes lindas!!!

pd: quiero mas capítulos, ja!

Sabry Sandal dijo...

Perfect!! Buen capi, chikis, me encantó el paseo por el castillo y el retacito de tela que le dejo uno de los escoltas :D

Y me encanta que el bastardo sienta remordimientos, jaja, pero me dura poco, porque el señor se los sacude como si fuesen pulgas, maldito!!

Espero el próximo, uhu!!

Sabry Sandal

Sammet dijo...

Tengo un serio problema con esta historia... el tipejo este está tratando de ir por buen camino pero de pronto le vuelve lo estúpido... y me entran ganas de pegarle, sobre todo cuando mencionó el hecho de que después de haber atacado a mi querida Brianna, se fue a refugiar a los brazos de esa rubia que desde ya me cae muy mal...

Lo demás como siempre excelente.

Besos

J.P. Alexander dijo...

Me encanto el capitulo y cada vez me cae mejor Briana.

Sigan cchicas.

Ade dijo...

El que os haya gustado tanto, me emociona.
Y el veros perder los nervios con Niall, me provoca una enorme sonrisa, aunque el muchacho no es tan malo, sólo es un poco perverso, un poquito nada más.
Me alegro que Brianna os esté cayendo bien.

Gracias por leernos y comentar.
Se os quiere chicas.

Mariola dijo...

Muchas gracias a todas por comentar, la verdad que es muy emocionante que os guste la novela, nosotras teniamos nuestras dudas, es muy dificil escribir una historia con una persona que está a cientos de kilometros, toda una aventura ¿verdad Ade?

Me alegro que os guste Brianna, pero no entiendo el ensañamiento hacía Niall, es un poco bruto vale, pero no es para tanto o si?

Un besazo y gracias de nuevo. Mañana un nuevo capi.

Maribel dijo...

Hola chicas...

El chico no sera tan malo pero tiene la diplomacia y el sentido de la hospitalidad fosilizado. Lo dicho, tendra que sudar mucho para demostrar que es buena persona.
Me ha gustado mucho esta parte del capitulo, el detalle de los juncos, los tapices en las paredes.

Deseando saber como el chico va a salir de la situacion que parece bastante peliaguda para Brianna (me encanta el nombre).

Besotes chicas y felicidades.

Ade dijo...

Como se nota que escribes Maribel:
"la diplomacia y el sentido de la hospitalidad fosilizado"
que bien expresado está, jajaja.

Si que es un nombre bonito el de Brianna, y ¿sabes que significa fuerte?

Gracias por leernos y comentar, a pesar de estar malita.

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